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Giuseppe Albatrino

Escritor, Dramaturgo y Divulgador Científico

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espacio

A veinticinco años del Challenger

1 febrero, 2011 by Giuseppe Albatrino

Y mientras que, con mi mente elevada y en silencio,
he andado por la inviolable santidad del espacio,
he extendido mi mano, y he tocado la cara de Dios.
                                                John Gillespie Magee, Jr.

      Para una generación de escolares, aquel 28 de enero, marcó permanentemente nuestras memorias. La imagen de la majestuosa nave, abriéndose paso pesadamente, para luego convertirse en bruma blanca cayendo al mar, es imborrable. Sucedió en directo y a colores: siete viajeros espaciales, montados en una compleja máquina, desaparecieron en segundos ante nuestros ojos.

      Por la rudeza y peligro del despegue, el transbordador espacial se asemeja a una mariposa posada en un cohete, sin embargo, a pesar de su fragilidad, los tripulantes no contaron con un medio de escape. La NASA llegó a considerarlo suficientemente seguro, como si cada vuelo fuera efectuado por una curiosa aerolínea y no por un vehículo que, hasta el día de hoy, es básicamente experimental.

      El Challenger, y por extensión la flotilla a la que pertenecía, fueron vendidos al congreso con la falsa promesa de convertir los viajes a la última frontera en algo rutinario. Despegaría como las naves de antaño, orbitaría por varias semanas y aterrizaría como un avión (del tamaño de uno de pasajeros) en el desierto. ¡Algo más!, fue construido para visitar una enorme estación espacial, que no estuvo disponible hasta casi veinte años después.

      El transbordador nunca funcionó como se suponía lo hiciera. Un ejemplo: imagine que compra un carro y que luego de usarlo, en vez de chequear las llantas y los niveles, debe desarmar casi por completo su motor y efectuar un planchado casi completo de la carrocería… así es el mantenimiento que deber recibir para cada viaje. Este es el sistema al que abordaron los siete aventureros, con dos factores añadidos: su institución estaba contra el tiempo debido a un calendario ajustado y su tolerancia a los riesgos era alta. Los resultados fueron fatales, una fuga de combustible en uno de los cohetes sólidos destruyó la nave matando a sus tripulantes.

      La dirigencia americana, de luto y acongojada, convocó a distinguidos personajes a una comisión que incluía a Richard Feynman, Neil Armstrong y Sally Ryde. Investigaron lo ocurrido, en lo que hoy es un caso de estudio desde el punto de vista de seguridad en la ingeniería y la ética en el ambiente del trabajo. Pasarían muchos años para que otra tragedia, la del Columbia, nos recordase que, a pesar de los nuevos controles, ir al espacio es aún un negocio riesgoso.

      Sin embargo, NASA nunca ha tenido escasez de voluntarios, ni las tragedias de este tipo menguaron el interés por cruzar los cielos. Muchos parecen coincidir con el astronauta Gus Grisson, “la conquista del espacio vale el riesgo de nuestras vidas”, para los astronautas del Challenger, esto fue promisorio.

Publicado en: Sci & Tech Etiquetado como: espacio

Lecciones desde el proyecto que llevó al hombre a la Luna

16 noviembre, 2009 by Giuseppe Albatrino

      El proyecto Apolo representa lo que una nación puede lograr cuando las metas son claramente establecidas, el gobierno asigna los recursos necesarios y se cuenta con un sector industrial-académico lo suficientemente desarrollado trabajando en conjunto. Si bien, constantemente se señala que la humanidad entera dio sus pasos con Armstrong en la Luna, no se debe olvidar que fue el esfuerzo, y presupuesto, de un país el que lo hizo posible, en medio de una competición internacional con la extinta Unión Soviética.

      Hoy, que muchas naciones grandes o pequeñas en número de habitantes, han caído en cuenta de que invertir en la generación de conocimiento en ciencia y tecnología crea una mayor riqueza, es importante recordarnos algunas lecciones provenientes de aquella compleja iniciativa que llevó al hombre a donde nunca antes había llegado.

