Una de las responsabilidades adquiridas en la vida es la de ir al supermercado. He notado que una de las cosas más engorrosas del proceso es esperar en la cola a que le llegue el turno a uno para que le pasen las cosas en el escáner y luego pagarlas, esto porque no queda más cosa que esperar pasivamente (la otra opción es ponerme a ayudar a la cajera, pero no creo que lo permitan); en dicha espera, delante de uno, pueden existir los siguientes tipos de individuos o grupos (a los que me he permitido convenientemente bautizar):
“Los ermitaños”. También conocidos como “los Apocalípticos”, son personas que abarrotan uno o dos coches con enormes cantidades de toda clase de productos (gracias a dios por las resistentes rueditas de plástico) como si el mundo fuese a acabarse mañana mismo o como si no pensasen en salir de sus casas para ir al supermercado por un buen par de años. He visto como llevan ingentes cantidades de todo: diez pastas de dientes, quince gaseosas, cuatro baterías para carro, medio centenar de frito lays… Si yo fuese algo paranoico, pensaría que planean hacer una guerra y están guardando provisiones, que aún llevan el trauma del primer gobierno de Alan o que simplemente quieren hastiarme en el penoso proceso de esperar a que terminen, crucen la puerta y sigan con su plan de abandonar la civilización
“El fiestero”. Básicamente es uno o más hombres, cuyos productos son muy distintos a los míos (comida y cosas útiles) dado que solo incluyen abundante alcohol, helados, gaseosas y alguna cosa masticable para poder consumir las anteriores sin desmayarse por el desequilibrio. Afortunadamente, a diferencia del ermitaño, no necesitan un trailer para llevar sus cosas (asumo que porque tanto liquido es difícil de llevar)
“La señora ‘Tarjeta de crédito’” Ejemplar que se caracteriza porque sin importar si compra chicles o chocolates, tiene que hacerlo mostrando a todo el mundo que un banco creyó por fin en ella y le ha otorgado una linda tarjeta de crédito con holograma y todo; para los desventurados individuos tras ella no nos queda mas que ver la ceremonia de entrega del DNI a la cajera de turno que deberá apreciar como el rostro se parece a la huella, luego en un papel veremos como llena su nombre completito, su número de documento de identidad, su número de celular y firma para terminar señalando que los veinte soles de su consumo los repartirá en doce cuotas. Escenario casi intolerable cuando estos seres se presentan en las cajas rápidas, que justamente deberían ser eso, ¡rápidas!
“El señor Necesito Cambio” Es el más inofensivo de todos, solo lleva una humilde botellita de gaseosa que piensa pagar con un billete de cien soles para desazón de la cajera, pero para beneplácito de todos sus seguidores (en la cola me refiero), su transacción no tarda más que el tiempo que le tomaría a un experto jugador de Monopolio retirar el dinero del banco.
¿Hay otras especies en esta fauna?, ¡claro que si!, y le invito a comentar algunas, es solo cuestión de buscarlas y clasificarlas.