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Giuseppe Albatrino

Escritor, Dramaturgo y Divulgador Científico

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Vivencias y Opinión

Por un minuto, supongamos que Hawking está en lo cierto

17 mayo, 2011 by Giuseppe Albatrino

El paraíso después de la muerte es un cuento de hadas
Stephen Hawking

      Con casi la totalidad del cuerpo paralizado por una enfermedad degenerativa, el brillante físico inglés apenas puede comunicarse mediante una computadora que percibe pequeños movimientos de su rostro. Con ella, llega a componer apenas unas cinco palabras por minuto (léase bien: 5 palabras por minuto), sin embargo no sólo se declara afortunado, sino que es lo suficientemente influyente como para que sus entrevistas den la vuelta al mundo, como la que hoy reseña el diario El Comercio, acerca de la religión.

Muchos esperarían que un hombre con tal vulnerabilidad, que depende absolutamente del resto, vuelque su aflicción hacia algún dios, pero Hawking es ateo, y su postura es la de una minoría de personas. Aún así, supongamos, aunque sea por breves instantes, que es cierto lo que él dice, que la muerte es el fin, que solo recuerdos y obras le sobreviven. Después de todo, no existe evidencia científica de lo contrario, ¿verdad? Supongamos que con el último respiro todo se apaga, y aquella luz blanca al final del túnel siempre fue lo que se sospechaba: el cerebro perdiendo los últimos vestigios de oxígeno. ¿Qué pasaría?

      La premisa atea puede tener, por contradictorio que parezca a algunos, una invitación a valorar más nuestro paso por este mundo. Si nuestra propia existencia, la de nuestros seres queridos, la de nuestros vecinos o incluso la de cualquier ser humano, consiste únicamente en algunas décadas sobre un planeta azul alrededor de una estrella (que también morirá) ¿cómo no atesorar intensamente cada momento?, ¿cómo perder el tiempo en necedades si lo único que de mí queda es mi memoria?, ¿cómo quitarle la vida a alguien si con ella se extingue todo lo que tiene y tendrá?

      Me pregunto, de manera muy näive y casual, si ante la ausencia del paraíso a la vuelta de la esquina, habría un mayor cuidado por la integridad de los demás, incluso, aunque pueda sonar cómico, si dejaríamos de conducir en Lima de forma tan imprudente, como si todos tuviesen siete vidas (ya no digo dos: “ésta” y “la del más allá”)…

      Curiosamente, aún en su visión sin eternidad, Hawking señala no tenerle miedo a la muerte, lo cual me pregunto qué tan extendido está en la contraparte creyente y moderna; a muchos puede sorprender el comentario del abad de Ampleforth. Cuando el cardenal Basil Hume le dijo que iba a morirse, el abad respondió encantado por él: “¡Felicitaciones! Ésa es una noticia brillante. Desearía estar yendo con usted”… ¿Cuántos responderían igual?

————
PS: Cita que no quisiera dejar en el tintero: “I do not fear death. I had been dead for billions and billions of years before I was born, and had not suffered the slightest inconvenience from it.’ – Mark Twain

Publicado en: Vivencias y Opinión Etiquetado como: ciencia, religión

En caso de fracaso: dos discursos poco conocidos

7 mayo, 2011 by Giuseppe Albatrino

Estos valientes hombres saben que no hay esperanzas para su recuperación. Pero también saben que hay esperanza para la humanidad en su sacrificio […]».
Inicio del mensaje que hubiera dirigido Nixon de haber muerto Armstrong y Aldrin en la Luna.

      Mientras Obama pronunciaba su discurso anunciando la muerte de Laden, no solo compartía la alegría de la noticia sino que me pregunté por un breve instante, cómo hubiera sido “el otro discurso”. No dudo por un momento que hay un texto, ahora felizmente desechado, que debería haberse usado de haber fracasado la riesgosa y complicada misión. Es natural, cuando se trabaja de cara al público, hay que estar listo para comunicar los resultados buenos o malos, y en la historia norteamericana tenemos algunos ejemplos poco conocidos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los aliados lanzaron la operación anfibia más grande de la historia, el desembarco de Normandía, concebida para desalojar a los Nazis de la Europa ocupada. Estaba en juego el destino del continente, había costado años reunir y preparar a los 175,000 hombres que participaron, por lo que una derrota podría haber cambiado el resultado de la guerra. Todo esto pesaba en el comandante supremo, Dwight Eisenhower, quien tuvo el ánimo suficiente de no escribir solo un mensaje, el de victoria, sino uno en el caso que tuviese que retirar a sus hombres.

