La situación en Venezuela ha dado pie a que miles de sus ciudadanos arriesguen su libertad para crear monedas digitales.
Cuando la inflación de un país supera los 1,600 por ciento anual, como sucede hoy en Venezuela, es imposible empezar el día y saber con qué precios terminarán las cosas al final de la jornada. Si a esto le sumamos el control que el gobierno tiene sobre el tipo de cambio, podemos pensar que la relación del venezolano promedio con los valores monetarios no es de las mejores. Sin embargo, la producción de un tipo de moneda, que solo existe en Internet, es justamente uno de las formas que miles de ellos han encontrado para tener ingresos extras.
Hablamos de las criptomonedas. A pesar de no estar respaldados por ningún Banco Central son aceptadas como medio de pago en una lista creciente de lugares. La más conocida de estas es la llamada Bitcoin, qué empezó a funcionar en el año 2009 y que hoy en día es soportada por Microsoft, Shopify y en algunos locales de Subway. El número de personas que lo usan no se puede determinar, pero a la fecha hay registrados más de dieciséis millones de “monederos virtuales”, es decir, cuentas en dónde guardar estos bitcoins.
Estas monedas se pueden crear bajándose un software gratuito de la Internet. Se instala en un conjunto de computadoras para que resuelvan un reto matemático, mediante prueba y error. Este proceso, llamado “minado” por su semejanza a la explotación minera, exige tiempo y abundante energía eléctrica, la cual es subsidiada en Venezuela. Es así que en diversas partes del mundo, en este mismo momento, diversos grupos de computadoras están compitiendo por hallar la siguiente solución numérica para que sea evaluada. De ser correcta, el “minero” recibe de recompensa varios bitcoins, actualmente valorizados en más de US3,000 la unidad, luego de lo cual empieza la siguiente búsqueda o reto.
Conforme pasa el tiempo, y de manera semejante a cómo sucede en una mina real, se hace más costoso encontrar el valor que crea el siguiente bitcoin. Si en sus inicios este intercambio energía-moneda requería apenas una computadora potente, hoy se emplean decenas de máquinas especialmente construidas para tal fin. Por ejemplo, en una incautación ocurrida el año pasado en la ciudad de Valencia a un centro de minado, la policía encontró 41 equipos dedicados y en otro caso 90 terminales. Ambas situaciones fueron detectadas por las empresas de electricidad.
Según una publicación reciente del semanario norteamericano The Atlantic, se estima que miles de ciudadanos se encuentran en esta actividad que si bien no es normada, el gobierno la tiene en la mira y por la cual ha encarcelado a varios mineros por cargos como robo de electricidad o contrabando de equipos.
Pero dada la volatilidad del Bolívar, el anonimato que permiten los monederos virtuales y la dificultad de que estos sean asaltados, es difícil pensar que los mineros y los poseedores de criptomonedas renuncien a estas.