Advertencia: La siguiente es una historia personal de mis intentos por publicar un libro y como sospecho podría parecer aburrido a muchos, se recomienda discreción (léase paciencia, un sitio cómodo y fingir algo de interés) para continuar leyendo.
Es inevitable que a muchos de los que disfrutamos tanto leer, nos aparezca la necesidad de escribir; es un asunto de vocación. El primer artículo propio del cual tengo registro (literalmente pues lo tengo en mi archivo) lo hice a los trece años cuando complete una hoja manuscrita titulada “La ciencia y los horóscopos”, luego a los dos días escribí otro de título “El año cero” (sobre el big bang y el origen del universo). Había terminado de leer varios libros de divulgación científica, y tenía la necesidad de escribir sobre lo que había aprendido.
Al poco tiempo, empecé a colaborar con textos en el ahora extinto suplemento Saber del diario
El orden de los eventos que siguieron los tengo ahora un tanto nebulosos, pero recuerdo haber pedido a la editora de Gente que considere pagarme por mis artículos, dado que llenaban al menos una cara de su revista cada quincena, pero ante su negativa deje de escribir, me había cansado de escribir gratis; no es que considerara mi trabajo soberbio o necesariamente bueno, pero mi lógica era que si lo publicaban al menos debían pagarme, además invertía mi tiempo y recursos en comprar libros y quería poder comprar otros nuevos. Así mismo, por aquel entonces y como escolar escribí a varios bancos, también busqué y encontré la casa de Tomas Unger, a Modesto Montoya y a todos les pedí, sin suerte, alguna ayuda para publicar mi material. Son personas muy ocupadas, y ahora que entiendo mejor el mundo editorial, comprendo que no hayan prestado un minuto de atención a “mi” tema.
Igual no me di por vencido y llegue a la editorial
Considerando la experiencia vivida hasta ese entonces, decidí dejar el sueño del libro propio en el cajón de los olvidos, por al menos una década; pero antes de abandonar todo intento de escribir para los demás, fui a El Comercio intentando ser publicado y recompensado por ello (ósea pagado), lo cual veía como un medio para tener un ingreso extra, ahora que ingresaba a la universidad. Amablemente me dijeron que no le pagaban a uno a menos que fuese periodista, por ello les deje tan solo un articulo de los que había llevado conmigo, al menos para que mi viaje al centro de Lima no fuera del todo en vano; lo publicaron a la semana siguiente, y es el ultimo que tengo en algún medio impreso; no he vuelto a personarme a ninguno desde entonces y el ejercicio de escribir pequeños ensayos de manera periódica se dio por terminado. Vino
Decidí que no intentaría publicar el MBC, pero una llamada que hace dos años me hiciera un amigo editor, me hizo repensar la idea. (Continuara mañana…)