Lo primero que llama la atención de la Catedral, es que se encuentra ubicada en una mina, lo cual va contra la tendencia natural de buscar a Dios en las alturas (incluso hay una norma en Roma de que ninguna iglesia puede ser mas alta que el Vaticano) o al simple hecho de que pocas atracciones turísticas se encuentran a varios cientos de metros bajo tierra; sin embargo en ningún momento se siente uno realmente encerrado o en peligro, a pesar de que a poca distancia los trabajos de explotación continúan en simultaneo con los recorridos, los cuales se dividen en tres partes bien diferenciadas:
El vía crucis. En la primera parte de la caminata, la cual se realiza casi siempre en descenso, encontramos las catorce estaciones del vía crucis. Aquí el reto de sus constructores era el expresar cada escena, usualmente retratada en las iglesias mediante sombríos cuadros, sin mayores elementos que una cruz (de sal), cubos (¡de sal!), piedras (¿de que material las imaginan?) e iluminación; para ello se ha empleado el simbolismo de distintas formas, les cuento dos de estas:
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¿Cómo mostrar que “Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén” (estación VIII)? Con una cruz y dos rocas al lado de esta, con una iluminación superior que simboliza el abrazo consolador del Señor. (véase imagen)
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¿Cómo mostrar que “Jesús muere en la cruz” (Estación XII)? Con una cruz que se funde en la pared rocosa, porque cuando muere él se funde con todo ser humano.
Las otras doce estaciones, quedan como tarea opcional para el lector encontrarlas en el siguiente enlace.
La cúpula y el Nartex. Tras haber visitado varios templos con cúpulas, nunca pensé que otra de estas estructuras me llamase tanto la atención; ya sea por el efecto de la luz azulada sobre la pulida roca o quizá por una falta de oxigeno no declarada en la mina…, uno no puede dejar de mirar la bóveda (de 11m de diámetro), con asombro mientras se esta parado sobre el piso de mármol. Desde allí se aprecia, a la distancia, la cruz más grande del mundo bajo tierra, la cual se visita posteriormente.
Tras caminar por una serie de galerías y laberintos que conforman la entrada (Nartex) a la iglesia en si misma, se debe elegir entre tres caminos, para que luego el amable guía explique que el del lado derecho lo toman las personas puras, el del centro las personas que han pecado y el izquierdo los impuros. Felizmente todos conducen al mismo lugar. (Dado que los tres viajeros tomamos el mismo camino, sería una infidencia señalar cual de las posibles rutas escogimos…)
Las tres naves. O la catedral en si misma. Ubicada a 180 metros de profundidad contiene las tres naves principales, además de una capilla a la Virgen. Es una cavidad enorme en la cual entran cientos de personas; en una de sus paredes encontramos el altar mayor con un peso de 18 toneladas y tras el, la cruz que anteriormente vimos se manifiesta como una concavidad en la roca de 16 metros de alto, iluminada interiormente para dar la ilusión óptica de solidez.
En esta etapa también destacan una pila bautismal iluminada de azul, varias esculturas que incluyen la Creación de Adán y un altar al Divino Niño (que cuenta con su propia Iglesia en Bogota)
A diferencia de otras catedrales, y quizá esta sea otra característica única de está, la salida es una escalada que dura varios minutos, durante los cuales, a través de los corredores, uno se pregunta si realmente se esta saliendo del interior de una mina.