¿Quién no ha disfrutado viendo al glotón Pacman convertido en cazafantasmas tras comer la píldora y persiguiendo a sus translúcidos enemigos? ¿Quién no se ha considerado salvador del mundo al disparar lásers contra pixealeados invasores extraterrestres?… Los videojuegos nos trasladan, casi por magia, a un mundo ajeno y placentero en donde podemos quedarnos pegados por horas, absortos y entretenidos frente a la pantalla, por ello es inevitable que muchos informáticos tengan el deseo de crear su propia expresión lúdica en algún momento. Nace de manera natural (al menos en los chicos).
Ya sea como parte de algún curso de la carrera o como reto personal, muchos hemos creado alguna versión del “Breakout”, “Space Invaders” o “Kaboom!” y nos hemos divertido en el proceso de hacerlo, de terminar en la madrugada con los ojos cansados pero satisfechos de haber vencido a la computadora que, muy atrevida, no “entendía” a la primera cómo queríamos que la bendita navecita se moviera en el monitor o que la pared de ladrillos estaba allí para que la pelota rebote cada vez que la golpee y no para que la atraviese como si fuera de humo. Lo hacíamos gratis y con gusto por el simple hecho de lograr un cometido, ya que tales actividades no van al curriculum y difícilmente alcanzaríamos algo que pudiera ser vendible.
Hubo una época, allá por los años ochenta, en que individuos o pequeños grupos se ganaban la vida trabajando de forma muy parecida a la descrita. Seguramente quien haya jugado Pitfall (ver imagen para refrescar la memoria) se sorprenda al saber que fue creado por un solo programador, llamado David Crane, que tras seis meses de trabajo, construyó un juego del que se vendieron ¡4 millones de copias!, dejando una marcada huella en la generación que creció con el Atari (el tatarabuelo del Playstation), pero éste dista de ser el único caso exitoso. De forma semejante, Tetris fue diseñado y programado por una sola persona, Alexey Pajitno.
A partir de los noventa, con la aparición de las poderosas consolas de juegos, las empresas del sector empezaron a invertir millones de dólares en proyectos para los que trabaja todo un ejército de artistas, técnicos y testers dejando un espacio marginal para los emprendedores más pequeños. Sin embargo, y gracias al mismo progreso tecnológico, hoy nuevos factores acercan el sueño del juego propio y lucrativo al profesional de sistemas: los smartphones, las redes sociales y los celulares de gama media. Dado que en estas plataformas la capacidad de cómputo y gráficos no se compara con el de las consolas especializadas. Es factible competir construyendo pequeñas aplicaciones que atrapen a los usuarios casuales, esperando no ser un nuevo David Crane pero al menos conseguir un ingreso extra habiendo construido algo propio.
Para muchos informáticos, la oportunidad está allí esperando en el mundo digital. Ignoro si los pilotos de aerolíneas se preguntan qué tan divertido sería poner el avión de cabeza en pleno vuelo o si los arquitectos anhelan construir parques de diversiones, pero en nuestro caso, generar líneas de código para un videojuego y esperar algún resultado positivo puede ser una experiencia menos riesgosa… ¿Quién se anima?
Gaspar Ledesma dice
Hola Giuseppe, buen articulo a la par que enriquece el conocimiento con los de los juegos y atari,…!!que inicio la interaccion intuitiva, es lo que me impresiono de los producto de Atari,..lo descubrias solo…bueno ayer estuve en una reunion familiar y me agrado encontrarme con mi tio Pepe despues de casi 25 años (yo tenia 11 años en ese entonces cuando visite tu casa); bueno saber que te gusta la lectura primo..!que area de sistemas estas explorando? a ver cuando conversamos, un gusto saber de tus logros y haber que hacemos con la tecnologia….
Abrazos,
Gaspar Elí Ledesma