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Giuseppe Albatrino

Escritor, Dramaturgo y Divulgador Científico

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turismo

Libro comentado: El intermediario

14 diciembre, 2009 by Giuseppe Albatrino

       John Grisham es un autor americano bastante conocido por sus thrillers legales, muchos de ellos llevados al cine en películas como “El informe pelícano”, “Tiempo de matar” o “Jurado fugitivo”; en esta oportunidad, nos entrega una incursión al mundo de los espías internacionales quienes desean acabar con la vida de un abogado (lo cual no es algo negativo per se) quien es el responsable de haber robado un sistema de satélites que puede cambiar el balance de poder en el mundo.
       Joel Backman trabaja como un broker en Washington, no tiene más norte moral que el que señala el dinero, dueño de un rico buffet cae en desgracia cuando intenta comercializar con secretos de estado, traicionando a su país. Ante el repentino “suicidio” de su socio, cae en cuenta que su vida corre peligro, por lo que decide colaborar con su gobierno en búsqueda de, al menos, mantenerse vivo. Sentenciado a una prisión de alta seguridad y al aislamiento, cambiará los trajes de miles de dólares y un abundante sobrepeso, por el uniforme de la prisión y una dieta que lo cambiará sustantivamente.
       Su encierro terminará por una absolución de un iletrado y poco moral Presidente (una mezcla de George Bush con Bill Clinton), quien aconsejado por la CIA acabará sus días en prisión con un solo objetivo: ver quién lo mata primero. De esta forma, se podrán esclarecer muchas dudas no resueltas en torno al fabricante de la tecnología y a los compradores frustrados de la misma. Los países involucrados son Rusia, Israel y China. Para poder acelerar el exterminio, deciden colocarlo en algún lugar en donde su presencia, aún en un programa de protección a testigos, podría ser muy obvia (dado que los americanos hablan usualmente solo su lengua): Italia.

        A partir de allí Joel representa al individuo común y corriente, intentando ubicarse en un nuevo ambiente e idioma, de la mano de un traductor, una agraciada guía y de su entrenador de la CIA, podremos conocer junto a él más de Italia. Al igual que el personaje principal, el libro hace una transformación importante, deja de ser una novela para convertirse casi por completo en una guía de viaje de Bolonia, que expone a su gente, costumbres, hábitos, comidas e historia.
(Justamente, dado que el libro lo leí estando en Italia, me resultó muy útil, incluso una de las anécdotas del viaje las obtuve al comprobar una de las aseveraciones que éste hace sobre el café capuccino, los italianos, la hora de almuerzo y la forma de conducir)

        Con el tiempo, y con la mayoría de lecciones de turismo terminadas, nuestro corrupto abogado sospecha que en su espalda su gobierno ha pintado un cartel de tiro al blanco, y decide huir, por algunos países europeos, brindándonos una entretenida aventura que no llega a ser verdaderamente emocionante.

       Para quien espera una buena novela de espionaje, definitivamente le recomiendo acudir a otros autores como Fredery Forsyth o Tom Clancy, aquí Grisham se encuentra muy lejos de sus dominios. Sin embargo, para quien desea pasar un momento agradable conociendo más de una región tan bella como la Toscana, éste es un buen texto.
Calificación: 2.5 de 5.

Publicado en: Libros Etiquetado como: Bologna, espionaje, Grisham, Libros ESP, turismo

Anotaciones desde Paris

22 octubre, 2009 by Giuseppe Albatrino

      Luego del marcado frío de Berlín y tras catorce horas de tren nocturno, se llegó a Paris, que parecía dar la bienvenida al visitante con un clima menos hostil que su contraparte alemana. La primera impresión, partiendo de la estación Gare de l’Est, es que nos encontramos de vuelta en el mundo latino, de calles no siempre limpias, gente pidiendo dinero, cuadras que cambian de nombre sin previo aviso y cierta flexibilidad a la hora de cruzar las pistas; a diferencia de la ciudad anterior, la cuna de De Gaulle y Voltaire, no tuvo que ser reconstruida desde sus cimientos tras la Segunda Guerra Mundial, por lo que su centro histórico permanece antiguo y muchos monumentos centenarios aún de pie.
      Si bien buena parte de Europa, al menos en esta época de año, viste ropa gris, negra o de tonos cercanos a éstos, la gente cambia de lugar en lugar; aquí existe una importante cantidad de personas de color y asiáticas, lejos quedan la homogeneidad germana y sus rascacielos humanos. Existe una amabilidad general en las calles, pero para muchos negocios, el cliente que habla en inglés o en español no encontrará mayor ayuda que la que encontraría un hombre invisible y sin voz…esto, a pesar que los precios que ofrecen son extraordinariamente altos (por ejemplo una coca cola que cuesta 1 euro en Berlín o Roma, aquí es etiquetada en 1.7 euros). De allí que la mejor estrategia para ahorrar, sea la de comprar comida en el supermercado y cocinarla en el hostess.
      A la mayoría de sitios por los cuales es principalmente conocida Paris, se llega a pie o en metro en pocos minutos; entre ellos podemos mencionar algunos:

El puente nuevo. Que no es tan nuevo en realidad. Fue inaugurado en 1607, es el más antiguo de los que atraviesan el río Senna. En los lados del exterior cuelgan como un centenar de cabezas de piedra, son los rostros de los amigos de un rey que asistieron a una fiesta, quién pidió primero que los retrataran y que luego los vuelvan esculturas, creando lo que hoy sería, la primera expresión Facebook de la época.

El puente nuevo, con los rostros de los amigos del rey

La catedral de Notre Dame. Conocida por figurar en los miserables de Victor Hugo y por el famoso Jorobado que lleva su nombre. De estilo gótico, se construyó entre 1163 y 1345, la tardanza se debió a la inclusión de columnas externas, que dejan espacio más libre para el interior del templo. Aquí se coronó a Napoleón Bonaparte y beatificó a Juana de Arco.

El arco del Triunfo, en realidad hay varios arcos en los alrededores, pero el más grande se encuentra por los campos Eliseos. El modesto de Napoleón, ordenó construirlo para poner en él los nombres de sus batallas victoriosas. Bajo él, se encuentra la llama permanente, que simboliza a los soldados desconocidos muertos por Francia.

La plaza de la Concordia y su Obelisco. Este último es egipcio, de Luxor, recibido como regalo en 1831. (En Roma hay otros semejantes, de mismo origen faraónico)

Torre Eiffel. El más reconocible símbolo francés, construido en 1887 para ser mostrado en una feria mundial, deberían haberlo desarmado en 1900, pero se quedó más tiempo dado que le encontraron uso para colocarle antenas de radio. Se le puede ver desde casi todas las calles del centro, hoy es casi imposible imaginar el rostro de Paris, sin tamaña creación.

Torre Eiffel de noche

Y por supuesto, ¡el Museo de Louvre!. Al lado de aquellas pirámides de vidrio construidas en la era de Miterrand, que desagradan a la mayoría de parisinos, figura uno de los museos más grandes del mundo; se dice que si uno tomase medio minuto para ver cada pieza de su catálogo, y no comiese ni descansase hasta terminar la empresa, tardaría treinta y dos días en efectuar la revisión completa. Una de las mejores comodidades de este lugar sobre otros, es que ¡se permite tomar fotografías! (sin flash), lo cual significa que en el momento en que alguna obra nos llama la atención de manera significativa, podemos capturarla en digital para volver a ella luego o informarnos más.
Presenta antigüedades egipcias, griegas, pinturas del renacimiento, arte medieval… entre sus estrellas se encuentra la que seguramente es la dama más fotografiada de la historia y que cuenta con al menos tres guardaespaldas puestos de pie, permanentemente a su lado: la Mona Lisa (es curioso notar que, a pesar de que ha sido un millón de veces reproducida, todos queremos nuestra propia foto de ella) También se encuentra la no menos famosa Venus de Milo.

La mona Lisa

      Un poco más lejos, a 40 minutos del centro, hallamos el Palacio de Versalles, cuya fastuosidad nos hace entender lo que significa “vivir a cuerpo de rey” y explica porqué el pueblo ignorado se reveló ante el poder que ostentaba una riqueza extravagante. Aquí, los salones están ricamente adornados, en paredes y techos, con pinturas y esculturas. El arte estaba al servicio de la monarquía, por ejemplo, en infinidad de cuadros figura el rey Luis XIV (el rey Sol) en “el centro de la foto”. De las estancias en que se divide, la más conocida es seguramente, la Galería de los Espejos, la cual uno tarda varios minutos en atravesarla, en ella, rodeados de lujo, candelabros (¡y espejos!), la corte realizaba sus fiestas y bailes.
En lo personal, más que el interior del gigantesco palacio, me llamó la atención el conjunto de fabulosos jardines que lo rodean (estando en el otoño boreal, supongo que sería aún mejor en el primavera), que se extienden por cientos de metros, al lado de los verdes senderos y laberintos, contiene fuentes adornadas por personajes mitológicos.
Para los que disfrutan de las cifras, les comento que según la literatura del lugar, el dominio costó construirlo 80 millones de libras y el presupuesto anual del estado fue, en un año, de 60 millones de libras.

