Hoy, que muchas naciones grandes o pequeñas en número de habitantes, han caído en cuenta de que invertir en la generación de conocimiento en ciencia y tecnología crea una mayor riqueza, es importante recordarnos algunas lecciones provenientes de aquella compleja iniciativa que llevó al hombre a donde nunca antes había llegado.
1) El dinero dirigido a la Investigación y Desarrollo (I+D) es una inversión que da dividendos
Cuando Kennedy comprometió a los Estados Unidos a llegar a la Luna, antes del fin de la década de los sesenta, la experiencia espacial de su nación era tan solo el vuelo de quince minutos de Alan Shepard en una pequeña nave monoplaza. La tarea encomendada a la NASA, significó que hubo que construir nuevas computadoras (más pequeñas y potentes), nuevos materiales (como metales más ligeros y resistentes), nuevos motores cohetes (más confiables), nuevas formas de almacenar energía (baterías, pilas) y un sin número de aparatos que permitieron a los astronautas sobrevivir en el hostil paraje selenita. ¿Resultado? Se inventaron nuevas tecnologías que también impactaron en la industria, puesto que muchas de ellas se derivaban a otros ámbitos, tales como mejores comidas deshidratadas, sistemas de purificación de agua, máquinas de diálisis, satélites para monitorear el clima…
Los 26,000 millones de dólares que en la época se gastó en el programa, no solo crearon miles de puestos de empleos altamente calificados, ya de por sí una inyección favorable a la economía, sino que creo importantes avances que significaron una ventaja competitiva para la nación del norte. De acuerdo a los economistas Robert Solow y Michael J. Boskin, un tercio o más de su crecimiento económico en los pasados 50 años puede ser atribuido, justamente, a los avances de la ciencia y la tecnología.
2) El gobierno, las universidades y las empresas deben ir de la mano para generar conocimiento
Apolo significó el trabajo coordinado de más de 300,000 personas, la mayor parte de ellos científicos, ingenieros, técnicos y administradores; todos repartidos en el gobierno, las universidades y el sector privado. Por ejemplo, el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) construyó el sistema de guiado que orientaba a la nave así como la computadora de abordo, mientras que trabajando en el gobierno, Von Braun diseñaba los planos del gigantesco cohete Saturno V y encargaba la construcción a un conjunto de empresas privadas. Ese tipo de sinergia, ayudó a vencer al esfuerzo soviético, más monolítico en esencia.
3) No se puede llevar a cabo un proyecto si no se cuenta con las organizaciones y personas capaces de hacerlo
En su año más exigente, la agencia espacial norteamericana llegó a recibir el 0.5% del PBI del Gobierno Americano, sin embargo, creo que este enorme monto no hubiera bastado, de no contarse con las personas, tanto en número como en experticia, necesarias. El programa lunar, se fundó sobre muchas organizaciones ya existentes, la misma NASA partía de la ahora desconocida NACA. Así mismo, las empresas participantes crecieron enormemente, por ejemplo la constructora del módulo lunar, la empresa Grumman, pasó de tener unos cientos de empleados en el sector espacial a nueve mil en apenas un par de años. Esto no hubiera sido posible si en el mercado laboral no hubiera existido el número suficiente de científicos, ingenieros y técnicos debidamente calificados
4) Los grandes proyectos requieren el compromiso constante de tiempo y esfuerzo
Ninguna meta grande puede cumplirse en un día o en un trimestre; así como las grandes construcciones de la antigüedad tardaron décadas en lograrse y el mismo proyecto lunar más de ocho años, sin un gobierno paciente que sabe que la innovación tecnológica no implica siempre resultados inmediatos, hubiera sido imposible dar el pequeño gran paso aquel mes de Julio de 1969. La carrera espacial implicó tres administraciones sucesivas durante las cuales no se cambió la meta pautada por el joven Presidente.
El éxito del Apolo representa un punto de referencia sobre el cual comparar nuevos logros, no solo con respecto a la frontera espacial, sino sobre lo que un colectivo puede lograr; sin lugar a dudas, muchas de sus lecciones pueden ser aplicadas hoy en día, por estados que creen que la generación de conocimiento y compromisos a largo plazo son una inversión importante y necesaria.