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Giuseppe Albatrino

Amante de la creatividad. Ingeniero.

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Teatro

Obra de teatro comentada: Extras

26 abril, 2010

      Anoche en el teatro Mario Vargas Llosa se estrenó la obra “Extras”, una propuesta interesante en la cual dos actores (Ciccia y Galliani) interpretan hasta quince personajes en escena, sin mayor cambio de atuendo que sus sombreros charros y con el apoyo de una minima utileria.  El fruto de este reto actoral fue recompensado por risas constantes y el entusiasmado aplauso del público.

      Nos encontramos ante la adaptación de una obra irlandesa,“Stones in his Pockets”, que le confirió a la irlandesa Marie Jones el premio “Laurence Olivier” a la mejor comedía (galardon que recibiera la también aquí comentada “Los 39 escalones”, que en mi opinión la supera) por la mexicana Sabina Berman, quien la ajustó  a la realidad de su país, y que en nuestro medio ha dirigido Alberto Isola.

      La  historia se centra en torno a dos habitantes de un pequeño pueblo, Charlie Colón y José Rodriguez, que se convierten en dos extras cuando la filmación de una costosa película hollywoodense se efectúa en su tierra. Mientras que el primero es optimista y sueña con algún día ver montado el guión que ha escrito en la pantalla grande, el segundo no hace mucho regresó sin éxito del gigante del norte y traslada su “realismo” en un pesimismo constante sobre un mañana mejor.  Ambos son tratados sin mayor respeto por el equipo de filmación,  que al provenir de un país más poderoso, nos hace pensar en una marginación que va más alla de la realidad de los sets: estamos ante el baile de los que sobran, conformado por gente tratada como manada por el poder del dinero.

      De los muchos personajes representados por la dupla Ciccia-Galliani, algunos me parecieron bastantes curiosos, dado que, ¿en cuántas producciones millonarias gringas el director es justamente argentino y su asistente español?. Me pregunto si se eligieron para facilitar el diferenciarlos por sus marcados acentos.  También me llamó la atención que la actriz principal, norteamericana y de español masticado, lleve el latino nombre de Karina Santos. Pero éstos son detalles nimios en realidad, ante una buena y entretenida trama que en una situación límite reinvidica a nuestro par de amigos olvidados por el sistema.

      La entrega ha sido sumamente amena y demuestra las buenas cualidades de sus actores que durante hora y media nunca perdieron la atención de los asistentes.

Secciones: Teatro Etiquetas: extras, Teatro

Obra de teatro comentada: Visitando al señor Green

2 marzo, 2010

      Todo empezó con una puerta cerrada en medio de un escenario vacío y una música ambientadora que parece provenir de alguna radiola.  El posterior silencio da lugar a un insistente timbre que convoca al anciano propietario del vetusto departamento, el señor Green, quien aparece en escena, con la expresión de quien no acostumbra recibir visitas. Abre, y bajo el dintel aparece un joven con barba de algunos días: el joven señor Ross Gardiner. Este último no es un familiar lejano del primero, ni un visitador médico, ni se ha equivocado de dirección, lo que sucede es que Ross ha sido castigado, penalizado por un juez quien ha dictaminado que deberá servir al ochentón, ahora sorprendido, durante cada semana y por varios meses dado que casi termina por atropellarlo en un accidente automovilístico.

      ¿Qué es lo que obtenemos? Un curioso tipo de justicia práctica, que obliga a dos personas diametralmente opuestas a mantener cierta convivencia en común.  Si bien es una formula conocida y explorada muchas veces, aquí nos encontramos ante una propuesta interesante y magníficamente narrada que mantiene fácilmente la atención del espectador, que verá en dos actos cómo la relación entre ambos caracteres (y ¿por qué no?, entre sí mismo y la ficción de la que es testigo) evoluciona, no sin tropiezos, hacia un destino ciertamente trascendente.

      Tanto Gardiner como Green tendrán algunos secretos que se revelarán en medio de la sensibilidad del primero y la hosquedad del segundo, entre la flexibilidad del joven y la ultra ortodoxia del viejo, entre la apertura del soltero abogado corporativo y los oídos sordos de aquel ex tendero viudo que nunca tuvo una discusión con su esposa. La antes mencionada puerta frente a la sala, ofrecerá a estos dos individuos la oportunidad de pequeños respiros, recesos necesarios en una coexistencia forzada.

