Si bien podemos vislumbrar claramente su visión personal del mundo en sus numerosos escritos, es en su penúltimo libro, El mundo y sus demonios (que a decir de sir Arthur C. Clarke debería de ser de lectura obligatoria en todas las universidades), en que destaca en un tono muy personal sus opiniones sobre la ciencia como lo más preciado, un bastión contra el misticismo, la superstición y la religión aplicada erróneamente, una herramienta que se corrige a si misma; no solo eso, el libro desenmascara formas de seudo ciencias como los círculos de los sembríos, astrología, abducciones y un largo etcétera. También habla de manera muy particular de la religión cristiana con temas como las apariciones marianas, los milagros en la edad media, las reliquias, la santa inquisición.
El agnosticismo religioso de Sagan me permito traducirlo como un voto de humildad, la expresión de un “no tengo evidencias suficientes” o “no hay argumentos concluyentes” o un “no me gustan lo que las religiones han hecho” (como he dicho en su libro se exponen numerosas manipulaciones religiosas). Lo interesante es que proviene de una búsqueda propia, en su obra Contacto, pone en boca de uno de los personajes la queja frustrada de no encontrar alguna línea bíblica que exprese, según el autor, una autoría realmente no humana y en El Mundo…. expone de manera conmovedora el precio que debe pagar, al no tener consuelo, dado que extraña a sus padres muertos (con quienes a veces sueña) pero no puede creer en la vida luego de la muerte.
Sagan es uno de mis autores favoritos e influyentes, incluso yo mismo he sido agnóstico por muchos años (y a veces por ratos), pero no comparto su postura, la cual espero tratar en una próxima entrada sobre ciencia y fe.