Muchas veces cuando la gente piensa en genios creativos, se enfoca en expresiones artísticas y los personajes tras de ellas: nombres como Van Gogh o Picasso al momento de pensar en creadores son muy validos, pero en mi opinión en el mundo de la ingeniería también encontramos hombres cuyas obras significaron en sus vidas obsesiones, alguna inspiración especial o parte importante de su interior. Estos hombres muchas veces son “padres” de distintas maquinas que acariciaron en sueños antes de que se convirtieran en realidad y a las cuales les unió un vinculo afectivo y emotivo, maquinas que surcan los cielos o llegaron a la Luna pero que a diferencia de la Mona Lisa se encuentran en el mundo con su progenitor anónimo.
Tomemos por ejemplo el caso de Jack Northrop (1895-1981), diseñador de distintos aviones que en la década de los cincuenta probaba sobre los desiertos de Mojave innovadores modelos de las llamadas “alas voladoras”, en donde el fuselaje y las alas del aparato forman un solo cuerpo. Si bien otros modelos suyos entraron en producción, las difíciles alas voladoras parecía que nunca llegarían a ver la luz, pasarían algunas décadas para que la utilización de computadoras permitiese controlarlas, pero cuando esto ocurrió Northrop ya se encontraba jubilado… ¡pero no olvidado! Personal de su empresa le consiguió una credencial de máxima seguridad para que a inicios de los años ochenta, con él ya llegando al final de su vida, pudiera ver el modelo a escala de un avión que el mundo no conocería hasta mucho después: el bombardero “invisible” B-2 (una aplicación de su ala voladora). Casi con lágrimas en los ojos, el ingeniero comentaba que ahora comprendía porque Dios le había permitido vivir tanto: para ver aquella obra. Veía con emoción como aquel proyecto al que había dedicado tanto su vida, cobraba nueva encarnación.
La nave espacial Apollo 1 es un caso en el que una falla nefasta en un producto de ingeniería puede afectar enormemente a sus constructores. En 1967 tres astronautas perecieron en la que iba a ser la primera capsula de su tipo en llevar hombres al espacio; el diseño de enorme complejidad y las enormes presiones de tiempo hicieron un producto defectuoso que se incendio en la torre de lanzamiento en momentos en que se realizaban pruebas clasificadas como “no peligrosas”. Pero estas tres vidas no fueron las únicas que se perdieron, varios ingenieros se quitaron la vida ante la responsabilidad y complejo de culpa, otros se volvieron alcohólicos y un importante gerente de proyecto, Joseph Shea sufrió un colapso nervioso que lo acompañaría siempre. Por parte de la empresa contratista a cargo de construir la capsula (North American Aviation, NAA), el brillante ingeniero aeronáutico Harrison “Stormy” Storms no solo perdió su puesto sino que pasaría su vida, se le puede ver a sus noventa años en entrevistas, mostrando documentos que guarda y en donde señala que él previno a NASA de lo que podía suceder.
Seguramente Apollo 13 es una historia más feliz de cómo una falla puede subsanarse con ingenio, pero no hay que olvidar que si no fuera por el modulo lunar (o LEM cuyo “padre”, entre varios, es Tom Kelly) la historia hubiese sido distinta. Los que vieron la película protagonizada por Tom Hanks quizás no sepan que al poco tiempo de salvada la misión, los ingenieros de la empresa de Kelly enviaron un fax a NAA cobrándoles en broma por, entre otros conceptos, remolcar la capsula Apollo (1 dólar por milla), prestar Oxigeno ($10/libra), alojamiento de un invitado adicional dado que el LEM era para dos tripulantes ($8/noche) y por no mostrar la factura al publico…¡100,000 dólares!
Pero más allá del mundo de los genios y de las alturas, también podemos encontrar estas historias que enlazan a hombres y a las maquinas con emociones en el mundo del software. Saber que estos pueden ser usados por decenas o centenares de usuarios genera un sentimiento de transcendencia aunque en el proceso pueda parecer solo de frustración, dado que a veces sucede que la obra, el sistema informático, ha tomado vida propia antes de tiempo y no quiere comportarse según lo deseado. Nunca olvidaré lo sucedido en mi oficina, ya muy de noche en medio de una semana difícil, en que un programa se resistía a funcionar y ni mi compañero (algo mayor y con un asombroso parecido físico a “Curly”, el de los tres chiflados) ni yo sabíamos porque la ultima prueba, que había tardado unos quince minutos en hacerse, había fallado; de pronto me mira con aquella mirada a lo “gato con botas de Shrek” y con profundo dolor y convicción abandona todo resquicio de lógica (o de ingeniero) para clamar lentamente a los dioses un sentido y dolido: “¡¿Qué hemos hecho para merecer esto?!” que se grabó en mi memoria como el epitome del papá frustrado ante su cibernética prole.
Si bien es cierto los ingenieros no andan por allí enviando trozos de sus orejas o clamando que nadie los entiende, sus obras están allí y en su proceso creativo existe el sentido del humor, dolor o fuerte enlace con lo creado; muchas veces sus obras caminan por allí haciéndolos anónimamente trascendentes o cuando fallan (por ejemplo el cajero en la ventanilla del banco), afortunadamente desconocidos.
Jaa , me has hecho reir bastante cuando recordé la sufrida expresión del popular «Pierna de Pavo» (Tim – One Call Solution – allá por el 2005 no? jeje)
Para el proximo post no olvides a los grandes inventores de pequeños avances modernos como el clip , el piqueo Snack ( yo creo que fue un error en la planta de bocaditos y dijeron..ya que chú) y sobre todo al visionario que inventó la botella de ketchup al revés. Hablamos.
Hola Lito! que bueno saber leerte; he visto que tienes varios blogs, voy a verlos! un abrazo