      El texto, hoy cuidadosamente archivado, empieza describiendo la situación, “Nuestro aterrizaje en el área de Cherbourg-Havre ha fallado en obtener un asidero satisfactorio y he retirado las tropas” para continuar señalando que tomó la decisión según la mejor información disponible, alabar la valentía de las tropas y terminar aceptando su responsabilidad, “si alguna falla o culpa se atribuye al intento, es sólo mía”. Como sabemos, nunca debió pronunciar estas palabras, pero como buen planificador que era, Eisenhower no podía dejar de lado la necesidad de prepararlas.

      Veinticinco años después, culminaba otra gigantesca empresa, pero esta vez de índole pacífico: astronautas pondrían el pie en la Luna. Miles de millones de personas verían el evento en vivo y lo celebrarían, ¿o no? El guión podría fallar y el módulo lunar convertirse en la tumba de dos hombres; por ello el presidente Nixon, más allá de sus congratulaciones hoy conocidas, tenía preparado otro mensaje.

      El 18 de Julio de 1969, un día antes del despegue, un funcionario escribió un memo titulado “En caso de un desastre lunar” (título más que propicio) que iniciaba invocando al destino y terminaba recordándonos que nunca veríamos a la Luna de la misma forma: «Por cada ser humano que mirará a la Luna en las noches por venir, sabrá que hay un rincón en otro mundo que es por siempre humanidad». Allí no terminaban las previsiones, sino que instruía a que Nixon llamase previamente a las futuras viudas («widows-to-be», en el original), y que luego un clérigo realice una oración cuando la NASA pierda la comunicación con ellos.

      Desconocemos qué tenía programado la Casa Blanca en caso Obama tuviera que admitir una derrota, en todo caso, no dudo que estaba preparado con suficiente antelación.

Publicado en: Vivencias y Opinión Etiquetado como: Apollo, historia

Anotaciones desde Huancayo

4 mayo, 2011 by Giuseppe Albatrino

¿Qué mejor que aprovechar un fin de semana ‘largo’ para salir de Lima? Y no precisamente para averiguar por qué el resto del país votó dando la contra a la Capital, sino para conocer un sitio nuevo, tomar otros aires y ver un cielo estrellado. El lugar esta vez escogido (por si no vieron el título) fue Huancayo. Aquí, como con muchas ciudades de provincia, encontramos comprimidos una plaza principal (Plaza Constitución), un río y su valle, un pasado colonial salpicado en las calles y otro inca o pre inca dejado en las afueras. Un encanto de lugar del que paso a contarles por partes.

Lo Bueno
Tras solo siete horas en bus se llega a una ciudad en los Andes Centrales, con una atmósfera seca, limpia (beneficioso para las alergias) y un cielo que puede sorprender por sus rápidos cambios: despejado, nuboso, soleado, despejado,… como para volver loco al reportero del clima. Quien gusta de lo rural, así sea en pequeñas dosis al año, estará a gusto en esta provincia, donde casi todos sus distritos pertenecen, justamente, al campo.
Los precios son asequibles, por ejemplo, cerca a la plaza principal hay varios restaurantes y cafés cuyos equivalente limeños hubieran demandado mayores pagos de la clientela. De igual forma, un hospedaje con un par de estrellas es más económico aquí, los taxis y los mismos tours tienen tarifas menores. En definitiva, no es un lugar caro.

Lo Bonito y Simpático
Son muchas las cosas simpáticas que se pueden ver, siempre y cuando se vivan como deben vivirse los viajes: ¡sin comparaciones! No se espere aquí la mayor fortaleza Inca, la catedral más grande o la ciudad más ordenada (porsiacaso, vale aclarar). Es un buen lugar, en donde hallamos:

