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Giuseppe Albatrino

Amante de la creatividad. Ingeniero.

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Caretas

Trappist-1 y los siete nuevos mundos

24 febrero, 2017

Esta semana la NASA ha anunciado un inusual record. Alrededor de una estrella se han encontrado siete planetas de tamaño parecido al nuestro y que podrían contener agua en estado líquido.


Los que esperamos ansiosos la conferencia de prensa de la NASA este miércoles 22, no fuimos decepcionados. Se rumoreaba que trataría de un hallazgo relativo a la vida fuera del Sistema Solar, y si bien aún no encontramos a los míticos hombrecillos verdes, lo anunciado ese día no deja de ser importante.

Estamos ante un nuevo y particular record: se ha encontrado el mayor número de planetas, del tamaño de la Tierra y que contendrían agua en estado líquido, alrededor de una estrella. Esto vale la pena explicarlo por partes.

Por muchísimo tiempo los astrónomos modernos se preguntaron si alrededor de las estrellas habría otros mundos. Es de esperarse que si no estamos solos en el Universo, sea en los planetas en donde se forme la vida. No fue hasta el año de 1992, con el descubrimiento de “Draugr” y “Poltergeist” (sí, “Poltergeist” fue el nombre que le pusieron), que se confirmó que nuestro Sol no era el único astro en viajar acompañado.

El entusiasmo generado por estos primeros exoplanetas, llamados así por encontrarse fuera del Sistema Solar, no se detuvo allí. Hoy en día, hay catalogados más de 3,500 de estos cuerpos, de los cuales una treintena se encontrarían en la “zona habitable”, es decir, orbitan alrededor de su estrella a una distancia tal que su temperatura permitiría la formación de vida.

Lo que no habíamos encontrado hasta esta semana, era que alrededor de una sola estrella (llamada Trappist-1) hubiera tantos planetas de tamaño semejante al de la Tierra. Hablamos de siete. De los cuales, no uno sino tres de estos se encontrarían en la tal llamada zona habitable.

Esta información no sería posible sin el empleo de impresionantes instrumentos científicos. Por ejemplo, el telescopio espacial Spitzer, un artefacto de más de 800 kilos y que costó 720 millones de dólares construir, tuvo que observar por casi 500 horas continuas a Trappist-1 para poder determinar la masa y densidades de los nuevos mundos.

Pero ninguna tecnología actual podrá ayudarnos a cruzar los 40 años-luz que nos separan de estos prometedores planetas rocosos. La mayor velocidad alcanzada por el hombre ha sido de 11.8 kilómetros por segundo, a bordo de la nave espacial Apollo 10, con lo cual nos tomaría poco más de un millón de años llegar hasta allá.

A pesar de las distancias, podemos animarnos con la idea de que, conforme sumemos más planetas a nuestro listado, las posibilidades de no estar solos en el universo se hacen mayores.

Este artículo se publicó en Caretas

Mr. Trump, ¿Por qué no usa el ‘Cono del Silencio’?

16 febrero, 2017

Las coordinaciones del presidente americano, a raíz del lanzamiento de un misil norcoreano, ha levantado críticas de especialistas en seguridad. Parte de las coordinaciones fueron efectuadas en su resort, frente a los socios.


Este jueves el presidente Trump dio su primera conferencia de prensa en solitario. Últimamente en sus apariciones había estado acompañado ya sea del primer ministro de Japón, el de Canadá o el de Israel. Cada una de estas presentaciones generaron sus propias anécdotas que más tarde se convertirían en material para comediantes, talk shows o los memes del día: el bizarro apretón de manos con Shinzo Abe, el dejar la escena (con un Netanyahu inmóvil) cuando le preguntan algo incómodo o la reacción de un prevenido Justin Trudeau ante la mano extendida del mandatario.

