Todo empezó con una puerta cerrada en medio de un escenario vacío y una música ambientadora que parece provenir de alguna radiola. El posterior silencio da lugar a un insistente timbre que convoca al anciano propietario del vetusto departamento, el señor Green, quien aparece en escena, con la expresión de quien no acostumbra recibir visitas. Abre, y bajo el dintel aparece un joven con barba de algunos días: el joven señor Ross Gardiner. Este último no es un familiar lejano del primero, ni un visitador médico, ni se ha equivocado de dirección, lo que sucede es que Ross ha sido castigado, penalizado por un juez quien ha dictaminado que deberá servir al ochentón, ahora sorprendido, durante cada semana y por varios meses dado que casi termina por atropellarlo en un accidente automovilístico.
¿Qué es lo que obtenemos? Un curioso tipo de justicia práctica, que obliga a dos personas diametralmente opuestas a mantener cierta convivencia en común. Si bien es una formula conocida y explorada muchas veces, aquí nos encontramos ante una propuesta interesante y magníficamente narrada que mantiene fácilmente la atención del espectador, que verá en dos actos cómo la relación entre ambos caracteres (y ¿por qué no?, entre sí mismo y la ficción de la que es testigo) evoluciona, no sin tropiezos, hacia un destino ciertamente trascendente.
Tanto Gardiner como Green tendrán algunos secretos que se revelarán en medio de la sensibilidad del primero y la hosquedad del segundo, entre la flexibilidad del joven y la ultra ortodoxia del viejo, entre la apertura del soltero abogado corporativo y los oídos sordos de aquel ex tendero viudo que nunca tuvo una discusión con su esposa. La antes mencionada puerta frente a la sala, ofrecerá a estos dos individuos la oportunidad de pequeños respiros, recesos necesarios en una coexistencia forzada.
“Visitando al Señor Green” es una exitosa comedia dramática, que desde su estreno en 1996 ha sido montada en decenas de países, escrita por el norteamericano Jeff Baron nos entrega una encantadora historia que, colateralmente, nos hace pensar también en la soledad de la vejez. La puesta en escena ofrecida en el ICPNA ha sido estupenda, así como las actuaciones de Cesar Ritter y Carlos Tuccio, quien nos entrega un inolvidable retrato de alguien totalmente imperfecto, y hasta necio, pero que no deja de irradiar por ello simpatía y alrededor de él gira la trama.
Para los interesados en ir a verla, estos son los datos:
Lugar: Auditorio Icpna Miraflores
Dirección: Av. Angamos Oeste 120 – Miraflores
Fechas: Del 08 de febrero al 14 de marzo, de jueves a lunes
PS: No puedo evitar preguntarme si, forzando a los conductores limeños a visitar a sus casi-victimas (aquellas que logran esquivarlos), obtendríamos algo positivo. Claro, el problema sería que al cabo de algún tiempo, entre tantas visitas, pocos tendrían tiempo para manejar.
Eri dice
Ojalá la repongan en algún momento ya que fue una muy buena obra, de las mejores del primer trimestre. También hice unos comentarios sobre ella. Les dejo el URL:
http://culturalesyviajes.blogspot.com/2010/03/visitando-al-sr-green.html