En 1941 Hitler debió sentirse el hombre más afortunado sobre el planeta, en tan solo 100 días de guerra había conquistado Polonia, Noruega, Bélgica, Holanda y Francia, unificó Alemania con Austria (cuya población se considera así misma alemana en buena parte hasta el día de hoy), llevaba buenas relaciones con las fascistas Italia y España y tenía un tratado de no agresión con la Unión Soviética (que luego rompería precipitando su derrota); nada mal para alguien que no había estudiado en la academia militar, solo llego al rango de cabo y, por inverosímil que pueda parecer, sus superiores no vieron en él liderazgo alguno.
Tres años después, su caída fue estrepitosa y costo millones de vidas inocentes, asediado por tropas aliadas, encerrado en un bunker cometió suicidio al lado de su amante Eva Braun. Hoy en día, con justificadas razones, representa la imagen del odio y de la insania, sin embargo creo que es lícito buscar en cada derrota o éxito, venga de quien venga, lecciones que podamos emplear; si bien es cierto hay muchos motivos para su derrota y libros enteros exponiéndolos, he encontrado algunos puntos sugestivos en mi propia lectura del libro “Inside the third reich”, del brillante “arquitecto de Hitler” Albert Speer, en lo concerniente a su rol de Comandante en Jefe.
Lección 1: Es importante conocer las limitaciones
Speer nos recuerda algunas cosas interesantes, como que “[Hitler] nunca aprendió una profesión y básicamente siempre permaneció como un outsider en todas las especialidades. Como muchos autodidactas, no tenia idea de lo que significa el conocimiento realmente especializado […] Sin ningún sentido de las complejidades de una tarea, audazmente asumía una función tras otra”. El jerarca nazi no tenia profesión alguna, había intentado ser arquitecto pero no culmino los estudios; para demostrar sus conocimientos se basaba en su estupenda memoria para citar cifras y detalles que un experto, a decir del propio Speer, no carga en su mente pues los puede buscar o dejar a algún asistente, sin embargo con estos números intentaba apabullar a su interlocutor.
La audacia con la que un novato en alguna materia puede tomar desafíos nuevos es común, y muchas veces puede llevar al éxito, la llamada “suerte de principiante” no es mas que la manera “fresca” con la que se pueden romper paradigmas (al principio los nazis parecían imparables); sin embargo, cuando esta termina, se necesita una mente entrenada para encarar los problemas. El riesgo es que los éxitos iniciales, pueden llevar a pensar que solo son necesarios los instintos y los conocimientos superficiales.
Creo que cuando un buen profesional respeta a otros en ámbitos distintos al suyo, se debe en parte a que, tras haber estudiado sus buenos años, puede imaginar el valor de una mente entrenada en un campo especializado por largo tiempo. En nuestro medio local no es difícil ver, por ejemplo, a contadores que se creen abogados o administradores, lo cual no es intrínsecamente negativo, siempre y cuando se reconozcan los límites del conocimiento propio.
Lección 2: Es importante escuchar a los expertos
Por su misma falta de instrucción formal y por la deformación de su carácter, Hitler creía saber todo de todos los temas; es sabido que no escuchaba a sus generales y quería ver las cosas como las deseaba, no como eran en realidad. En cierta reunión se le informó, para su sorpresa, que el modelo de avión Me-262 era un caza a reacción no un bombardero, ante lo cual el pide que se le añadan bombas. A pesar de que el mariscal Milch le explicó que las estructuras del aparato no habían sido diseñadas para eso, Hitler pierde los estribos y comenzó a gritar enloquecido…los ingenieros cambiaron la funcionalidad del avión, convirtiéndolo en caza- bombardero según sus designios, pero del millar de aparatos fabricados solo se consiguió poner operativos menos de un centenar de maquinas.
Desdeñar el conocimiento de los expertos puede ser una práctica común en muchos decisores, pero esto puede traer consecuencias funestas.
Lección 3: Es importante actualizar los conocimientos
Speer nos cuenta que el horizonte técnico de Hitler estaba limitado por la Primera Guerra Mundial (en un inicio conocida como “La gran guerra”, hasta que los nazis trajeron la suya), que sus intereses estaban restringidos a las armas tradicionales de la armada y la naval, áreas en las que incrementaba su conocimiento, señala que “[…] tenia poca sensibilidad por los nuevos desarrollos, tales como el radar, la construcción de la bomba atómica, aviones jet, y cohetes”.
Hoy en día, vivimos en la llamada sociedad del conocimiento y la importancia de mantener actualizado el saber propio nos puede parecer obvio, sin embargo siempre es fácil caer en la trampa de no dar paso a nuevas ideas, a visiones cambiantes de las cosas. Mientras que los aliados perfeccionaron el radar, usado con exito en la batalla de Inglaterra, y construyeron las bombas que lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki, Alemania no entro en estos campos. Y si bien es notorio su avance en los cohetes V1 y V2, también es cierto que desoyó a sus consejeros militares que proponían emplearlos contra barcos o concentraciones de tropas en vez de las ciudades británicas.
Afortunadamente para el mundo, gracias a la lucha y sacrificio de millones de soldados, Hitler perdió la guerra; pero sin lugar a dudas, el papel que desempeño él mismo contra si mismo, también ayudo a la causa y nos trae algunas lecciones propias.