• ¡Lagunas!, como la de Paca, tranquila y azul, rodeada de naturaleza visitada por suaves vientos. Allí, un niño remador, con un polo con una vistosa calavera a ambos lados, nos llevó felizmente no a la muerte, sino a un relajante recorrido de unos veinte minutos.
En general, el paisaje del valle del Mantaro es hermoso, no solo con montañas verdes, cierto silencio y serenidad, una vista constante de lejanos glaciales, sino con diversas lagunas que se pueden visitar.
• El criadero de truchas más grande del Perú, en el distrito de Ingenio. Es interesante ver cómo crían a estos peces y su ciclo de vida. En una gran habitación las exponen vivas, con ejemplares en cada una de sus etapas de crecimiento, es maravilloso ser testigo de cómo un fino huevo naranja, apenas del tamaño de esta “o”, se convierte en un ejemplar adulto macho de unos 30 o más centímetros ¡la madre naturaleza!
Al salir, y haber atestiguado vívidamente el milagro de la vida y la evolución de cada trucha, uno no puede evitar tener hambre. Por suerte, por el lugar se ofrecen ceviches de trucha que uno no puede resistir llevarse al estómago.
• El convento de Ocopa, de los hermanos Franciscanos. Fue uno de mis lugares favoritos. Si bien, fue una lástima que a las 7 pm la luz no ayudara para ver las obras de arte, nos llamaron la atención varias cosas del museo que tienen allí: los objetos del respetado cardenal Landázuri, libros de su biblioteca (¿hay forma más directa de conocer a alguien que viendo lo que ha leído?) y diversas casullas. Había una antiquísima radio de onda corta que marcaba distintos países, lo cual me hizo recordar que alguna vez no hubo Internet en el orbe.
• La exposición de arte incluía obras centenarias, encantadoras acuarelas modernas (lástima que no tengo el autor). Nos mostraron su hermosa y famosa biblioteca, en la cual me hubiera gustado permanecer al menos una hora y no 3 minutos, y un largo refectorio de techos y paredes pintadas con motivos franciscanos. Por la disposición de las bancas, me hizo recordar brevemente a la Capilla Sixtina.
• Diversos puestos de platería, en el distrito de San Jerónimo. Me gustó la explicación de cómo manejan la plata, la exposición estuvo a cargo de un acelerado «Avelino» que mostró como trabaja la filigrana, el repujado, el estampado y laminado de este metal. Enseñó sus herramientas, una de ellas proveniente de New York (no dije que fueran primitivas, ¿verdad?), entre ellas un soplete que alcanza 900 grados y que derrite la plata sobre una vasija de arcilla refractaria, según la llamó.

Lo curioso
Todo viaje tiene sus experiencias o descubrimientos curiosos; en éste fueron:
• Para tomar colectivos, digamos rumbo a Jauja, es necesario abordarlo cual pirañitas roba carros, corriendo todos juntos en cardumen para intentar pescar una puerta y abordarlo (no hay otra forma, todos lo hacen)
• En el Museo de Sitio de Warivilca, se halla una cabeza deformada, con el cráneo increíblemente prolongado hacia atrás, más o menos como el que aparece en Indiana Jones 4 pero sin ser de Cristal, También hay una momia enterita de una mujer de clase acomodada, bastante conservada, pero que los estudiosos dicen que cayó en desgracia y fue castigada por alguna razón (para mí, que le sacó la vuelta a alguien)
• El “Avelino” que les mencioné, vestía supuestamente como los soldados de Andrés Avelino Cáceres en la Campaña de la Breña, con un traje del que salían hilachas que representan los andrajos con que regresaban de la guerra, tenía la cara oculta tras un raro pasamontañas del cual colgaba un tubo de tela rojo que hacía de extraña nariz falsa y roja que representaba a la nariz quemada por el frío de las alturas, además llevaba lentes oscuros.

Lo Feo o triste
Todo solucionable, pero siempre hay.
• La impuntualidad y descoordinación de los tours, hubo que cancelar uno de ellos porque demorábamos una hora, no partíamos, y la idea no era perder la mañana sentado en una combi (para eso está Lima)
• Jauja, la primera capital del Perú, a una hora en colectivo de Huancayo, fue lo más triste de todo. Sus calles se encuentran atravesadas y rotas, por máquinas que no volvieron y que supuestamente iban a mejorar el aspecto de la ciudad. Pero las obras municipales se detuvieron inconclusas. Terrible. Una amable señorita del lugar, se encuentra en la plaza principal pidiendo disculpas, explicando la situación y regalando lindos libros sobre como el lugar debería ser patrimonio nacional.

En suma, un buen destino para visitar en unos cuatro días y olvidarse de la atribulada urbe capitalina.

