El caso Assange tiene todos los elementos para convertirse en película: un hacker de enorme inteligencia y abrumadora megalomanía, documentos secretos del gobierno americano robados y publicados, políticos molestos buscando venganza, ataques cibernéticos desde todos los bandos, columnistas y personalidades que por televisión piden la cabeza del susodicho a quien algunos tildan de “enemigo cobatiente”. ¿Falta algo más? Está aún pendiente si el australiano es el malvado o el héroe de la trama.
La decisión puede ser complicada. Tras conversar con algunas personas y revisar opiniones en los medios, he notado que hay varios factores que influyen al momento de formar una opinión (seamos honestos, las emociones forman parte de este proceso) y que puede ser interesante repasar. Quizá algún lector se sienta identificado en alguna, mientras expongo la propia.
La percepción que se tenga de los Estados Unidos. Puede influir en nuestro opinión, queriéndolo o no. He notado que va desde “todo lo malo que le pase a esta nación es bueno para mí” (tipo Chávez o Evo), por lo que lógicamente quieren un Nobel para Assange por soltar documentos clasificados a “cualquier afrenta contra Estados Unidos merece la muerte” (tipo FoxNews) con varios comentaristas deslizando la idea de que “eliminarlo” no sería ilegal. Por supuesto, también puede haber una indiferencia total con respecto a este factor.
La visión que se tenga de la diplomacia y del secreto. Es muy variada. Para algunos, y me encuentro en este grupo, el secreto es parte importante de la diplomacia. Muchos tratados se han logrado tras largas conversaciones que no se han dado a conocer sino tras terminar las mismas. Para otros, la diplomacia requiere que no existan secretos entre las partes (Con lo cual se daría al trasto con el concepto de valija diplomática).
La interpretación que se tenga de la libertad de expresión. Quizá el factor más polémico. Creo que ésta debe ser irrestricta, pero creo también que todo acto tiene una dimensión moral. Para algunos parece ser algo “irrestricto y amoral”, es decir, más allá de la legalidad del acto de publicar documentos privados, las consecuencias del mismo no deben ser sopesadas, se trata simplemente de publicar y que el público juzgue. Para mí, el ejercicio de la libertad de expresión conlleva una valoración moral y una gran responsabilidad sobre las consecuencias del mismo, es más, intereses personales no deberían influenciar en este acto.
Hasta el momento, la información de los Cablegate ha sido más embarazosa que de servicio público, y en algunos casos no ha hecho más que mellar la imagen de algunos países frente a sus vecinos. Al menos, a diferencia de la publicación de los documentos sobre la guerra de Afganistán, que el propio Talibán dijo que emplearía para cotejar con sus listas de personas a asesinar, no ha habido consecuencias ni amenazas mortales, sin embargo, este capitulo parece haber sido la gota que derramó la copa de nuestro personaje; para algunos un héroe, para otros un interesante villano, ¿para usted?.