      “Visitando al Señor Green” es una exitosa comedia dramática, que desde su estreno en 1996 ha sido  montada en decenas de países, escrita por el norteamericano Jeff Baron nos entrega una encantadora historia que, colateralmente, nos hace pensar también en la soledad de la vejez. La puesta en escena ofrecida en el ICPNA ha sido estupenda, así como las actuaciones de Cesar Ritter y Carlos Tuccio, quien nos entrega un inolvidable retrato de alguien totalmente imperfecto, y hasta necio, pero que no deja de irradiar por ello simpatía y alrededor de él gira la trama.

Para los interesados en ir a verla, estos son los datos:
Lugar: Auditorio Icpna Miraflores
Dirección: Av. Angamos Oeste 120 – Miraflores
Fechas: Del 08 de febrero al 14 de marzo, de jueves a lunes

PS: No puedo evitar preguntarme si, forzando a los conductores limeños a visitar a sus casi-victimas (aquellas que logran esquivarlos), obtendríamos algo positivo.  Claro, el problema sería que al cabo de algún tiempo, entre tantas visitas, pocos tendrían tiempo para manejar.

Secciones: Teatro

Obra de teatro comentada: Cocina & Zona de Servicio

17 febrero, 2010

      Esta obra, que ya se encuentra en las tablas limeñas desde la semana pasada, viene con impresionantes referencias que incluyen el Premio Molière a Mejor Dramaturgia en 1993 y, tras su adaptación al cine, varios Premios César (el Oscar Francés); sin embargo, cual trucha contra la corriente, y en pro de la sinceridad de siempre, debo dar mi opinión: no me gustó el montaje en su conjunto.
      La historia, en clave de humor, trata de un reencuentro de amigos de universidad, en la casa de una pareja del grupo formada por Javier (Sergio Galliani) y Martina (Monserrat Brugué ) , tras diez años en que no se han visto ni comunicado. Ellos han dado cobijo, desde dos meses atrás, a Jorge (Miguel Iza), un necesitado y oscuro escritor quien en su momento estuvo enamorado de Carla (Wendy Vásquez), cuyo actual esposo (y quinto asistente a la cita) es un hombre muy exitoso al cual casi todos, desean caerle bien. El evento se complica cuando el hermano de Martina, Freddy (Pablo Saldarriaga), un adicto al juego y endeudado en extremo, entra en escena con su novia de turno.
      La puesta en escena incluye, justamente, los dos ambientes del título y detrás de éstos, la sala y comedor del hogar, los cuales nunca vemos completamente. Aquí reside la mayor innovación de la propuesta: lo que vemos, no es la reunión en sí misma, sino lo que ocurre detrás de ésta, con los personajes asistiendo temporalmente a la cocina o a la zona de servicio, escapándose de la reunión “oficial” en todo momento.
Sin embargo, tuve serios problemas para aceptar la verosimilitud de la trama, por lo que se me vienen a la mente algunos puntos que tras tres días aún recuerdo:
[ADVERTENCIA SPOILER: Lo siguiente da a conocer detalles de la historia que van más allá de un vistazo; de considerarlo necesario, continuar tras el spoiler]
• ¿Realmente puede alguien de clase media, prestar 70,000 soles y seguir prestando más dinero a su deudor porque tiene un buen corazón?
• ¿Realmente puede alguien desperdiciar la oportunidad de recuperar 70,000 soles para que un invitado (del cual no se quiere nada y a quien le sobra el dinero) se sienta a gusto?
• ¿Es posible que a las 3 de la mañana, tras muchas llamadas uno no pueda encontrar un taxi libre porque están todos ocupados?
[FIN DE ADVERTENCIA SPOILER]
      En mi opinión, casi todas las actuaciones fueron convincentes, dentro de una fantasía algo difícil de digerir y que deja varias líneas argumentales incompletas o simplemente iniciadas para morir a los pocos minutos. Hubo momentos graciosos y en un par de casos hasta memorables, mayormente con el personaje de Martina y Freddy.
Nos encontramos ante una obra que, a lo más, logra tenernos medianamente interesados.

