Una reciente revelación de la empresa de noticias Bloomberg da cuenta de cómo el espionaje no solo se realiza por medio de programas de cómputo, sino que también alterando componentes electrónicos.
Hoy en día las computadoras alcanzan tal complejidad en sus diseños que para la mayoría su interior no es más que una caja negra. Los fabricantes nos hablan tanto de núcleos, tipos de memoria y miles de millones de transistores en un reducido espacio que es fácil perder la perspectiva. Quizá por ello cuando hablamos de hackers, las noticias giran usualmente en torno a los ataques de software que estos realizan y no, como ha ocurrido la semana pasada, a las modificaciones que pueden hacer en los circuitos mismos de los equipos, tal como lo revela una reciente historia aparecida en Bloomberg.
Esta inicia en el 2014, cuando el gigante del comercio electrónico Amazon evalúa la compra de Elemental Inc., una empresa que había creado complejos algoritmos para distribuir eficientemente videos por Internet a una gran variedad de tipos de dispositivos; tal como hace Netflix. Elemental usaba a su vez los servicios de otra empresa americana, llamada Supermicro, para que le fabrique sus equipos, máquinas especializadas llamadas servidores. Como parte del proceso de adquisición, los expertos en seguridad informática examinan al detalle estos servidores y descubren en estos un chip implantado, del tamaño no mayor al de un grano de arroz, cuya función estaba ligada al robo de información.
Amazon acude al FBI y la alarma se dispara en la comunidad de inteligencia. Y es que la tecnología de video de Elemental está presente incluso dentro del mismo Departamento de Defensa, ya que, por ejemplo, puede mejorar las señales de video que envían los aviones no tripulados a sus bases. No solo eso, se estima que más de treinta empresas de gran tamaño se habrían visto afectadas, incluida Apple que iba a usar los servicios de Supermicro para sus nuevos centros de datos, con una orden de compra que hubiera llegado a más de 30,000 servidores.
Los investigadores descubrieron que detrás de la operación estaría el gobierno chino, esto siempre según Bloomberg, y que su modus operandi consistía en comprometer a la cadena de suministros de las empresas de alta tecnología. En este caso, agentes acudían a las fábricas de Supermicro o a sus contratistas en China, y por medio de la extorsión o soborno, lograban colocar estos chips especialmente diseñados para darles acceso remoto a la información que viaja por ellos.
A la fecha, tanto Amazon como Apple han negado tajantemente haber sido víctimas de infiltración alguna, mientras que Bloomberg mantiene su posición con nuevas actualizaciones a su primer artículo y los congresistas piden explicaciones. Real o no, el escenario descrito no es del todo descabellado. No solo se han visto programas complejísimos de hackeo, sino que como dan cuenta las revelaciones de Edward Snowden contra su propio país, ya existe por parte de la misma Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en inglés) la práctica de interceptar equipos informáticos en tránsito para modificarlos antes de que lleguen a su comprador.