Los extraterrestres son un tema abierto: (de existir) no sabemos cómo lucen, cómo es su tecnología, cómo se organizan, cuál es su filosofía, cuál es su religión (¿tendrán una?) o qué es lo que buscarían, de contactarnos. Todas esas interrogantes son un rico caldo de cultivo para crear ficción a la vez que intentamos responder a ellas. cosa que han venido haciendo los escritores y guionistas de Hollywood por décadas, desde que pusieron al primer hombrecillo verde en la portada de una revista o póster.
Por ejemplo, recientemente se produjo otra versión de la serie V, cuya original de los años 80 acumuló una legión de seguidores pero que hoy, tras apenas dos temporadas, se bate ante la posible cancelación. De suceder, estaría justificado; las actuaciones son malísimas, los diálogos lamentables pero, sobretodo, la historia un completo fiasco. En su intento de forzar la trama para que encaje en una oposición entre los pares “líder alienígena y su hija” versus “líder humano y su hijo”, descerebran a cualquier otro personaje que tuviese algo qué decir en el show, no solo eso, la Tierra pareciese cubierta por seis mil millones de Dustin Hoffman interpretando a Rainman. En suma, un desperdicio del género.
Sin embargo, la nueva “Falling Skies” parece haber empezado con buen pie. Su propuesta es interesante y con potencial para extenderse y desarrollarse. Nos ubica en un movimiento de resistencia, cuando la guerra ya ha empezado y al parecer no existe un gobierno central que coordine las acciones de los sobrevivientes esparcidos por todo el mundo. Estos buscarán proveerse de alimentos y municiones, atacar al enemigo, recuperar a sus compañeros, a la vez que deben permanecer en constante movimiento, montando y desmontando sus campamentos.
En una era en que por la Internet podemos ver las azoteas de nuestras propias casas (gracias Google Earth), es válido preguntarse por qué los invasores no encuentran y destruyen a los rebeldes al primer episodio, ¿verdad? Por fortuna, sus recursos son limitados y centran sus esfuerzos en combatir conjuntos grandes, de miles de personas, pero tal como nuestros héroes han tomado debida nota, cuando acaban con éstos, la atención va variando a los más pequeños. Por ello, los buenos se organizan en grupos de militares y civiles, listos para dividirse nuevamente.
En este ambiente de constante lucha, no desaparecen las relaciones interpersonales o la historia personal de cada uno, como es el caso del mismo protagonista, Tom Maso. Profesor de historia, cuida del lazo amoroso con sus hijos, como cuando debe celebrar el cumpleaños del menor en el campamento, poco antes de partir con el primogénito (aún adolescente) a una peligrosa misión de combate. Así mismo, Tom debe liderar a amigos, conocidos y ex alumnos, a quienes trató en épocas más placidas
Aunque aún es prematuro para juzgar, creo que nos encontramos ante una producción inteligente, que no solo introduce una nueva forma de vida al planeta, sino que aborda el difícil reto de retratar verosímilmente una nueva guerra de los mundos, a la vez que dibuja el lado humano de sus combatientes.