1) El dinero dirigido a la Investigación y Desarrollo (I+D) es una inversión que da dividendos

      Cuando Kennedy comprometió a los Estados Unidos a llegar a la Luna, antes del fin de la década de los sesenta, la experiencia espacial de su nación era tan solo el vuelo de quince minutos de Alan Shepard en una pequeña nave monoplaza. La tarea encomendada a la NASA, significó que hubo que construir nuevas computadoras (más pequeñas y potentes), nuevos materiales (como metales más ligeros y resistentes), nuevos motores cohetes (más confiables), nuevas formas de almacenar energía (baterías, pilas) y un sin número de aparatos que permitieron a los astronautas sobrevivir en el hostil paraje selenita. ¿Resultado? Se inventaron nuevas tecnologías que también impactaron en la industria, puesto que muchas de ellas se derivaban a otros ámbitos, tales como mejores comidas deshidratadas, sistemas de purificación de agua, máquinas de diálisis, satélites para monitorear el clima…
      Los 26,000 millones de dólares que en la época se gastó en el programa, no solo crearon miles de puestos de empleos altamente calificados, ya de por sí una inyección favorable a la economía, sino que creo importantes avances que significaron una ventaja competitiva para la nación del norte. De acuerdo a los economistas Robert Solow y Michael J. Boskin, un tercio o más de su crecimiento económico en los pasados 50 años puede ser atribuido, justamente, a los avances de la ciencia y la tecnología.

2) El gobierno, las universidades y las empresas deben ir de la mano para generar conocimiento

      Apolo significó el trabajo coordinado de más de 300,000 personas, la mayor parte de ellos científicos, ingenieros, técnicos y administradores; todos repartidos en el gobierno, las universidades y el sector privado. Por ejemplo, el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) construyó el sistema de guiado que orientaba a la nave así como la computadora de abordo, mientras que trabajando en el gobierno, Von Braun diseñaba los planos del gigantesco cohete Saturno V y encargaba la construcción a un conjunto de empresas privadas. Ese tipo de sinergia, ayudó a vencer al esfuerzo soviético, más monolítico en esencia.

3) No se puede llevar a cabo un proyecto si no se cuenta con las organizaciones y personas capaces de hacerlo

      En su año más exigente, la agencia espacial norteamericana llegó a recibir el 0.5% del PBI del Gobierno Americano, sin embargo, creo que este enorme monto no hubiera bastado, de no contarse con las personas, tanto en número como en experticia, necesarias. El programa lunar, se fundó sobre muchas organizaciones ya existentes, la misma NASA partía de la ahora desconocida NACA. Así mismo, las empresas participantes crecieron enormemente, por ejemplo la constructora del módulo lunar, la empresa Grumman, pasó de tener unos cientos de empleados en el sector espacial a nueve mil en apenas un par de años. Esto no hubiera sido posible si en el mercado laboral no hubiera existido el número suficiente de científicos, ingenieros y técnicos debidamente calificados

4) Los grandes proyectos requieren el compromiso constante de tiempo y esfuerzo

      Ninguna meta grande puede cumplirse en un día o en un trimestre; así como las grandes construcciones de la antigüedad tardaron décadas en lograrse y el mismo proyecto lunar más de ocho años, sin un gobierno paciente que sabe que la innovación tecnológica no implica siempre resultados inmediatos, hubiera sido imposible dar el pequeño gran paso aquel mes de Julio de 1969. La carrera espacial implicó tres administraciones sucesivas durante las cuales no se cambió la meta pautada por el joven Presidente.

      El éxito del Apolo representa un punto de referencia sobre el cual comparar nuevos logros, no solo con respecto a la frontera espacial, sino sobre lo que un colectivo puede lograr; sin lugar a dudas, muchas de sus lecciones pueden ser aplicadas hoy en día, por estados que creen que la generación de conocimiento y compromisos a largo plazo son una inversión importante y necesaria.

Publicado en: Sci & Tech Etiquetado como: Apollo, Apolo, espacio, llegada a la Luna, Luna, proyectos

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