La temporada se inició jueves 11 de febrero y termina el martes 13 de abril en La Plaza ISIL.

Secciones: Teatro

Obra de teatro comentada: Las Brujas de Salem

29 enero, 2010

Te he dado mi alma,
¡déjame mi nombre!
John Proctor, en Las brujas de Salem

      Aún luego de cerrado el telón, el impacto de la vibrante obra permanecía en el ambiente, el público había sido golpeado cual diapasón por una puesta en escena conmovedora y por la sobresaliente actuación de un Paul Vega (John Proctor) cuya voz aún parecía resonar en el recinto. Terminamos abandonando la sala de manera casi reverencial ante tal experiencia vivida.
      Las Brujas de Salem es, tras cinco décadas de haber sido estrenada, un clásico del teatro moderno; la galardonada creación de Arthur Miller (1915-2005) se escenifica en todo el mundo e incluso es motivo de estudio en varias universidades norteamericanas, esto debido a su innovación y por nacer como una referencia directa a las audiencias del senador McCarthy, que en plena guerra fría buscaba comunistas y confesiones forzadas entre las personas que trabajaban en los medios, escribiendo así un vergonzoso episodio para la democracia de su país.
      La historia nos ubica en una comunidad de puritanos, colonos ingleses con una visión extrema de la religión, muchos de los cuales, y como era corriente en el siglo diecisiete, no diferenciaban el mundo corriente y cotidiano del llamado mundo invisible, aquél habitado por demonios y ángeles. Es así que un día, la hija del reverendo Parris (Mario Velázquez), un hombre codicioso y preocupado sólo en su bienestar y buen nombre, cae enferma y yace inconsciente en cama; en conversación con su sobrina Abigail (Melania Urbina) y otras niñas se revela que estas éstas han realizado actividades ocultistas en el bosque, por lo que éste decide llamar al bienintencionado reverendo John Hale (Rómulo Assereto), un autoproclamado experto en el tema para que le ayude a liberarla y encontrar a la persona que debe haberla embrujado.
      El miedo a la presencia de brujas florece en el colectivo, y las acusaciones de las menores se multiplican peligrosamente, de una manera manipuladora, señalan a decenas de mujeres que morirán en la horca al menos que se arrepientan y a su vez acusen a otras personas que supuestamente han sido poseídas. Dada la paranoia supersticiosa existente, se establece un tribunal cuyo juez Harthome (Jorge Sarmiento) acepta el uso de “evidencia espectral”, misma que toma por válidos los testimonios del tipo “yo soñé que”, “yo vi la aparición de” o “sentí que tal persona era el demonio”, en teoría, los niños no mienten…
      En medio de esta vorágine, el granjero John Proctor y su abnegada pero emocionalmente distante esposa Elizabeth (Noma Martínez) caerán en la red de acusaciones, que en este caso se complica dada la infidelidad en la que él primero cayó con Abigail algún tiempo atrás. Ambos deberán tomar decisiones individuales y de pareja, morales y prácticas, que forzarán los límites del sentido común y del instinto de auto preservación. ¿Se sumarán a la lista de más de una decena de muertos a manos de la “justicia” por ser acusados falsamente de brujos o dirán lo que se espera de ellos, condenando a otros para salvar sus vidas?
      Aunque pueda parecernos sorprendente, los hechos descritos por Miller y estupendamente mostrados por el premiado director Juan Carlos Fisher, son tristemente reales. Lo ocurrido en aquella colonial Massachussets aún genera interés y conmoción cada vez que se revive, quizá se deba a la tendencia de la historia a repetirse, como lo hace en cada dictadura o extremismo religioso que aparece, y a que ciertas características nocivas del hombre, como el prejuicio y la manipulación, parecen nunca abandonarlo.

Secciones: Teatro Etiquetas: Brujas de Salem

Cerrando mi primer taller de dramaturgia

18 diciembre, 2009

It ain’t over ‘til it’s over
Lenny Kravitz

      Nunca pensé que formaría parte de un taller de dramaturgia, es más, debo confesar que la palabra no tenía mucho significado para mí sino hasta hace poco. Si bien de niño, mis padres me regalaron mi máquina de escribir (mi querida Olivetti), con la cual también hice un par de libretos para luego interpretarlos junto a mi primo y hermano, la pausa que siguió a estos balbuceos de escenas ha durado hasta unas semanas atrás. Los caminos de Esquilo son misteriosos.

