El titulo podrá parecer gracioso, pero en realidad muestra un hecho. Un hecho del que no estaba consciente era especial sino hasta ahora último, en que salió a relucir en una amena conversación; a partir de la cual, medio sin querer, medio queriendo, el tema ha estado rondando en mi cabeza estos días cada vez que regreso a casa manejando, como una constante invitación a ser escrito.
Disfrutaba el ir a visitar a mi abuelita Dina en su casa de Jesús María, ella partió a la del Padre cuando yo tendría unos veinte años. Recuerdo que los domingos, luego de ir a misa con mi papá, nos dábamos un salto y mientras él salía por allí cerca, me quedaba con ella; jugábamos un juego de casinos llamado Carioca, para ello poníamos un paño verde sobre la mesa del comedor, el fajo de cartas y un papel y lápiz para llevar el puntaje. No lo he vuelto a jugar desde entonces, así que no recuerdo las reglas. También me gustaba sacar a Rocky de la azotea para que se distraiga, un hermoso cocker spaniel color caramelo, a ella no le gustaba esto y el pobre animal recibía algunas tundas por mi culpa.
En una de esas visitas llegué como aprendiz de conductor, supongo que quería compartir mi entusiasmo, porque le ofrecí las llaves del auto de mi papá (quien no estaba) para que diéramos una vuelta a la cuadra. ¡Por supuesto que no se negó!, pero mi entusiasmo se convirtió pronto en preocupación al verla conducir, muy pequeña ella en un auto muy grande, a una velocidad de susto por las callecitas del distrito. Me dijo que no me preocupará, que ya había manejado antes; en ese momento no me fue de mucho alivio el que me lo recordara, pero era cierto, antes conducía su propio coche, un potente Ford Mustang de los sesenta, azul y automático, con el que a veces nos visitaba.
Justamente una anécdota familiar gira en torno a este vehiculo. Cuentan que una noche con neblina, la familia entera se regresaba de la casa de campo que mi abuelo tenía en Chaclacayo, cada hermano en su carro y a su propio ritmo, cuando de pronto un conductor apurado y temerario les tocaba el claxon para luego pasar a toda velocidad a cada uno de los cinco vástagos… ¡adivinaron!, había sido ella, quien también llegó antes que todos. Supongo que no debería sorprender, era la misma mujer que de joven conducía el camión de reparto de la leche que vendíamos. Estoy seguro que, ese hecho por si mismo, demuestra lo especial que era para aquella época, no solo como un apoyo y soporte para mi abuelo.
Termino estás líneas sin saber del todo el origen de las mismas. Quizá, aparte del dialogo que tuve, sea el haber visitado la Planicie recientemente, quizá también sea que ahora conduzco más confiado tras mi operación, quizá también sea que quiero decirte que te recuerdo amorosamente.
Disfrutaba el ir a visitar a mi abuelita Dina en su casa de Jesús María, ella partió a la del Padre cuando yo tendría unos veinte años. Recuerdo que los domingos, luego de ir a misa con mi papá, nos dábamos un salto y mientras él salía por allí cerca, me quedaba con ella; jugábamos un juego de casinos llamado Carioca, para ello poníamos un paño verde sobre la mesa del comedor, el fajo de cartas y un papel y lápiz para llevar el puntaje. No lo he vuelto a jugar desde entonces, así que no recuerdo las reglas. También me gustaba sacar a Rocky de la azotea para que se distraiga, un hermoso cocker spaniel color caramelo, a ella no le gustaba esto y el pobre animal recibía algunas tundas por mi culpa.
En una de esas visitas llegué como aprendiz de conductor, supongo que quería compartir mi entusiasmo, porque le ofrecí las llaves del auto de mi papá (quien no estaba) para que diéramos una vuelta a la cuadra. ¡Por supuesto que no se negó!, pero mi entusiasmo se convirtió pronto en preocupación al verla conducir, muy pequeña ella en un auto muy grande, a una velocidad de susto por las callecitas del distrito. Me dijo que no me preocupará, que ya había manejado antes; en ese momento no me fue de mucho alivio el que me lo recordara, pero era cierto, antes conducía su propio coche, un potente Ford Mustang de los sesenta, azul y automático, con el que a veces nos visitaba.
Justamente una anécdota familiar gira en torno a este vehiculo. Cuentan que una noche con neblina, la familia entera se regresaba de la casa de campo que mi abuelo tenía en Chaclacayo, cada hermano en su carro y a su propio ritmo, cuando de pronto un conductor apurado y temerario les tocaba el claxon para luego pasar a toda velocidad a cada uno de los cinco vástagos… ¡adivinaron!, había sido ella, quien también llegó antes que todos. Supongo que no debería sorprender, era la misma mujer que de joven conducía el camión de reparto de la leche que vendíamos. Estoy seguro que, ese hecho por si mismo, demuestra lo especial que era para aquella época, no solo como un apoyo y soporte para mi abuelo.
Termino estás líneas sin saber del todo el origen de las mismas. Quizá, aparte del dialogo que tuve, sea el haber visitado la Planicie recientemente, quizá también sea que ahora conduzco más confiado tras mi operación, quizá también sea que quiero decirte que te recuerdo amorosamente.
Anonymous dice
si primo, yo tambien me acuerdo que nuestra abuelita Dina manejaba su MUSTANG como era chatita mi viejo me comentó que le ponían un taco de madera en los pedales para que pueda alcanzarlos, yo lo vi era un mate de risa, pero con tremendo carro, ella no tenía miedo de conducirlo, tenía su caña.
Lucho
María dice
Me gustó el texto de tu abuela Dina y el Mustang, realmente era temeraria y de fierros tomar.
Te felicito
Maria
Carmen dice
Si sabia de lo terrible que era tu abuelita y tenía que pasarlos a todos sus hijitos. Varias veces he salido con ella conduciendo y lo hacía muy bien, era una mujer de armas tomar y muy trabajadora. Que lindo que te acuerdes de ella.
Un abrazo
Carmen
Carmen Albatrino dice
Cada dia doy gracias a Dios por la madre que El me asigno. Un dia al leer la Biblia, en Proverbios 31, sobre La Mujer Virtuosa, reconoci a mi madre, tu abuelita mi querido sobrino. Gracias, muchas gracias, por haberte acordado de ella, que Dios te bendiga ricamente.
Carmen A.B.
MILA ALBATRINO dice
hola primo !!!! woww no pensava che la abuelita era asi temeraria =) … es un lindo articulo que me hara recordar, mejor dicho nos recordara a todos de la abuelita DINA =).. SIEMPRE COMO MUCHO AMOR Y FELICIDAD.. un grande besote para ti mila e nicky ( tu sobrina )
Giuseppe Albatrino dice
¡Hola prima!, me alegra mucho que hayas leído mi post sobre la abuelita y más aún de que te haya gustado. Un besote para ti y mi sobrina nicky:)