Pero más allá de los memes del día, que capturan lo que en realidad son micro momentos, su manejo de datos concretos o su tratamiento a la prensa no deja de sorprender. Clama que su victoria en el colegio electoral ha sido la más grande desde Reagan, cuando en realidad los 306 votos que obtuvo son menos que los 365 y 332 obtenidos por Obama en sus dos victorias. Aún menos que los 379 de Bill Clinton o los 426 de Bush padre. Preguntado por un periodista de por qué los medios deberían creerle cuando declara números incorrectos, termina diciendo que le entregaron tal información y que su victoria fue muy sustancial, cuando en realidad en el voto popular obtuvo casi 3 millones de votos menos que Hillary Clinton.

A pesar de que el desempleo estadunidense ha llegado a la menor marca en 9 años, y el crecimiento de su economía es mayor a lo que ha recibido ningún presidente en los últimos treinta años, señala que ha recibido un mamarracho, un desastre tanto en el frente interno como el externo. Culpa, claro está, a los mexicanos y a “otras partes” a donde se estarían yendo los empleos.

Tampoco puede dejar de culpar a la prensa por ser, según él, deshonesta. No solo deshonesta sino con un “nivel de deshonestidad fuera de control”. Luego clama que las noticias sobre los contactos de su campaña con Rusia son falsas, a pesar de la renuncia de un alto funcionario justo a raíz de estos affairs. Pero claro, eso no indica que su administración esté pasando por un caos, sino que estaríamos ante una maquinaría “bien afinada” a pesar de que no solo les falta cubrir puestos en su gabinete sino más de 600 cargos de confianza.

Finalmente, no podía estar ausente en esta conferencia el mandar a callar repetidas veces a periodistas, hacerlos sentar o decirles que no tiene que responderles.

Es claro ahora que los votantes que anhelaban un comportamiento “más presidenciable” para cuando pasaran las elecciones, tendrán que seguir esperando. Sus demás votantes pueden estar tranquilos, e incluso podrán asistir a un rally de campaña donde estará el presidente este sábado.

Este artículo se publicó en Caretas

¡Bang! Hemos secuestrado tu disco duro

2 febrero, 2017

El secuestro ya no es exclusividad del mundo físico. Desde nuestras computadoras, podemos ser víctimas de la captura de nuestra información hasta que paguemos un rescate.


La señora Sofía, empresaria limeña, se tomó unos minutos en la oficina de su casa para navegar por internet y ver unos diseños de muebles que le interesaban. De pronto, un mensaje en la página le indicó que necesitaba actualizar la versión del programa lector de archivos PDF. Lo hizo y se olvidó del asunto por menos de una hora, cuando su computadora dejo de responder y un oportuno mensaje en la pantalla le ofrecía la salvación: pague 500 dólares y podrá recuperar la información de su equipo.

Si bien he cambiado su nombre, el caso de la señora Sofía es real y cercano. Y como ella, en todo el mundo, a cada instante aparecen nuevas víctimas de alguna variante de estos programas maliciosos, llamados Ransomware, que encierran los datos del disco duro dentro de un archivo que no podremos abrir hasta pagar un rescate. Según un estudio de IBM, estaríamos ante un negocio criminal que recaudó al menos mil millones de dólares el año pasado.

Estos programas son enviados en correos spam, dentro de aplicativos de dudosa procedencia o, como ya se ha dicho, como una falsa actualización de un software licito (Adobe Reader, Adobe Flash entre otros), por lo que es recomendable solo realizar actualizaciones desde las mismas páginas de los productos. El objetivo de la propagación es usualmente enfocado en los Estados Unidos, en donde 50% de los ejecutivos que admitieron haber pagado rescate, lo hicieron por más de 10,000 dólares y un 20% por la friolera de más de 40,000 dólares.

El estudio de IBM muestra que las empresas están más dispuestas a pagar con respecto a los particulares, sin embargo, los padres de familia pueden cambiar de opinión si la información comprometida incluye fotos familiares.

