Ice nos ubica en una hipotética misión lunar llamada Apollo 19, comandada por Gary Lucas quien junto a Charles Sheperd realiza un aterrizaje de precisión en el polo sur de la Luna. Su estadía en el satélite transcurre con normalidad hasta el momento en que deben dejar la superficie para reencontrarse con su compañero; el cohete no enciende y se enfrentan a lo que la “verdadera NASA” felizmente nunca tuvo que enfrentar: astronautas varados en la Luna y con vidas limitadas a las pocas horas que les queda de oxigeno. Lucas y Shepard deciden salir de la nave y morir explorando el hostil mundo, que hubieran preferido visitar solo temporalmente mientras que el tercer hombre de la misión es ordenado por el comandante mismo, perentoriamente, a abandonar la orbita y regresar a la Tierra. Lo que nadie podría suponer es lo que los dos caminantes, que para entonces han perdido comunicación con Houston, encontrarían una construcción cuyo origen no podría ser humano.
El autor no solo conoce muy bien la maquinaria que en la década de los sesenta se usó para cumplir el reto de Kennedy de vencer a los rusos en el espacio, sino que extrapola otras que se quedaron solo en planos al momento de que el programa se cancelo, como el Modulo Lunar Truck; también emplea como parte de la historia personajes reales como Deke Slayton (Jefe de Astronautas), Gene Kranz (Director de vuelo) y James Irwin (Apollo 15) entre varios, y crea otros que cumplen el perfil de los funcionarios reales de las misiones. Un matiz interesante es que Sheperd (¿nombre basado en el del primer americano en el espacio, Alan Shepard?) es un cristiano practicante que no teme dar testimonio de lo que cree a su escéptico comandante y que a igual que su esposa es un lector de la Biblia; a lo largo de la obra, distintos “diálogos de fe” se irán presentando en boca de estos dos caracteres, más aun cuando con justa razón las mujeres de los dos abandonados se creen viudas y hablan entre ellas.
En el planeta se van preparando las exequias de los dos nuevos héroes, la NASA estudia una misión para recuperar los cuerpos y, con desconocimiento de todos, los dos hombres corren distinta suerte al separarse sin querer al interior de la vacía base, uno es al parecer transportado al mundo de los constructores y el otro queda solo…pero esto es solo parte de la historia cuyo final queda al lector averiguar si lo desea, pero que no será por medio de mis líneas.
Un detalle curioso, que en mi apreciación no quita valor a la obra pero que no comparto en absoluto, es que a pesar de los conocimientos científicos y técnicos que muestra en su obra, Jonson no participa de la Teoría de la Evolución de las Especies, sino que parece interpretar literalmente la Biblia (lo cual los católicos afortunadamente no hacemos).
Según tengo entendido, el libro causo poca noticia en lectores no cristianos en Estados Unidos, y me es difícil de recomendar para aquellos que no tengan un interés en los tres puntos que señalo en un inicio. Sin embargo, es interesante notar que esta obra de ciencia ficción subraya una realidad quizás poco conocida, y es que varios de los doce caminantes lunares (ese numero no ha aumentado desde el ultimo viaje en 1972) profundizaron sus creencias religiosas al regresar de haber caminado en otro mundo.