Esta semana NASA ha renombrado a la misión que el próximo año lanzará hacia el interior del sistema solar, y que se acercará al Sol como ningún artefacto lo ha hecho antes.
La contaminación lumínica generada por el alumbrado público, priva a los que vivimos en grandes ciudades de los centenares de estrellas que, de otro modo, podríamos observar a simple vista. Sin embargo, es imposible ignorar a la estrella más cercana de todas: nuestro Sol.
Estando tan cerca de nosotros, es fácil olvidar que el Sol es solo una de las cien mil millones de estrellas que componen nuestra Galaxia. Incluso si nos alejáramos lo suficiente, este se vería tan solo como un punto luminoso en vez del disco brillante que vemos cada día. Por ello, estudiarlo nos ayuda a saber más de las demás estrellas, tal como lo hará la sonda espacial Parker que ha estado presente en las noticias de la semana.
Si bien diversos medios de prensa han señalado que este 31 de mayo NASA ha anunciado una misión hacia el Sol, en realidad esto ya se hizo en el 2008. El evento que sostuvo la agencia espacial esta semana fue para bautizar la sonda con el nombre del astrofísico Eugene Parker, quien por los años ‘50 propuso varios conceptos de cómo las estrellas despiden energía. El doctor Parker también describió el llamado viento solar (flujo de partículas eléctricamente cargadas que despide el Sol) y teorizó una explicación del porqué la atmósfera solar es más caliente que su propia superficie.
Una particularidad adicional, es que el mismo doctor Parker participó en el evento, siendo este el primer caso en que una sonda espacial es bautizada con el nombre de una persona aún viva. Allí mismo se confirmaron las fechas de los hitos de la misión: despegará a mediados del próximo año para recién el 2024 tener su primer encuentro cercano con el Sol. Su larga ruta, elaborada para ahorrar combustible, lo llevará antes a visitar siete veces el planeta Venus.
De funcionar todo bien, la sonda de media tonelada y del tamaño de un auto, llegará a dónde ninguna otra máquina ha llegado antes, a apenas 5.9 millones de kilómetros de distancia del Sol. Para ponerlo en perspectiva, podemos decir que si el diámetro del Sol fuese de unos 100 metros (el largo de una cuadra), la sonda se aproximará a menos de medio milímetro de su superficie, debiendo soportar temperaturas cercanas a los 1377 grados centígrados. Para esto cuenta con un escudo de compuesto de carbono de 11.4 centímetros de ancho, que se encargará que los componentes internos trabajen a temperatura tolerables.
Toda esta maravilla de la ingeniería tiene por objetivo obtener información que de otro modo sería imposible. Desde la vecindad del Sol obtendrá datos que ayudará a los científicos a entender, entre otras cosas, la estructura y dinámica del campo magnético del Sol, su atmósfera y los vientos solares. Aunque lo más probable es que, como ha ocurrido con otras misiones del pasado, los nuevos descubrimientos den paso a su vez a nuevas interrogantes.
En todo caso, quizá lo más sorprendente sea que, por primera vez en la historia, un artefacto hecho por el hombre estará tocando una estrella.