La última producción de Lucasfilm hace uso de efectos especiales para incluir actores que protagonizaron Star Wars en 1977
Estaba en el cine disfrutando de “Rogue One” cuando la aparición de Peter Cushing, como el maloso Gobernador Tarken, casi me hace sacar la calculadora: lo que veía en pantalla era o bien un actor de más de cien años de edad, estupendamente conservado, o la productora había aprendido de alguna forma a resucitar muertos. Evidentemente era esto último, al menos en un sentido digital, y el resultado no ha estado exento de polémica. En muchos aspectos, podría ser un vistazo a lo que nos depara la tecnología en un futuro no muy lejano.
Para contar con la imagen del fallecido actor británico en este episodio de la saga, se requirió de un actor que tuviera su talla y contextura para que prestara su cuerpo. Este filmó las escenas como lo haría cualquier artista, pero además tuvo que usar un casco del cual colgaron sensores ópticos, enfocados a su cara, la misma que estaba pintada con pequeños círculos o marcadores. El objetivo de esta parafernalia, era capturar sus expresiones faciales que luego serían reemplazadas por el rostro de Cushing gracias a los técnicos.
John Knoll, el encargado de los efectos especiales del film, en declaraciones al New York Times señala varias cosas interesantes sobre esta operación. En primer lugar, respondería a la necesidad de la trama y, segundo, haber logrado el resultado obtenido es algo costoso por lo que no cree que se use esta tecnología de una manera casual (léase: hacer una película con Humprey Bogart saldría muy caro). Pero si algo hemos aprendido de la tecnología, es que en el mundo de las computadoras lo costoso, con el tiempo se vuelve barato.
Ya en 2005, en su libro “Virtual Humans” Peter Plantec exhibía una serie de herramientas de software para construir rostros, voces, y sistemas capaces de ˝conversar” con seres humanos. Usando una de estas, cargué mi foto y conseguí que mi avatar moviera sus labios sincronizándolos con un texto cualquiera (una curiosa experiencia, debo añadir). Y hablamos de once años atrás… Hoy en día, el Instituto para las Tecnologías Creativas de la Universidad del Sur de California ofrece gratuitamente herramientas aún más avanzadas orientadas a la creación de humanos virtuales, con los que podremos mantener conversaciones.
Con Rogue One, se encendieron varias alarmas éticas. Una columnista del medio británico The Guardian tilda la resurrección de Cushing de “indignidad digital” y otros se preguntan sobre cuál es el límite, si ¿habrá más películas con actores desaparecidos? La reciente muerte de Carrie Fisher, la querida princesa Leia, no hace más que reforzar la pregunta.
Mientras tanto, yo creo que más allá de actores muertos, otro escenario posible lo conforman los actores que no existen. No es necesario imitar la imagen de alguien conocido cuando se puede fusionar rasgos físicos de un conjunto de personas en una sola cara. Esto ya se hizo en junio del 2011 cuando la banda de música japonesa AKB48 anunció a una nueva integrante que apareció en un comercial y una revista pero que a la final solo existía en la memoria de un ordenador.
Dado todo esto, quizá llegué el día en que, así como ciertos grupos exigen se etiquete a los alimentos transgénicos, otros reclamen se haga lo mismo con los actores que parecen ser de carne y hueso, nos emocionan como tales, pero tienen un origen digital… O resulte que ya estaban muertos antes de filmarlos.