– ¿De qué estaba hecho el halcón?
– Del material con el que se hacen los sueños.
Neurótico, soñador y looser, a los 29 años Allan ha sido abandonado por su mujer. El sufrimiento no se va mientras observa, una y otra vez, las películas de su héroe Humprey Bogart; hasta que una pareja de amigos va a su rescate, lanzándolo a una hilarante pero emotiva jornada. Y es que los esposos Linda y Dick optan por lo que harían todos en tal situación: buscar nuevas amigas para la pobre víctima de corazón partido, organizándole citas y salidas. El problema es que Allan dista mucho de ser un macho Alfa (o de cualquier letra griega, para tal caso).
Confieso que es la primera obra de Woody Allen a la que asisto, y creo que ha sido una buena introducción para mí. El texto, y la estupenda actuación de Manuel Gold hacen encantador a un personaje que de tantas neurosis podría ser motivo de rechazo. Sin embargo, muy por el contrario, a cada instante el espectador querrá saber que más va a hacer este, hará propias sus derrotas (como es de esperarse, habrá toda una letanía de rechazos) y celebrará sus pocas victorias.
No es mi objetivo develar más la trama, pero creo que dos puntos adicionales podrían interesar a algunos. Primero, que el título original (“Play It Again, Sam”) hace referencia a la supuesta frase dicha por Bogart en Casablanca y es que sucede que él mismo será un personaje más en la historia. Como fanático de Bogart, es algo que encuentro encantador. Segundo, como el titulo en español de la obra lo indica, Allan Felix es un soñador, con lo cual se cocinan mil situaciones que muestran lo que va imaginando en su atribulada cabeza, soñando despierto y dibujando cuadros disparatados.
Finalmente, creo que la obra no solo es una buena oportunidad para disfrutar de una historia amena y bien contada, sino que muchos encontraremos buenos pedazos de nosotros (y de nuestras vidas sentimentales) en las dinámicas que Allan experimenta en su búsqueda del olvido.