Como es de esperarse, los mecanismos de pago exigidos por los criminales son electrónicos y pueden involucrar transferencias a cuentas, servicios como Paysafecard o la criptomoneda Bitcoin de la que hablaremos próximamente. Sin embargo, un método recientemente descubierto bien podría ser premisa de alguna película: si la víctima no puede/no desea pagar con dinero puede hacerlo… ¡consiguiendo dos nuevas víctimas! Así es. Si comparte el enlace de descarga y consigue que dos personas lo instalan y paguen el rescate, su data es liberada.

Aún está por ver los resultados de esta nueva dimensión “social”, por llamarla de algún modo, del ransomware. Pero esta es solo una de las muchas maneras en que se efectúan estos asaltos. Incluso, algunos ofrecen un servicio de “mesa de ayuda” para negociar las tarifas del rescate.

¿Qué hacer para no repetir la historia de Sofía? Jamás instalar programas descargados de Internet (o del correo electrónico), al menos que estemos seguros de su procedencia. Realizar con frecuencia copias de seguridad en discos duros externos o memorias USB que luego son retiradas del equipo. Y en general mantener una actitud alerta ante señalas sospechosas. La calle ya no es el único lugar para esta actitud, sino también el mundo digital.

Este artículo se publicó en Caretas

Comunicándonos con E.T.

2 febrero, 2017

El film ‘La Llegada’ nos invita a hablar de los casos reales en los que se ha descifrado lenguajes distintos y de nuestros propios mensajes enviados al espacio exterior. Advertencia: el artículo contiene pequeños adelantos de la película.


La película La Llegada muestra el reto que enfrenta una lingüista por traducir textos de una civilización extraterrestre. No sabemos si tal premisa se hará realidad, pero los científicos ya llevan décadas enviando sus propios mensajes al espacio, con la esperanza de que sean leídos por otras civilizaciones.

La Llegada (The Arrival) nos ubica en torno al tema del Primer Contacto con una civilización extraterrestre. Dicho encuentro, tratado infinidad de veces en libros, películas y series, en esta oportunidad nos presenta con un determinado problema: los visitantes no se comunican en nuestra lengua. Por ello, el ejército busca la ayuda de una experta lingüista (interpretada por Amy Adams) para que los ayude a determinar si la humanidad se encuentra ante una amenaza.

Ver el proceso de traducción por parte del personaje de Adams, me hizo recordar las aventuras de Henry Rawlinson, un oficial inglés destacado en Persia que en la década de 1830 logró descifrar la escritura cuneiforme tras pasar varias aventuras registrándola. Esta escritura se había usado por miles de años en Oriente Próximo pero habían pasado unos ocho siglos desde la desaparición de sus últimos lectores. Una hazaña previa en ese sentido, fue la del arqueólogo francés Jean-François Champollion quien desentrañó los misterios de la escritura jeroglífica al traducir la piedra Rosetta que data del siglo dos antes de Cristo.

Ambos estudiosos debieron entender trazos y dibujos de cuyos creadores los separaban enormes diferencias culturales. Sin embargo, al poder traducir sus textos, les permitieron a estos hablar de nuevo a través de los mensajes que habían dejado en sus ruinas, fragmentos, y monumentos.

No sabemos si algún futuro Rawlinson o Champollion se enfrentará al reto de descifrar mensajes dejados ya no por civilizaciones lejanas en el tiempo, sino seres de otro mundo, tal como ocurre en la película. Pero la humanidad misma ya cuenta con sus  propios mensajes enviados al espacio en espera de que sean leídos y, con suerte, contestados por algún estudioso cósmico.

Carl Sagan Placa Pioneer
El científico Carl Sagan (1934-1996) muestra la placa de aluminio que sería colocada en las sondas Pioneer 10 y 11 como mensaje a posibles descubridores de otros mundos.

Uno de estos mensajes fue transmitido desde el radio telescopio de Arecibo (Puerto Rico) el 16 de Noviembre 1974, apuntando a un gran conjunto de estrellas. Se transmitieron 1,679 dígitos binarios (ceros o unos) con la idea de que si el receptor lo ordena en un arreglo rectangular de 73 columnas por 23 filas, encontrará dibujados (con cada “1”) la silueta de un humano, la doble hélice del ADN, o el perfil del mismo radio observatorio, entre otras cosas.