      Cuando este año volví a asistir al teatro, amigos del medio me explicaron varias cosas que desconocía, a la vez que me hicieron notar otras como el hecho de que las infinitas posibilidades que se expresan en la tablas, son escritas por unas personas llamadas dramaturgos cuyas obras son asimiladas por directores e interpretadas por los actores en una producción en la que participan varios tipos de técnicos y especialistas. Más o menos como ocurre en las películas, pero todo al alcance de un mayor número de mortales emprendedores. Entiendo que aquí también, igual que con un libro publicado, el proceso inicia muchas veces con una idea en la cabeza de un escritor.

      Con esto en mente, participé en el taller de Cesar de María, con el objetivo de conocer un poco más de un mundo que empieza a fascinarme y así aprender técnicas que podría emplear en otros proyectos relacionados con la escritura. Ha sido una experiencia increíblemente enriquecedora, una oportunidad para descubrir un nuevo interés y ver lo que hay detrás de cada historia, no solo de teatro, sino de cine o de televisión. Luego de las clases de Cesar, es difícil ver una película sin notar la existencia de un prólogo, primer plot point, mid point o second plot point… Uno puede terminar buscando la información, anticipación, relación o emoción que conlleva una escena por el hecho de ejercitarse, sin importar la calidad de lo que proyectan en la pantalla.

       Conscientes de que un taller no tiene sentido sino ponemos las manos sobre el teclado, recibimos la tarea de escribir nuestro propio proyecto, lo cual inició un proceso que no termina y que me genera enorme placer; la evolución de las sesiones han girado en torno a los pasos y métodos necesarios para lograrlo, partiendo de lo que queremos expresar, comunicar o ubicando a los demonios personales que llevamos dentro y deseamos exorcizar en formato de ficción. Toda creación se lleva consigo partes de su creador, y aunque todas las piezas no están puestas en mi humilde Opus 1, espero pronto ver concluida una primera versión.

       El martes fue la última reunión del ciclo pero, citando a Kravitz, esto no termina hasta que termina, y qué mejor que sea así, cuando el paisaje que bordea el camino luce tan interesante.

Secciones: Teatro Etiquetas: creatividad, dramaturgia, escribir

Obra de teatro comentada: Los 39 escalones (Colombia)

14 diciembre, 2009

        La última noche de mi estadía en Bogotá, ha sido una estupenda oportunidad para asistir con mi familia a un teatro escogido por su cercanía al lugar del hospedaje, el Teatro Nacional La Castellana. Dada su ubicación en una zona residencial de la capital y su apariencia que me recordaba a una pequeña parroquia, no esperaba encontrarme con lo que al final era en realidad: un local lleno con capacidad para casi setecientas personas y una de las mejores entregas que he podido ver este año.
        “Los 39 escalones” es la adaptación de una película de Alfred Hithcock de 1935, la cual es a su vez la adaptación de un libro de John Buchan. La trama, contada en clave de comedia, gira en torno a Richard Hannay, un escocés quien en una obra de teatro conoce a una espía quien antes de morir le revela la existencia de una organización secreta que intenta robar secretos militares ingleses. Esto inicia una huída por diversos escenarios y parajes, persecuciones e intrigas centradas en un Hannay que frecuentemente rompe la cuarta pared, comunicándose con el público.
        Lo sorprendente de esta obra, de casi dos horas de duración más un intermedio, es que con tan solo cuatro actores, se representan decenas de personajes, lo cual debe haber exigido una preparación especial de los artistas que en suma nos entregaron un estupendo desempeño (aunque hubo un par de personajes menos logrados). En la misma línea, con tan solo algunos elementos de escenografía, se representan casi una docena de lugares que incluyen distintas casas, un tren, un puente, carros, esquinas…
        Esta hilarante obra, por su creativa puesta en escena, me recordó lo ilimitado que puede ser el teatro para representar su propio mundo. Dado los premios que ha recibido en otros lugares, espero que alguien se anime a traerla a nuestra Lima, de seguro que valdrá la pena para los espectadores.

Secciones: Teatro Etiquetas: actuación, Bogotá, Colombia, Teatro

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