Al enterarme el jueves por la mañana que Mario Vargas Llosa había sido galardonado con el Nobel de Literatura, sentí una alegría que me acompañó el resto de la jornada, algo así como si un familiar hubiera recibido alguna recompensa. Mis emociones, impensadas y gratuitas, me decían que el premio era también de todos los peruanos. Al final del día, una niebla apareció y empecé a dudar un poco sobre la pertenencia del premio.
El Nobel, es sin lugar a dudas, uno de los mayores galardones que un individuo puede recibir en su campo de estudio, ya sea en Ciencias Puras, Literatura, Medicina, Economía o por contribuciones a la Paz Mundial. Su prestigio es inmenso y muchas semblanzas, biografías, documentales o noticias en que se hacen sobre alguien que lo ha ganado comienzan justamente, con la mención del premio. ¡Es uno de los mayores hitos en la vida de los recipientes!, indeleble e imborrable que opaca a casi todas las demás distinciones. (En algunos casos ocurre en sentido inverso: pocos recuerdan que el gran Winston Churchill ostenta así mismo un Nobel de literatura).
Creo que la distinción que ha recibido nuestro afamado escritor es un logro marcadamente individual en una larga carrera dedicada a las letras. Pero a diferencia de los entregados en los campos de investigación científica, aquí no se refleja el logro de un sistema, una sociedad o para tal caso una nación que, como las desarrolladas, vienen acaparando, año tras año, los Nobel de física o química gracias a sus estructuras académicas e inversiones que promueven concienzudamente estos intereses. Por el contrario, nuestros bajísimos índices de lectura no hablan nada bien del país de origen del próximo visitante a la academia Sueca.
Sin embargo, he podido ver en las librerías locales, el lugar destacado que ahora ocupan sus libros, reubicados para la ocasión. ¿Qué mejor oportunidad para conocer su obra y promover la lectura en nuestro medio?, ¿o para que aquellos que lo leyeron obligados en la escuela lo lean de nuevo pero sin desgano?. En lo personal, ahora que se desvelan detalles como su sencillez y dedicación incansable por escribir, encuentro una inspiración connacional.
Algunos aún se preguntan sobre si el premio alcanza para todos. Para jolgorio de muchos, el dueño de la fiesta ha invitado a los peruanos (y latinoamericanos) a celebrar con él su ascenso al templo de los escritores. ¿Cómo ignorar tamaño llamado?
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PS: ¿Quién diría que de un epitafio prematuro nacería uno de los mayores premios? Pero así fue. El pobre Alfred Nobel leyó en la prensa, ante la noticia errónea de su muerte, cómo un periodista se refería a él como un “mercader de la muerte” por su invención de la dinamita. En vez de demandarlo o comprar el diario para despedirlo, decidió reevaluar su legado para la humanidad. ¿Resultado? En 1901 se estableció los premios que llevan su nombre.
Caarmen Aza dice
Es un orgullo para todos lo peruanos y hay que celebrarlo. Recomendaría tomar clases de lectura integral donde puedes leer hasta 3400 palabras por minuto con compresión al 100%.
esto nos daría más tiempo para leer tantas obras importantes.