Ciertamente lo anterior parece un ejercicio visual bastante exigente para cualquiera que no haya estado en la Tierra.  Pero este no es el único envío hecho al espacio por medio de ondas. Al menos otros diez mensajes se han trasmitido apuntando a estrellas ubicadas a una distancia de entre 20 y 69 años luz, con lo cual deberá pasar este tiempo (de 20 a 69 años) para que lleguen a su destino y quizá sean descifrados.

Si bien las ondas de radio son el medio más rápido empleado para enviar mensajes, no es el único. Las sondas Pioneer y Voyager, lanzadas en la década de los 70 con el objetivo de estudiar los planetas exteriores, salieron del Sistema Solar llevando placas, fotografías y audios.  Los audios incluyen saludos en diversidad de idiomas (incluidos el español y el quechua) proveyendo de rico material de estudio para cualquier lingüista extraterrestre. 

Este artículo se publicó en Caretas

Perpetuando lo Efímero

19 enero, 2017

En un año se ha compartido en las redes sociales suficientes fotos como para levantar una columna de más de un kilómetro de altura.


Hay muy pocas fotos de Neil Armstrong caminando en la Luna. Para colmo, en tan solo una de ellas se le ve el rostro al astronauta. La razón principal es que era él quien llevaba la cámara portátil, y la recargada agenda para las dos horas de exploración no estipulaba que se la pasara a su compañero para posar y salir retratado. Así fue que Buzz Aldrin se llevaría las mejores fotos, las que lo hicieron famoso. Pero esto no significó mayor problema para su comandante que, con la sencillez de siempre, comentaría “[…] Buzz era el más fotogénico de la tripulación”.

Hoy en día, puede ser difícil de entender tal respuesta. Prácticamente no existe evento social, por más pequeño o grande que sea, que no quede registrado en fotografías o que alguien quiera quedar fuera de ellas. Aún para los momentos en que estamos solos, las cámaras vienen preparadas para facilitar los “selfies”, aquellos autorretratos que nos tomamos a brazo extendido o con la ayuda de bastones especiales. Basta que uno sonría o haga un gesto con la mano, para que el celular nos capture digitalmente en medio de cualquier actividad.

Según datos de Google, sus servidores han etiquetado en el transcurso de un año, por medio de su servicio Photos, la friolera de 24,000 millones de selfies. En una simple aritmética, vemos que a cada uno de sus 200 millones de usuarios le correspondería 120 selfies solo en este período. Esto no considera las fotos que pedimos que nos tomen o aquellas que tomamos a otras personas… ni las fotos que son tomadas sin pasar por Google.

Si bien antes eran el papel fotográfico y los álbumesel depósito de nuestras tomas, esto ha sido cambiado por “la nube”, las redes sociales y servicios de mensajería.  Se estima que solo en el 2014, se compartieron en Flickr, Snapchat, Instagram, Facebook y en Whatsapp 1,800 millones de fotos. Esta es otra cifra astronómica difícil de asimilar, pero podemos decir que si las imprimiésemos todas y las apiláramos una sobre otra, tendríamos erguida una columna de al menos 1.3 kilómetros de altura repleta de recuerdos.

Este fenómeno no lo habrían visto venir ni los imaginativos escritores de ciencia ficción. Recién en la novela Homínidos (2003) de Robert Sawyer, encontramos personajes que transmiten constantemente lo que captan sus implantes, pero para ello deben vestirse con ropa llamativa y recibir el nada halagador título de “exhibicionistas”. Un tratamiento menos negativo, al menos en un inicio, lo reciben las personas que por medio de la tecnología lo comparten todo, en el libro The Circle (2013) de David Eggers, próximo a ser película.

