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Giuseppe Albatrino

Escritor, Dramaturgo y Divulgador Científico

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ciencia

¿La supremacía del más fuerte?

6 septiembre, 2011 by Giuseppe Albatrino

“Nature is amoral, not immoral...”
Stephen Jay Gould

      Hace poco, un compañero en búsqueda de anécdotas para su clase de innovación empresarial, me preguntó sobre Darwin y “esto de la supervivencia”. No me fue difícil adivinar por donde iba, por décadas se ha tomado, erróneamente, el trabajo del naturalista inglés para justificar desde la indolencia del libre mercado hasta el racismo exterminador. En teoría, si en la naturaleza los fuertes son los que sobreviven, ¿por qué no en la sociedad o en los negocios? Esto no solo es peligroso, sino que tiene poco que ver con el concepto de Evolución.

      La selección natural, favorece a los más aptos (no se emplea el término “fuertes”), es un proceso ciego, no sistemático, en que interviene mucho el azar. Un ejemplo clásico que la ilustra, es el «caso de las mariposas de Manchester”, observadas en el siglo XIX. Estas visitantes de los abedules, de troncos claros, gracias a sus alas blancas y moteadas de gris, escapaban de la vista de sus depredadores, hasta que… llegó la revolución industrial, y con ella la contaminación. Al volverse los árboles oscuros, se convirtieron en un festín visible para los pájaros que se alimentaban de ellas.
      Sin embargo, como siempre ocurre con toda especie, no todos los ejemplares son iguales, así que las mariposas que eran más oscuras empezaron a tener mayores oportunidades para sobrevivir y reproducirse. En el lapso de apenas cincuenta años, ¡el 99% de las mariposas del abedul pasaron a ser grises!, mientras las que tenían los atributos anteriores, y abundaban, no sobrevivieron, por no ser “aptas” ante las nuevas circunstancias.

      A diferencia nuestra, que podemos tener un gusto personal por uno u otro tipo de mariposa, la naturaleza no tiene una meta o preferencia que la dirija. Tampoco las mariposas eligieron ser de tal forma o color, o vivir en aquel lugar y momento. Los eventos, simplemente, se dieron.

      Uno de los primeros en “extender” las ideas del gran investigador fue el filósofo Herbert Spencer, quien las llevó al campo social, pero, Darwin creía que estos aportes no contenían ningún valor científico. Luego, se propagaron aún más variantes de las ideas de Spencer que parecen querer justificar cualquier acto en que debe acabarse con el más débil. El problema es que, no solo esto es ajeno a la ciencia, sino que si bien la naturaleza es amoral, el hombre no tiene por qué serlo.

Publicado en: Sci & Tech Etiquetado como: ciencia

Algunos “Leonardos” modernos

20 julio, 2011 by Giuseppe Albatrino

      Un terremoto educativo ha rajado el suelo y dividido a las personas en dos grupos adversos y excluyentes: por un lado quedó la gente de números y por otro la de letras. O, ¡peor aún!, dentro de ellos encontramos a los que únicamente conocen de su profesión. Sin embargo, no tiene por qué ser así, esta división artificial y nociva no tiene por qué arruinar mentes curiosas. Mentes como la de Leonardo da Vinci existen aún ahora, y si bien los simples mortales no podemos aspirar a tanto conocimiento, algunos ejemplos contemporáneos podrían inspirarnos.

      Tomemos el caso del físico Richard Feynman (1918-1988), nada menos que ganador del premio Nobel en el campo de electrodinámica cuántica (parece un tema muy especializado, ¿verdad?). Su mente curiosa e inquisitiva nunca pudo quedarse quieta, el expresar matemáticamente las leyes del cosmos no le bastaba. Cursó tópicos de postgrado en biología, psicología y filosofía. Se dio tiempo para, fuera del mundo académico, aprender a pintar cuadros, lo suficientemente bien como para que se haga una exhibición de ellos. Incluso pintó uno para una casa de citas, pero esa es otra historia…

      Otro de mis favoritos en cruzar la barrera monotemática es el jesuita Carlos Valles, por un tiempo uno de mis autores favoritos. Estudió y enseñó matemáticas universitarias, campo para el que fundó la primera revista especializada en la lengua gujarati (la que hablaba Gandhi), representando a la India en congresos internacionales. Pero también le gustaba escribir “de otras cosas” en este idioma, lo bastante satisfactorio como para ganar importantes premios literarios (así es, como lo lee, un matemático también puede ganar premios literarios). El gobierno de Guyarat le otorgó cinco galardones seguidos, luego de lo cual emitieron una norma por la que ningún autor podría, justamente, obtener más de cinco de estos premios consecutivos… para darle la oportunidad a otros, supongo.