Publicado en: Vivencias y Opinión

Entre el SIDA y el Cáncer

29 marzo, 2011 by Giuseppe Albatrino

      Primeramente, perdón a las víctimas reales de estas penosas enfermedades. La expresión no nace de una insensibilidad contra ustedes, sino que para muchos es una forma de transmitir lo mal que nos sentimos, imaginándonos en la segunda vuelta, teniendo que elegir entre Humala Tasso y Fujimori Higuchi (torturada y todo, pero aún es su madre, ¿no?). Las encuestas del último domingo, presagian un sombrío panorama, y aquí  no se trata de un berrinche de impúber sino la creencia honesta de que, como país y más allá de nuestra realidad personal, estamos nuevamente al borde del abismo.

      El primero de los males, Ollanta Humala, es el mayor representante del doble discurso y del maquillaje extremo a manos del marketing electoral. El hombre que hasta hace poco hablaba de la vacancia de Alan García, el mismo que mientras su hermano mataba policías en una intentona golpista pedía al pueblo que se levante contra Toledo (por un teléfono pagado por él), vestía de rojo y cantaba el himno equivocado con Chávez es hoy, nada menos, un apóstol de la institucionalidad democrática.

      El comandante, que ya no se hace llamar como tal, es la contradicción encarnada, despotrica contra los ricos pero vive como uno de ellos, se llama nacionalista pero sus hijos estudian en el franco peruano, recibe consejería venezolana y brasileña, habla de progreso pero admira a Velasco y rechaza los TLCs. Hoy calla y se disfraza, aunque su plan de gobierno no lo ha podido desaparecer: plantea una reforma constitucional, usa eufemismos para decir estatizaciones, espera listo para aplicar sus ideas retrógradas.

      La segunda, estudió con el dinero de todos los peruanos y tras cinco años de vagancia parlamentaria, quiere una promoción ejecutiva. Sin más mérito que ser la hija de su padre, ¿eso es mérito?, con cero experiencia más allá de la burbuja en que habitó por ser la “heredera” de un gobierno corrupto y dictatorial, a sus treinta y picos años pretende gobernar un país rodeada de Marthas, Kenjis y Raffos.

      A pesar de que muchos puedan desearlo, el diez de abril no termina el proceso electoral, el sueño de votar por el “más perfecto” (¿no es curioso que casi nadie le vea defectos, salvo el que su esposa no hable español?) es un ideal que quizá deba ser relegado para cuando no tengamos estos riesgos tan importantes. La información esta allí, las amenazas y tendencias también, de estos factores dependerán si luego, apesadumbrados debamos elegir entre dos males.

Publicado en: Vivencias y Opinión Etiquetado como: polémica

Sobre mensajes secretos, ingenieros y constructores

22 marzo, 2011 by Giuseppe Albatrino

En su bolsillo, o donde sea que lleve el celular, puede estar llevando mensajes ocultos. ¿Lo sabía? Y no hablo de alguna conspiración industrial para que, por ejemplo, porte un 666 o los números de Lost, sino de pequeños escritos o graffitis en los circuitos electrónicos de estos aparatos. A estas ocurrencias se les llama «silicon art», una mezcla de arte con el silicio que componen los chips.

Ocurre que a veces a los ingenieros, que por lo general son personas excepcionalmente capaces y modestas (según me contó uno de ellos), se les sale lo artistas: dibujan y escriben cosas que solo pueden verse a través del microscopio, como la cabeza de Milkhouse, la bandera de Texas, un barco, un pato o sentencias graciosas del tipo “Si puedes leer esto, es que estás muy cerca”, tal como se encuentra en la tablet Galaxy de Samsung.

Es normal que los trabajadores de los unos y ceros quieran dejar su particular firma; en el mundo de los pinceles, muchos renacentistas se retrataban en medio de conversaciones de santos o el mismo Rafael al lado de los grandes filósofos de Atenas. Podría decirse que esto viene de siempre, por ejemplo, en algunos bloques clave de de las pirámides de Egipto se han encontrado inscripciones que dicen algo así como “¡Dios mío, lo conseguimos!”, firmado “Equipo Tigre Once”, con lo cual, vemos que tanto los esclavos egipcios como los señores de Samsung cuentan con el mismo control de calidad que les permite dejar garabatos.

Pero los chips no son lo más lejano que se ha llegado en este aspecto, cuenta el personal a cargo de construir la nave de Neil Armstrong en la Luna, que en uno de los tubos de la escalinata dejaron un papel con sus nombres. Si bien, esto estaba prohibido, luego del primer “gran paso”, parece difícil que algún supervisor viaje para retirar tal muestra de desacato…

Así que ya lo sabe, en ocasiones, podemos cargar con nosotros mensajes más allá de lo evidente, tan solo no se ponga a buscarlas, desarmar sus equipos electrónicos puede salir más caro.