Detrás mío, uno de los bellísimos jardines de Versalles

      Sin lugar a dudas, en París abundan los lugares para visitar y quedarse, pero los días de lluvia que están empezando, parecen indicar que ya es hora de regresar a casa.

Publicado en: Vivencias y Opinión Etiquetado como: Europa, Francia, paseos, Torre Eiffel, turismo, viajes

Anotaciones desde Berlín

20 octubre, 2009 by Giuseppe Albatrino

Al llegar a la estación de tren de Berlín, el visitante es recibido por un moderno y gran edificio de cristal y vidrio, de cuatro pisos de alto, en donde encontramos una multitud de locales (panaderías, cafés, tiendas de ropa, revistas) y servicios; es clara la diferencia con sus equivalentes de otras ciudades importantes (Milán, Roma, Amsterdam, Praga, Viena,…), aquí hacen honor al hecho de que los alemanes son la tercera economía más grande del mundo.

Dado que la ciudad entera fue prácticamente arrasada durante la Segunda Guerra Mundial, por los bombardeos aliados, lo que encontramos es una ciudad nueva, llena de edificios y calles contemporáneas, así como abundantes parques y áreas verdes; súmese a esto el hecho de que sus ciudadanos son sumamente ordenados y limpios y tendremos un lugar muy agradable.
Berlín lleva consigo un pasado muy complejo y marcado, que incluye la barbarie nazi y el de ser un frente de batalla entre oriente y occidente durante la guerra fría, todo lo cual se ve reflejado en sus calles, en donde los memoriales, monumentos y reconocimientos están esparcidos en el horizonte. Por ejemplo, no muy lejos de la estación de llegada, encontramos el Memorial a los judíos muertos en el holocausto, el cual consiste en 2711 bloques rectangulares:

A pocos metros de éste, hallamos el memorial a los homosexuales perseguidos y asesinados durante la era de Hitler. Al observar por la pequeña ventana del mismo, se puede ver un video de dos hombres besándose (el lesbianismo no fue tan acosado y sancionado):

Cerca, encontramos la Postdamer Platz, con un pedazo de aquella muralla que dividía la ciudad en dos y de la cual queda muy poco hoy en día:

Sin embargo, no todo se relaciona con necesarios mea culpas sino que el turista puede también encontrar lugares famosos como la puerta de Brandemburgo cuyo acceso paso central estaba cerrado al pueblo hasta la primera guerra mundial; hoy en día se puede ver en ella «parches «y arreglos que ocultan los daños que sufrio durante ambas guerras mundiales. Aquí una foto nocturna que pude tomarle:

El parlamento, incendiado en los inicios de la dictadura nazi, es hoy un edificio reconstruido y de libre acceso (previo detector de metales) en donde el nuevo siglo parece ser representado mediante una impresionante cúpula que se encuentra en el piso superior:

Como toda ciudad importante, cuenta con iglesias antiguas, como la del Domo (en la fotografía, también puede verse a la derecha la estación de televisión de la Alexander Platz), allí supuestos refugiados serbios piden dinero en todos los idiomas posibles.


No podían faltar toda clase de museos y exhibiciones: ya sea de la guerra fría (Checkpoint Charlie), la policía secreta, el pasado nazi (como la muestra «Topografía del terror», la historia de los Kaisers o los de arte, por ejemplo, cuentan con una muestra permanente de Dalí en donde uno puede constatar que el hombre estaba genialmente loco.
La gente es sumamente amable y siempre dispuesta a ayudar; todos parecen coexistir en paz entre un presente desarrollado y un pasado lleno de cicatrices que las calles no dejan de señalar.

PS: Cabe resaltar que a apenas una hora en metro se llega a Potsdam, una linda ciudad llena de jardines, campos y palacios de la cual espero postear próximamente.

