Hasta antes de leer a Patrick O’Brian, para mí las carabelas de Colón no eran más que figuritas sobre un mapa. Bidimensionales y sin muchas complicaciones. En mi mente ingenua, no deberían tener mayor ciencia, y llegar del punto A al punto B no tendría por qué ser riesgoso, a menos que tuvieses el talento del capitán Schettino al mando del Costa Concordia.
Aquel prejuicio ha sido corregido tras la lectura de la entretenida obra que les comento a continuación, la cual narra las aventuras de Jack Aubrey a bordo de la corbeta la Sophie. Me ha mostrado el fascinante mundo de las fuerzas navales de comienzos del siglo XIX, de aquellas hechas de madera, que se guiaban por las estrellas y que empleaban las velas, a manera de alas de aves, para desplazarse por un mundo no del todo cartografiado.
“Capitán de mar y guerra” (CdMyT) inicia cuando Aubrey toma posesión de su primer navío e incluye a su nuevo amigo, James Maturin, como doctor de abordo. Dado que el segundo no es hombre de mar, estos dos factores dan al autor dos inmensas oportunidades. Por un lado, el de ser testigos de la asunción de un líder novel y no probado, con todo el aprendizaje que ello conlleva, al mismo tiempo que, so pretexto de la instrucción del lego Maturin, la de aprender con él los conceptos que luego deberá recordar para entender las batallas que se darán.
Se aprenderá que tamaños barcos, al parecer hechos para llevar el mayor número de cañones posibles, no podrían gobernarse a menos que se contasen con procedimientos, técnicas y métodos claros y establecidos. La organización de casi un centenar de hombres debería ser orquestada con cuidado: ya sea en la batalla, arriando las velas en las persecuciones, reparando los daños, distribuyendo las guardias o disparando los antes mencionados cañones. Por ejemplo, cada uno de estos requería de varias personas, para cargarlos, apuntarlos y enfriarlos. Sin contar de horas de práctica para afinar la puntería.
Veremos que la administración también forma parte del mundo de los rudos marinos. El capitán y sus oficiales debían planificar las cantidades de agua, alimentos, pólvora y herramientas que deberían llevar a bordo, así como los pagos y las recompensas, que según los rangos deberían entregarse a la tripulación, que por si fuera poco debería registrar el diario de abordo de la nave.
Pero no vaya a creerse que la marina de Aubrey era tan aburrida y previsible como una empresa con ISO-9001. Por el contrario. Cada capitán recibía una misión (del tipo: “ahora saquea como puedas los barcos españoles que encuentres”), lo que les daba la libertad de configurar el navío, escoger rumbos, tácticas de batalla y vivir libremente cazando presas cuyas riquezas se repartía entre la corona y la tripulación. Bueno, todo esto debía de anotarse en los libros también…¿pero qué es la libertad sin un poco de burocracia?
Hoy sé que la dupla Aubrey-Maturin ha dado vida a más de quince tomos y libros conexos. Y no es para menos. Aubrey es divertido, ligero, nacido para el mar y para la lucha en sus dominios. Maturin es un pensador crítico, estudioso de la naturaleza. Ambos se complementan y ambos divierten, porque si bien la prosa de O’Brian puede exigir un poco de paciencia a la hora de las descripciones náuticas, el encanto de sus personajes y las historias que viven lo compensan.
Veremos cómo se interrelacionan con los hombres a bordo, con la jerarquía de la armada británica, con los civiles y demás marinos en las fiestas, cómo afrontan las batalla o cómo juegan al gato y al ratón contra las fuerzas enemigas.
Un detalle adicional, que encontré encantador, es el humor que O’Brian salpica en sus páginas, mismo que va acompañado de la típica flema inglesa. Con este aderezo extra, no dudo en recomendarles este libro, a la vez que ya busco el siguiente tomo de la serie. Estoy seguro que al leer CdMyT, no volverán a ver con los mismos ojos a aquellas embarcaciones que con ingenio para amaestrar los vientos, dominaron los mares por varios siglos
Kenneth Delgado dice
Excelente reseña Giuseppe.
La reseña me acordo en cierta medida a como se describe el estilo de vida del ballenero en Moby Dick jeje.
Por lo visto las descripciones de Capitan de mar y Tierra son un complemento tecnico para la isla del tesoro.