Esta semana la NASA ha anunciado un inusual record. Alrededor de una estrella se han encontrado siete planetas de tamaño parecido al nuestro y que podrían contener agua en estado líquido.
Los que esperamos ansiosos la conferencia de prensa de la NASA este miércoles 22, no fuimos decepcionados. Se rumoreaba que trataría de un hallazgo relativo a la vida fuera del Sistema Solar, y si bien aún no encontramos a los míticos hombrecillos verdes, lo anunciado ese día no deja de ser importante.
Estamos ante un nuevo y particular record: se ha encontrado el mayor número de planetas, del tamaño de la Tierra y que contendrían agua en estado líquido, alrededor de una estrella. Esto vale la pena explicarlo por partes.
Por muchísimo tiempo los astrónomos modernos se preguntaron si alrededor de las estrellas habría otros mundos. Es de esperarse que si no estamos solos en el Universo, sea en los planetas en donde se forme la vida. No fue hasta el año de 1992, con el descubrimiento de “Draugr” y “Poltergeist” (sí, “Poltergeist” fue el nombre que le pusieron), que se confirmó que nuestro Sol no era el único astro en viajar acompañado.
El entusiasmo generado por estos primeros exoplanetas, llamados así por encontrarse fuera del Sistema Solar, no se detuvo allí. Hoy en día, hay catalogados más de 3,500 de estos cuerpos, de los cuales una treintena se encontrarían en la “zona habitable”, es decir, orbitan alrededor de su estrella a una distancia tal que su temperatura permitiría la formación de vida.
Lo que no habíamos encontrado hasta esta semana, era que alrededor de una sola estrella (llamada Trappist-1) hubiera tantos planetas de tamaño semejante al de la Tierra. Hablamos de siete. De los cuales, no uno sino tres de estos se encontrarían en la tal llamada zona habitable.
Esta información no sería posible sin el empleo de impresionantes instrumentos científicos. Por ejemplo, el telescopio espacial Spitzer, un artefacto de más de 800 kilos y que costó 720 millones de dólares construir, tuvo que observar por casi 500 horas continuas a Trappist-1 para poder determinar la masa y densidades de los nuevos mundos.
Pero ninguna tecnología actual podrá ayudarnos a cruzar los 40 años-luz que nos separan de estos prometedores planetas rocosos. La mayor velocidad alcanzada por el hombre ha sido de 11.8 kilómetros por segundo, a bordo de la nave espacial Apollo 10, con lo cual nos tomaría poco más de un millón de años llegar hasta allá.
A pesar de las distancias, podemos animarnos con la idea de que, conforme sumemos más planetas a nuestro listado, las posibilidades de no estar solos en el universo se hacen mayores.