“Houston, tuvimos un problema”.
Jim Lowell, en Apollo13
¿Recuerdan “Apollo 13”, la película con el temido número en su título, en la cual Tom Hanks lidera una fallida misión a la Luna? Retrata uno de los pasajes más emblemáticos en la historia espacial, sin embargo, aunque muchos atribuyen el logro a la inventiva del personal de la NASA, olvidan que fue justamente la organización y los procesos establecidos en ella los que crearon tal capacidad de respuesta, de toma de decisiones, para salvar la vida de tres hombres.
Cada viaje del proyecto Apollo, era monitoreado por ingenieros y técnicos, por ejemplo, sentados como controladores de vuelo, frente a una pantalla. Al alcance del teléfono, para cada uno de estos, había un grupo de especialistas encerrados en una habitación, listos para asesorar al primero en lo que necesite; este equipo, a su vez, podía comunicarse con los fabricantes de la parte de la nave que les afectaba, al otro lado del país, en una época sin Internet. Encontramos, entonces, a una organización de miles de personas, dando soporte a la misión.
Pero no bastaba con tener a toda la gente reunida y congregada. El jefe de los Controladores de Vuelo, Chris Kraft (es decir, el jefe de Gene Kranz, alias “fallar no es una opción”), había establecido un sistema para evitar la improvisación y disminuir los riesgos que todo vuelo implica: ¡Creó Reglas! Estas reglas se conocen como “Reglas de la Misión de Vuelo”, en aquella época un conjunto de libros impresos. Este principio se emplea hasta el día de hoy, la era del Transbordador Espacial y de la Estación Espacial y dada su importancia, debe ser aprobado por la gerencia de la NASA.
Este “libro” contienen no sólo los procesos ideales, como los pasos que sigue un despegue perfecto, sino también el curso de acción en caso de fallas. Son cientos de medidas, copiaré una a manera de ilustración: la regla “10-26”, tal como la NASA la escribió para la primera misión en colocar hombres en la Luna, el Apollo 11:
¿Qué significa?, que de aparecer un gas nocivo en la cabina (podría ser como resultado de un incendio), la tripulación deberá extraer todo el aire para limpiarla. Si a pesar de ello, continúa la regla, no se ha podido limpiar, deberá terminarse la misión prematuramente. Notemos que, en caso de que esto hubiera sucedido, el Control de Misión no tenía que ponerse a inventar alguna acción en ese momento, sino buscar la sección apropiada y ver su solución.
Aunque pueda sorprendernos, años antes del Apollo 13 se había estudiado la posibilidad de emplear el Modulo Lunar como nave de salvataje y también se había navegado en el espacio simulando las difíciles condiciones de visibilidad que vimos en la película. Si bien era imposible preveer todos los escenarios posibles, parte del éxito se debió a la existencia de una organización debidamente estructurada y basada en procesos para manejar estos casos; cada una de las decisiones tomadas durante esta crisis no fue improvisada.