      Finalmente, un ejemplo sacado del cuerpo de astronautas, en donde también hay varios que son artistas, pero que dejaremos para otra oportunidad. ¿Le suena el nombre de Story Musgrave?. Probablemente no y aunque ha participado en seis misiones del transbordador espacial su rostro no es muy popular. Aún así, montarse en cohetes dista de ser su único interés. No solo estudió matemáticas y estadísticas sino que, prepárese para la lista, obtuvo un MBA, un grado en química, otro de médico, una maestría en fisiología y biofísica y una maestría en… literatura. Cuando no estaba en clases, se las arregló para volar más de 160 tipos de aviones, saltar 800 veces en paracaídas y recibir veinte doctorados honorarios. Impresionante.

      Así que ya lo sabe, cuando en un cóctel alguien le hable de un tema lejano a su “zona de confort”, digamos, que de temas de “letras” cuando usted es de ciencia o viceversa, algunos de estos ejemplos quizá le anime a saltar las grietas que, lamentablemente, la especialización extrema nos crea.

Publicado en: Vivencias y Opinión Etiquetado como: arte, ciencia

Por un minuto, supongamos que Hawking está en lo cierto

17 mayo, 2011 by Giuseppe Albatrino

El paraíso después de la muerte es un cuento de hadas
Stephen Hawking

      Con casi la totalidad del cuerpo paralizado por una enfermedad degenerativa, el brillante físico inglés apenas puede comunicarse mediante una computadora que percibe pequeños movimientos de su rostro. Con ella, llega a componer apenas unas cinco palabras por minuto (léase bien: 5 palabras por minuto), sin embargo no sólo se declara afortunado, sino que es lo suficientemente influyente como para que sus entrevistas den la vuelta al mundo, como la que hoy reseña el diario El Comercio, acerca de la religión.

Muchos esperarían que un hombre con tal vulnerabilidad, que depende absolutamente del resto, vuelque su aflicción hacia algún dios, pero Hawking es ateo, y su postura es la de una minoría de personas. Aún así, supongamos, aunque sea por breves instantes, que es cierto lo que él dice, que la muerte es el fin, que solo recuerdos y obras le sobreviven. Después de todo, no existe evidencia científica de lo contrario, ¿verdad? Supongamos que con el último respiro todo se apaga, y aquella luz blanca al final del túnel siempre fue lo que se sospechaba: el cerebro perdiendo los últimos vestigios de oxígeno. ¿Qué pasaría?

      La premisa atea puede tener, por contradictorio que parezca a algunos, una invitación a valorar más nuestro paso por este mundo. Si nuestra propia existencia, la de nuestros seres queridos, la de nuestros vecinos o incluso la de cualquier ser humano, consiste únicamente en algunas décadas sobre un planeta azul alrededor de una estrella (que también morirá) ¿cómo no atesorar intensamente cada momento?, ¿cómo perder el tiempo en necedades si lo único que de mí queda es mi memoria?, ¿cómo quitarle la vida a alguien si con ella se extingue todo lo que tiene y tendrá?

      Me pregunto, de manera muy näive y casual, si ante la ausencia del paraíso a la vuelta de la esquina, habría un mayor cuidado por la integridad de los demás, incluso, aunque pueda sonar cómico, si dejaríamos de conducir en Lima de forma tan imprudente, como si todos tuviesen siete vidas (ya no digo dos: “ésta” y “la del más allá”)…

      Curiosamente, aún en su visión sin eternidad, Hawking señala no tenerle miedo a la muerte, lo cual me pregunto qué tan extendido está en la contraparte creyente y moderna; a muchos puede sorprender el comentario del abad de Ampleforth. Cuando el cardenal Basil Hume le dijo que iba a morirse, el abad respondió encantado por él: “¡Felicitaciones! Ésa es una noticia brillante. Desearía estar yendo con usted”… ¿Cuántos responderían igual?

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PS: Cita que no quisiera dejar en el tintero: “I do not fear death. I had been dead for billions and billions of years before I was born, and had not suffered the slightest inconvenience from it.’ – Mark Twain

Publicado en: Vivencias y Opinión Etiquetado como: ciencia, religión

Download Neuronal

6 junio, 2010 by Giuseppe Albatrino

Incluso en el sueño el cerebro está pulsando, palpitando y destellando con el complejo negocio de la vida: soñar, recordar, imaginar cosas. Nuestros pensamientos, visiones y fantasías poseen una realidad física
Carl Sagan, en Cosmos.

