“El arte nunca está terminado, sólo abandonado”.
Leonardo da Vinci
En la pérgola del Jockey Plaza y hasta el 09 de Agosto se está presentando una exhibición itinerante que muestra parte de la obra de Leonardo Da Vinci. Para muchos, este genio es únicamente el creador de “La última cena” y la “Mona Lisa”; sin embargo, este hombre del renacimiento tenía más de 20 profesiones que incluyen, además de pintor, el ser escultor, anatomista, ingeniero, escritor, músico y botánico. Si bien es imposible hoy en día cubrir en profundidad el desarrollo moderno de tantos campos, la obra de Da Vinci es una invitación a mantener una mente despierta y curiosa.
Al ser Leonardo hijo ilegítimo, no tuvo derecho a acceder a una educación formal, algunos piensan que por esta razón tuvo el tipo de escritura que mantuvo (de derecha a izquierda), para otros pudo deberse a que sufriera de dislexia y para otro grupo el hecho es una demostración de su constante temor a que le roben sus ideas; sea el motivo correcto que fuese, en la muestra podremos apreciar mucho de su escritura en la forma de cuadernos, llamados códices, en los cuales anotaba sus ideas y en las impresionantes páginas en las cuales documentaba sus estudios del cuerpo humano.
Luego de los códices, el visitante podrá apreciar prototipos de máquinas voladoras que implementan los bosquejos del maestro Florentino; si bien casi todos eran irrealizables, tanto ayer como hoy, el paracaídas piramidal fue el único que ha sido probado con relativo éxito. Mucho mejor le fue con las distintas máquinas que construyó para levantar grandes pesos o convertir el movimiento lineal en circular, las cuales se pueden ver confeccionadas en madera y que de seguro un ingeniero mecánico apreciará y entenderá mejor que mi persona.
Una interesante mención de la guía era que a “pesar de ser vegetariano y pacifista”, Leonardo creó armas para sus mecenas; me parece curioso porque se asocia el no comer carne a la misma categoría de no matar personas. En todo caso, se aprecia en la muestra un prototipo de tanque, un traje de buzo, una metralleta y otras armas; quizá la más “inocente” de todas era una especie de “multi tambor” que usado por un solo hombre, simulaba el sonido de muchos de estos instrumentos, que en la batalla se empleaban para sincronizar las tropas.
En el lado artístico, algunos nos enteramos por primera vez de su participación en el teatro, con el invento de un proyector que creaba distintos fondos para las escenas, consistente en una caja cerrada, una luna y en su interior una vela (¡sí!, como si se tratase de los Picapiedra…) que ilumina la figura que se le coloque.
También se aprecian réplicas de sus obras, en las que nos explican cómo se crearon clásicos como las pinturas mencionadas o el hombre del Vitrubio (en lo personal me cautivo “San Jerónimo penitente”). Es una lástima conocer que, por emplear algunas técnicas de su invención al momento de pintar, mucho de su trabajo no haya persistido en el tiempo como es debido.
El buen uso que se le dé a los 30 soles que cuesta la entrada dependerá mucho del visitante, en mi humilde opinión ésta debería costar menos dado el número de piezas y la duración de la muestra; esto no niega el hecho que los guías hicieron un buen trabajo con el material disponible.
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PS: Es lamentable notar que una exposición cultural de este tipo, entrega folletos con tantos errores tipográficos y de redacción.