Luego de los Estados Unidos, Rusia y China, una empresa israelí se encamina a posar una nave sobre la superficie lunar.
Días atrás, la empresa SpaceX lanzó un cohete Falcon 9 llevando de carga tres vehículos espaciales. Pero ninguno de ellos ha capturado la atención de los medios como la sonda ‘Beresheet’ perteneciente a dos empresas israelís, un país con menos de nueve millones de habitantes.
Y es que llegar a la Luna no es algo muy común. Si reducimos la Tierra a escala para que sea del tamaño de una manzana, nuestro satélite sería una pequeña esfera orbitándola a unos tres metros de distancia. Quizá por ello cuando Google creó el concurso Lunar X (2007-2018) para premiar a quien colocara un robot en la Luna, ninguno haya podido cobrarle los US$ 30 millones que ofrecía. Sin embargo, SpaceIL y Aerospace Industries perseveraron hasta formar parte de los titulares recientes.
Si bien el propulsor no es de origen israelí, habría que destacar dos cosas. Primero, se trata de un cohete reutilizable (ya en su segundo uso), parte de la propuesta de SpaceX para hacer los viajes más económicos. Segundo, dado que la energía del lanzamiento no era exclusiva para portar solo a Beresheet, los planificadores del vuelo le han programado una ruta muy particular para que pueda llegar a su destino. Debido a esto, en vez de los 4.5 días que se tomó China en una misión semejante, o los 3.5 días que tomaban los tripulantes de las naves Apollo, la pequeña sonda tardará ocho semanas con sucesivas orbitas que la pondrán cada vez más cerca de la Luna hasta que sea atrapada por su gravedad.
Es inevitable que un logro como este sea acompañado por manifestaciones propias de sus creadores. En este caso, la sonda lleva consigo una “capsula del tiempo” consistente en una librería digital con millones de documentos de alrededor del mundo, incluida la Biblia Hebrea.
En cuanto a la ciencia, dado que se espera que Beresheet se quede sin baterías luego de dos días tras su arribo, podrá solo estudiar el campo magnético de la Luna. También lleva un reflector, es decir, una especie de espejo para que rayos láser disparados desde la Tierra puedan rebotar en él, tal como ocurre con los reflectores dejados en las misiones Apollo 11, 14 y 15.
Se espera que para el 11 de abril, tras acumular 6.5 millones de kilometraje, la sonda se pose en el mar de la Serenidad marcando una nueva época en la exploración privada del espacio.