Evidentemente, la importancia que le demos a cada fotografía, o el tiempo que invertimos en generarlas, es un asunto personal. Las estadísticas no calibran la trascendencia o duración de los momentos que perpetuamos, por más efímeros que puedan ser.  Pero en un mundo donde nuestras imágenes son tan habituales, es curioso notar que esto no era así en la antigüedad: la cámara fotográfica no aparece hasta el siglo XIX. Es más, el espejo de vidrio no lo hace hasta el Renacimiento, primero como un artículo de lujo. Con lo cual podíamos decir que justamente, lo menos usual en la historia habría sido ver nuestros propios retratos, tan abundantes hoy en día. 

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Filmando películas con actores muertos

12 enero, 2017

La última producción de Lucasfilm hace uso de efectos especiales para incluir actores que protagonizaron Star Wars en 1977


Estaba en el cine disfrutando de “Rogue One” cuando la aparición de Peter Cushing, como el maloso Gobernador Tarken, casi me hace sacar la calculadora: lo que veía en pantalla era o bien un actor de más de cien años de edad, estupendamente conservado, o la productora había aprendido de alguna forma a resucitar muertos. Evidentemente era esto último, al menos en un sentido digital, y el resultado no ha estado exento de polémica. En muchos aspectos, podría ser un vistazo a lo que nos depara la tecnología en un futuro no muy lejano.

Para contar con la imagen del fallecido actor británico en este episodio de la saga, se requirió de un actor que tuviera su talla y contextura para que prestara su cuerpo. Este filmó las escenas como lo haría cualquier artista, pero además tuvo que usar un casco del cual colgaron sensores ópticos, enfocados a su cara, la misma que estaba pintada con pequeños círculos o marcadores. El objetivo de esta parafernalia, era capturar sus expresiones faciales que luego serían reemplazadas por el rostro de Cushing gracias a los técnicos.

John Knoll, el encargado de los efectos especiales del film, en declaraciones al New York Times señala varias cosas interesantes sobre esta operación. En primer lugar, respondería a la necesidad de la trama y, segundo, haber logrado el resultado obtenido es algo costoso por lo que no cree que se use esta tecnología de una manera casual (léase: hacer una película con Humprey Bogart saldría muy caro). Pero si algo hemos aprendido de la tecnología, es que en el mundo de las computadoras lo costoso, con el tiempo se vuelve barato.

Ya en 2005, en su libro “Virtual Humans” Peter Plantec exhibía una serie de herramientas de software para construir rostros, voces, y sistemas capaces de ˝conversar” con seres humanos. Usando una de estas, cargué mi foto y conseguí que mi avatar moviera sus labios sincronizándolos con un texto cualquiera (una curiosa experiencia, debo añadir). Y hablamos de once años atrás… Hoy en día, el Instituto para las Tecnologías Creativas de la Universidad del Sur de California ofrece gratuitamente herramientas aún más avanzadas orientadas a la creación de humanos virtuales, con los que podremos mantener conversaciones.

Con Rogue One, se encendieron varias alarmas éticas. Una columnista del medio británico The Guardian tilda la resurrección de Cushing de “indignidad digital” y otros se preguntan sobre cuál es el límite, si ¿habrá más películas con actores desaparecidos? La reciente muerte de Carrie Fisher, la querida princesa Leia, no hace más que reforzar la pregunta.

Mientras tanto, yo creo que más allá de actores muertos, otro escenario posible lo conforman los actores que no existen. No es necesario imitar la imagen de alguien conocido cuando se puede fusionar rasgos físicos de un conjunto de personas en una sola cara. Esto ya se hizo en junio del 2011 cuando la banda de música japonesa AKB48 anunció a una nueva integrante que apareció en un comercial y una revista pero que a la final solo existía en la memoria de un ordenador.

Dado todo esto, quizá llegué el día en que, así como ciertos grupos exigen se etiquete a los alimentos transgénicos, otros reclamen se haga lo mismo con los actores que parecen ser de carne y hueso, nos emocionan como tales, pero tienen un origen digital… O resulte que ya estaban muertos antes de filmarlos.

Este artículo se publicó en Caretas

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