Es inevitable, no termina una semana en el trabajo sin que alguien realice un comentario sobre el fútbol, ya sea en el almuerzo o en la oficina, ya sea acerca de un marcador o el traspaso (¿así se dice?) de un jugador a un equipo por millones de dólares. Dado que continuamente me piden algún comentario, quisiera aclarar en algunas líneas mi posición personal sobre el tema.
No me gusta el fútbol ni entiendo como hay gente que lo aprecia. He intentado disfrutarlo pero sin éxito; ¿es que acaso soy el único a quien lo frustra este “espectáculo”?.. Si estuviera en mis posibilidades le cambiaría el nombre a este deporte por el de “casi-casi”, porque esto es lo que exclama sin descanso el aficionado durante la hora y media que dura un partido, tiempo durante el cual, si tenemos suerte, se habrá visto un gol (un par de segundos) y cuarenta “casi-casi” (noventa minutos menos unos segundos).
Si bien todo gusto es subjetivo y respetable, recomendaría a los amigos del balón pie, el intentar cambiar de canal para ver un partido de básquet o voleibol en donde la acción de los jugadores tiene incidencia directa sobre el marcador y de manera clara.
Creo que el fútbol es una influencia perniciosa para el país. Prácticamente no existe barrio en donde no se juegue este deporte, combinado muchas veces con el consumo posterior de cerveza, con lo cual no se donde quedó el intento de practicar algo sano. Así mismo, en muchos parques los aros de básquet son rotos para alejar a los que deseen practicar algo distinto; pongan algún programa local de deportes y prácticamente verán que no existe otro tipo de actividad física más que esta, así mismo, vayan a un kiosco de periódicos y encontraran diversas revistas especializadas en el tema.
Es penoso aceptarlo, pero el fútbol es el deporte nacional, y pareciese que si la gente pudiera, lo haría un símbolo patrio. Sin embargo, ¿Qué ha dado el fútbol peruano a su afición? Nada, nada más que fracasos. La ha humillado constantemente, traicionado su confianza con una selección de jugadores que no pierden oportunidad para escaparse de la concentración previa al partido con la vedette de turno. Eliminatoria tras eliminatoria, ya sea mundial o regional, pierden ante cualquier equipo que se les ponga delante y tenga once jugadores; van más de veinte años que no se clasifican y que los entrenadores al finalizar cada partido (es decir, tras haber perdido) no hacen más que sacar las cuentas numéricas para dar vanas esperanzas al publico que los mira, cual alumno que necesita obtener en los siguientes tres exámenes nada menor a veintes para pasar el curso, teniendo un promedio de calificaciones expresable con los dedos de una sola mano.
Ante tanto maltrato, me es difícil entender la lealtad casi religiosa de los seguidores del fútbol nacional, ¿es una expresión masoquista del inconciente colectivo?. Nuestra ubicación en la tabla de posiciones en Sudamérica (penúltimos, según me han explicado), seria entendible si fuera un deporte olvidado, sin recursos y ajeno a la vida del país, sin embargo, ¿que mensaje damos cuando millones de personas colocan su atención, esperanza y sueños, año tras año, en individuos que cantarán el himno patrio para luego ser aplastados públicamente? Creo que si un extranjero nos preguntase sobre el fútbol en el Perú, deberíamos responderle que lo juegan unos “cuantos gatos”, que lo hacen en las calles dado que se les malogro el televisor, y que a nadie en el país le importa el tema porque tenemos mejores cosas en que ocuparnos… Al menos así, cuando él se entere de los resultados que da el fútbol peruano, no quedaremos tan mal ni daremos tanta lastima como el penoso colectivo auto flagelado que en realidad somos.