Cuando el cielo gris de Lima lo permita, mire las estrellas; algunas parecen que parpadean, pero en realidad no lo hacen, son constantes, es la atmósfera la que crea tal efecto. Cada una de ellas es más que un punto luminoso que nos acompaña en la noche, es un sol semejante al nuestro, cuya luz ha viajado por décadas a una increíble velocidad para llegar a nosotros; el rayo luminoso que incide en nuestras retinas y llega a nuestras mentes, para impresionarnos, se origino en medio de un calor y presión increíbles, producto de reacciones en el interior del astro. Ellas han estado allí por millones de años, guiando a los primeros navegantes o inspirando poemas. Lo curioso es que de ellas venimos.
Somos, literalmente, polvo de estrellas. La materia de la cual estamos hechos, cada uno de nuestros átomos, tiene la edad del universo y ha viajado por eones hasta ser parte de nuestro Sol, el cual una vez encendido formó compuestos más pesados que constituyeron la Tierra en cuyos mares se formó la vida. La vida en si es algo nuevo, si la edad del universo la comprimiéramos en un año, la primera célula viviente aparecería en los últimos segundos del último día de diciembre. Somos uno con el Cosmos, somos una parte consciente de el, en medio de miles de millones de estrellas y galaxias, en medio de miles de millones de años de historia.
¿Trivializa esto la condición humana?, en absoluto; por el contrario, creo que la enriquece y que la hace aún más especial y rica, cada uno de nosotros es único. Hay algo místico en la creación, somos seres que apreciamos la belleza de las cosas, experimentamos dolor, alegría o asombro mientras existimos, y sin embargo no dejamos de ser lo que somos, polvo de estrellas.
Somos, literalmente, polvo de estrellas. La materia de la cual estamos hechos, cada uno de nuestros átomos, tiene la edad del universo y ha viajado por eones hasta ser parte de nuestro Sol, el cual una vez encendido formó compuestos más pesados que constituyeron la Tierra en cuyos mares se formó la vida. La vida en si es algo nuevo, si la edad del universo la comprimiéramos en un año, la primera célula viviente aparecería en los últimos segundos del último día de diciembre. Somos uno con el Cosmos, somos una parte consciente de el, en medio de miles de millones de estrellas y galaxias, en medio de miles de millones de años de historia.
¿Trivializa esto la condición humana?, en absoluto; por el contrario, creo que la enriquece y que la hace aún más especial y rica, cada uno de nosotros es único. Hay algo místico en la creación, somos seres que apreciamos la belleza de las cosas, experimentamos dolor, alegría o asombro mientras existimos, y sin embargo no dejamos de ser lo que somos, polvo de estrellas.
Nacho dice
"Acuérdate que eres polvo cósmico y al polvo cósmico volverás"