La historia inicia con un piloto (Javier Echevarria) perdido en el desierto y que intenta reparar su averiada avioneta antes de que el agua de su cantimplora, disponible para unos cuantos días, se termine y con ella su propia vida. En este trance se encuentra, cuando aparece un pequeño príncipe (el aplaudido niño actor Emilio Noguerol) quien tras hacer varios pedidos, comienza a contarle sobre su propia vida en el asteroide del cual vino, llamado B612, que contiene tres volcanes (uno apagado) y una bella rosa; pasa sus días cuidando atentamente a su de
mandante flor cuando un día decide, quizá cansado por los reclamos de esta, explorar el universo en un viaje que lo lleva a conocer a seis personajes que le mostrarán lo absurdo que podemos ser los adultos.La puesta en escena comprende a cada uno de estos individuos montados sobre su propio “mundo”, unas plataformas decoradas temáticamente y que se desplazan armoniosamente sobre el escenario (aún me pregunto cómo es que funcionaban), cada uno con su propia visión reducida de la vida (que expresan mediante canciones); entre ellos tenemos: a un rey que “controla” las cosas, pero solo ordenando lo que el súbdito haría de todas formas, un presuntuoso que no puede oír nada más que elogios, un ebrio que bebe para olvidar que le avergüenza beber tanto, un hombre de negocios que constantemente cuenta las estrellas que cree poseer pero que nunca alcanzara, un “encendedor de lámparas” que ya no puede descansar por la frecuencia con que el día y la noche se dan en su planeta (este es el único a quien el principito reconoce que cuida de algo más allá que si mismo) y un geógrafo que pasa la vida dibujando mapas pero nunca ha explorado nada, y que le sugiere a nuestro personaje principal el ir a la Tierra.
La condición humana es mostrada en sus muchas facetas, pero será recién de la enseñanza de un zorro que el principito aprenderá el valor de la amistad y de los rituales que toda relación conlleva; al dejarse domesticar, su nuevo amigo dejó de ser parte de una masa de millones, para convertirse en alguien especial, del mismo modo, el principito comprenderá que su rosa, a pesar de haber millones de otras rosas, es única por los momentos que compartió con ella.
Creo que es altamente recomendable ver esta obra de la cual he contado una pequeña parte, que si bien puede parecer dirigida exclusivamente a los niños, contiene mensajes que los adultos olvidamos rápidamente y quizá no deberíamos.