Publicado en: Vivencias y Opinión Etiquetado como: Alemania, Brandenburgo, Europa, paseos, turismo, viajes

La primera maravilla de Colombia

21 mayo, 2009 by Giuseppe Albatrino

Dado que cada día de mi reciente viaje a Colombia estuvo centrado en la visita al medico, ni uno de los tres viajeros pudimos salir de Bogota hasta la penúltima fecha en la cual nos dirigimos a un pequeño pueblo llamado Zipaquirá, que queda a 49 kilómetros de la capital colombiana, y es el lugar en donde se ubica la llamada Primera Maravilla de Colombia: La Catedral de Sal; en esta entrada quisiera contarles de este pequeño paseo a esta interesante obra que mezcla la ingeniería minera con expresiones artísticas y arquitectónicas en búsqueda de un sentir religioso.

Lo primero que llama la atención de la Catedral, es que se encuentra ubicada en una mina, lo cual va contra la tendencia natural de buscar a Dios en las alturas (incluso hay una norma en Roma de que ninguna iglesia puede ser mas alta que el Vaticano) o al simple hecho de que pocas atracciones turísticas se encuentran a varios cientos de metros bajo tierra; sin embargo en ningún momento se siente uno realmente encerrado o en peligro, a pesar de que a poca distancia los trabajos de explotación continúan en simultaneo con los recorridos, los cuales se dividen en tres partes bien diferenciadas:

El vía crucis. En la primera parte de la caminata, la cual se realiza casi siempre en descenso, encontramos las catorce estaciones del vía crucis. Aquí el reto de sus constructores era el expresar cada escena, usualmente retratada en las iglesias mediante sombríos cuadros, sin mayores elementos que una cruz (de sal), cubos (¡de sal!), piedras (¿de que material las imaginan?) e iluminación; para ello se ha empleado el simbolismo de distintas formas, les cuento dos de estas:

  • ¿Cómo mostrar que “Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén” (estación VIII)? Con una cruz y dos rocas al lado de esta, con una iluminación superior que simboliza el abrazo consolador del Señor. (véase imagen)
  • ¿Cómo mostrar que “Jesús muere en la cruz” (Estación XII)? Con una cruz que se funde en la pared rocosa, porque cuando muere él se funde con todo ser humano.

Las otras doce estaciones, quedan como tarea opcional para el lector encontrarlas en el siguiente enlace.

La cúpula y el Nartex. Tras haber visitado varios templos con cúpulas, nunca pensé que otra de estas estructuras me llamase tanto la atención; ya sea por el efecto de la luz azulada sobre la pulida roca o quizá por una falta de oxigeno no declarada en la mina…, uno no puede dejar de mirar la bóveda (de 11m de diámetro), con asombro mientras se esta parado sobre el piso de mármol. Desde allí se aprecia, a la distancia, la cruz más grande del mundo bajo tierra, la cual se visita posteriormente.

Tras caminar por una serie de galerías y laberintos que conforman la entrada (Nartex) a la iglesia en si misma, se debe elegir entre tres caminos, para que luego el amable guía explique que el del lado derecho lo toman las personas puras, el del centro las personas que han pecado y el izquierdo los impuros. Felizmente todos conducen al mismo lugar. (Dado que los tres viajeros tomamos el mismo camino, sería una infidencia señalar cual de las posibles rutas escogimos…)

Las tres naves. O la catedral en si misma. Ubicada a 180 metros de profundidad contiene las tres naves principales, además de una capilla a la Virgen. Es una cavidad enorme en la cual entran cientos de personas; en una de sus paredes encontramos el altar mayor con un peso de 18 toneladas y tras el, la cruz que anteriormente vimos se manifiesta como una concavidad en la roca de 16 metros de alto, iluminada interiormente para dar la ilusión óptica de solidez.

En esta etapa también destacan una pila bautismal iluminada de azul, varias esculturas que incluyen la Creación de Adán y un altar al Divino Niño (que cuenta con su propia Iglesia en Bogota)

A diferencia de otras catedrales, y quizá esta sea otra característica única de está, la salida es una escalada que dura varios minutos, durante los cuales, a través de los corredores, uno se pregunta si realmente se esta saliendo del interior de una mina.

Publicado en: Vivencias y Opinión Etiquetado como: Colombia, turismo

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