___________
1. La cita sobre Egipto, la encuentra en el libro de Carl Sagan «La diversidad de la ciencia»
2. Más ejemplos de «Silicon art», aquí.
3. Más sobre el pintor Rafael y «los huevos de Pascua» (o mensajes escondidos), en mi  artículo previo, aqui.

Publicado en: Vivencias y Opinión

Japón y la amenaza nuclear

16 marzo, 2011 by Giuseppe Albatrino

      El mundo mira a Japón preocupado, varios de sus reactores nucleares han sucumbido al poder destructivo del reciente terremoto, los sistemas de respaldo han fallado y, sin medios para refrigerarse, amenazan con verter mayores cantidades de residuos tóxicos a la atmósfera. Aunque la situación aún no se encuentra controlada, y no sabemos cuál será el final de ésta, no puedo evitar dejar de recordar las diversas circunstancias en las que los ciudadanos nipones han debido encarar a esta tecnología. Encuentros dolorosos, dramáticos y algunos curiosos, que iniciaron más de seis décadas atrás.

      Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que Hitler prometía a sus generales el arma que cambiaría el curso de la guerra, el proyecto Manhattan ya estaba en marcha. Iniciado por Roosevelt con el objetivo de construir una Bomba Atómica, involucró el esfuerzo coordinado de más de 100,000 personas, entre científicos, ingenieros, civiles y militares embarcados en liberar la enorme energía del átomo. Todo fue tan secreto que recién al morir FDR, su vicepresidente se enteró de lo que había entre manos; una de las decisiones que debía presidir, de no rendirse Japón, fue la elección de los que debían bombardearse.

      Puede llamar la atención el que, si bien se formó un comité para seleccionar entre diversos objetivos planteados, la ciudad de Kyoto fuera descartada (y por lo tanto salvada de la destrucción) no por motivos del todo militares, sino por influencia del Secretario de Guerra norteamericano quien la había conocido durante su luna de miel y la admiraba. ¿Qué hubiera ocurrido de haber sido otra su impresión en aquella época?… Como sabemos, fue Hiroshima el blanco del ahora famoso bombardero “Enola Gay”, pero éste no viajaba solo, lo acompañaban un avión de instrumentación y otro para fotografías. Aquel 6 de agosto de 1945, perecieron unas 70,000 personas, las primeras víctimas de un nuevo tipo de guerra.

      Entre los sobrevivientes, se encontraba Tsutomu Yamaguchi, que sufrió serias quemaduras. Pasó una noche antes de que, por ironías del destino, retornase a su ciudad natal: Nagasaki. ¿Le suena el nombre? De no haber estado nublada la ciudad de Kokura unos días después de su llegada, ésta hubiera sido la impactada por la segunda de las bombas en vez del pueblo de Yamaguchi, quien al no correr la suerte de 75,000 de sus conciudadanos, se convirtió en la única persona en superar el impacto de dos bombas atómicas.

      Terminada la guerra, los Estados Unidos y la Unión Soviética inician una carrera armamentista y con ella diseñan otro tipo de arma, mucho más poderosas: las Bombas Termonucleares. En vez de solo “romper” átomos (fisión), como en las que impactaron Japón, los fusionan imitando al proceso que ocurre en el Sol, logrando así una potencia, decenas de veces superior. Cada país realizó pruebas en lugares aislados, como la del primero de Marzo de 1954 en el atolón Bikini. Lamentablemente, en las cercanías se encontraba un barco pesquero japonés, el “Dragón afortunado”, parte de cuya tripulación se convirtió en las primeras y únicas victimas de la segunda clase de bombas que aprovechan la física nuclear.

      Cincuenta y siete años después, la historia parece repetirse de alguna extraña forma. Un pequeño grupo de operarios de la planta nuclear de Fukushima Daiichi se encuentra luchando, contra la amenaza de más muertes japonesas a manos de la radioactividad. Conocedores de los riesgos que implican, permanecen allí tras la evacuación de la mayor parte del personal no vital, realizando una labor heroica. Quiera el destino que los acompañe la mejor de las suertes.

Publicado en: Vivencias y Opinión Etiquetado como: historia

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