“This won’t hurt you
Before I put it in
Close your eyes and count to ten
Don’t cry
I won’t convert you
There’s no need to dismay
Close your eyes and drift away”
Michael Jackson, Morphine
Durante la semana pasada, buscando más información sobre la noticia de la muerte de Michael Jackson, llegué al programa de Larry King en donde un entrevistado señalaba que durante los conciertos de mediados de los noventa, anestesiaban cada noche al rey del Pop para que durmiese. Creí estar interpretando mal, pero hoy varios medios han dado mayor información sobre este hecho y sobre la presunta adicción del ídolo a las pastillas para dormir.
La administración de este procedimiento de manera cotidiana, que implica la pérdida de la conciencia inducida mediante drogas restringidas para uso médico, no solo sorprende por ser algo inusitado y hasta extremo sino que nos muestra un desorden en una vida que cada vez más se nos revela como atormentada y afligida. Lo curioso es que ya en una de sus canciones, Morphine, nos habla del Demerol (un analgésico) mientras que en el fondo de la música se oye lo que parece ser un respirador artificial.
He pasado por el proceso de anestesia general una única vez; implicó una máscara de oxigeno y la administración, a cargo de un especialista, de un gas que te deja tan profundamente dormido que no sientes el escalpelo o ningún dolor, tengo entendido que usualmente tampoco se tienen sueños en este estado. Lo recuerdo como el evento en el que, al despertar, mis facultades mentales no me pertenecieron por varios minutos: me costaba un enorme esfuerzo el ordenar mis ideas y mucho más el expresarlas; es difícil imaginar a personas que voluntariamente quieran someterse a todo ello para poder dormir y menos quieran convertirlo en algo cotidiano.
Al poco tiempo, por primera vez en mi vida y por motivos ajenos a la operación pero que no vienen al caso, comencé a tomar pastillas para dormir lo cual era inaudito para alguien que siempre se resistió a tomar alcohol en exceso, Red Bull en las amanecidas del trabajo o café cargado en las amanecidas de la Católica, por sostener que alteran un proceso que debe ser natural. Dada mi nueva experiencia, creo que estas pastillas pueden generar adicción, porque ofrecen el camino más fácil para conseguir algo y no atacan a la raíz del problema. Gracias a Dios, a las casi tres semanas había decidido que era suficiente, y que sin importar lo que costase no volvería a emplearlas. Esa pequeña aproximación, me dio idea de lo peligroso que puede ser el emplear estos medicamentos.
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{Música de fondo mientras escribía: It Ain’t Over ‘Til It’s Over, Again (Lenny Kravitz), White Flag (Dido), Show must go on (Elton John), Morphine (Michael Jackson)}