El mundo mira a Japón preocupado, varios de sus reactores nucleares han sucumbido al poder destructivo del reciente terremoto, los sistemas de respaldo han fallado y, sin medios para refrigerarse, amenazan con verter mayores cantidades de residuos tóxicos a la atmósfera. Aunque la situación aún no se encuentra controlada, y no sabemos cuál será el final de ésta, no puedo evitar dejar de recordar las diversas circunstancias en las que los ciudadanos nipones han debido encarar a esta tecnología. Encuentros dolorosos, dramáticos y algunos curiosos, que iniciaron más de seis décadas atrás.
Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que Hitler prometía a sus generales el arma que cambiaría el curso de la guerra, el proyecto Manhattan ya estaba en marcha. Iniciado por Roosevelt con el objetivo de construir una Bomba Atómica, involucró el esfuerzo coordinado de más de 100,000 personas, entre científicos, ingenieros, civiles y militares embarcados en liberar la enorme energía del átomo. Todo fue tan secreto que recién al morir FDR, su vicepresidente se enteró de lo que había entre manos; una de las decisiones que debía presidir, de no rendirse Japón, fue la elección de los que debían bombardearse.
Puede llamar la atención el que, si bien se formó un comité para seleccionar entre diversos objetivos planteados, la ciudad de Kyoto fuera descartada (y por lo tanto salvada de la destrucción) no por motivos del todo militares, sino por influencia del Secretario de Guerra norteamericano quien la había conocido durante su luna de miel y la admiraba. ¿Qué hubiera ocurrido de haber sido otra su impresión en aquella época?… Como sabemos, fue Hiroshima el blanco del ahora famoso bombardero “Enola Gay”, pero éste no viajaba solo, lo acompañaban un avión de instrumentación y otro para fotografías. Aquel 6 de agosto de 1945, perecieron unas 70,000 personas, las primeras víctimas de un nuevo tipo de guerra.
Entre los sobrevivientes, se encontraba Tsutomu Yamaguchi, que sufrió serias quemaduras. Pasó una noche antes de que, por ironías del destino, retornase a su ciudad natal: Nagasaki. ¿Le suena el nombre? De no haber estado nublada la ciudad de Kokura unos días después de su llegada, ésta hubiera sido la impactada por la segunda de las bombas en vez del pueblo de Yamaguchi, quien al no correr la suerte de 75,000 de sus conciudadanos, se convirtió en la única persona en superar el impacto de dos bombas atómicas.
Terminada la guerra, los Estados Unidos y la Unión Soviética inician una carrera armamentista y con ella diseñan otro tipo de arma, mucho más poderosas: las Bombas Termonucleares. En vez de solo “romper” átomos (fisión), como en las que impactaron Japón, los fusionan imitando al proceso que ocurre en el Sol, logrando así una potencia, decenas de veces superior. Cada país realizó pruebas en lugares aislados, como la del primero de Marzo de 1954 en el atolón Bikini. Lamentablemente, en las cercanías se encontraba un barco pesquero japonés, el “Dragón afortunado”, parte de cuya tripulación se convirtió en las primeras y únicas victimas de la segunda clase de bombas que aprovechan la física nuclear.
Cincuenta y siete años después, la historia parece repetirse de alguna extraña forma. Un pequeño grupo de operarios de la planta nuclear de Fukushima Daiichi se encuentra luchando, contra la amenaza de más muertes japonesas a manos de la radioactividad. Conocedores de los riesgos que implican, permanecen allí tras la evacuación de la mayor parte del personal no vital, realizando una labor heroica. Quiera el destino que los acompañe la mejor de las suertes.
Interesante los datos del barco pesquero y del que sobrevivió a las 2 bombas
Respecto a la situación actual de Japón con su central nuclear de Fukushima recomiendo este post:
http://bit.ly/gQOOfq