      No existen fotografías de Cristóbal Colón llegando al nuevo mundo tras dos meses de penoso viaje, sin embargo quedó registrado que los latidos del astronauta Neil Armstrong llegaron a 186 por minuto al momento de llegar a la Luna. Del viaje del primero no está confirmado a qué isla llegó mientras que del segundo, cada dato de su nave en travesía se almacenó en cintas electromagnéticas y es que conforme la tecnología avanza, las posibilidades de guardar eventos de la experiencia humana con mayor detalle se han ampliado notablemente.

      Es curioso notar que nunca sabremos cómo sonó la música de genios como Beethoven o Mozart cuando era dirigida por ellos mismos, sin embargo fácilmente gracias a las ubícuas y económicas cámaras celulares, cualquier momento trivial del día puede perdurar en el tiempo. Con un presupuesto mayor, las compañías de videojuegos pueden almacenar información “espacial”, es decir en tres dimensiones, de cada movimiento de la estrella del basket del momento (deporte en el que de por sí, existe estadística para cada jugada posible) de manera que su estilo y técnica esté disponible para aquellos que adquieran el DVD y desean participar con “él” de un partido virtual.

      ¿Tendrá límite nuestra búsqueda de perdurar la memoria de nuestra experiencia humana? ¿Algún día evitaremos que la totalidad de nuestros recuerdos se pierdan como lágrimas en la lluvia? ¿Qué podremos esperar en el futuro? De manera semejante a como bajamos videos de la Internet, ¿llegará al día en que podremos hacer una descarga de los recuerdos de nuestros cerebros directamente a un computador? ¿Podremos compartir nuestras vivencias y publicarlas incluyendo no sólo la información visual y sonora sino olfativa y hasta emocional?

      Para lograrlo se deberá entender en mayor detalle el ordenador biológico en donde almacenamos toda nuestra información; el cerebro humano en el volumen que ocupa, con apenas 3kg de peso y un reducido uso de energía (en comparación a los ordenadores de silicio) no sólo provee lo que conocemos como inteligencia, sino que almacena una gigantesca cantidad de información. La manera de crear conexiones directas hombre-máquina se encuentra en un estado muy primitivo ahora, sin embargo respetados autores de ciencia ficción han tomado el tema como parte de sus obras.

      En 3001: Odisea Final (1997) Arthur C. Clark nos presenta un mundo en donde todos los ciudadanos del planeta Tierra emplean interfases cerebro-máquina, llamadas “Cascos Cerebrales”; cada uno de estos artilugios metálicos es hecho a medida para su usuario, contienen una serie de nanocables que penetran el cuero cabelludo de la persona que lo emplea. Con él, en cuestión de minutos es posible adquirir nuevas habilidades o conectarse a computadoras, proyectar sueños que al ser inducidos directamente se confunden con la realidad. Su uso no sólo puede ser de utilidad o de recreación sino que tienen la capacidad suficiente para contener la vida entera experimentada por un ser humano.

      Clarke, como es habitual en su obra, no explora las implicancias emocionales o éticas de la tecnología que presenta, a diferencia de los guionistas de la Final Cut (2004). En esta película, los padres pueden adquirir para sus bebes los llamados implantes Zoe en donde se garantiza, quedarán cada momento de la vida de sus portadores de manera que pueden ser vistos por sus seres queridos tras su muerte; curiosamente se hace hincapié que sólo pueden ser extraídos post mortem. El personaje interpretado por Robin Williams en un editor que se gana la vida creando los films, conocidos como “Rememory”, que se proyectarán en grandes pantallas ubicadas en los funerales. Su labor oportunamente de censor u otras de artista es la de recortar la vida, por larga o corta que pueda ser, en breves minutos que realcen las virtudes del finado y omitan aquellos indeseables detalles que muchos quisieran borrar de la película de sus vidas.

      Sin embargo, en esta última visión del futuro los recuerdos obtenidos de manera tan invasiva no tienen alguna utilidad más que rememorativa. Con la aparición en las empresas actuales de prácticas como la Gestión del Conocimiento (Knowledge Management) no es difícil suponer que muchas entidades quisieran poder contar con las habilidades de individuos valiosos aunque estos ya no estén a su disposición, ¿no sería positivo poder almacenar las pericias estratégicas o tácticas de genios militares o empresariales? En la novela cyberpunk El Neuromante (1984) William Gibson incluye a un hacker llamado Flatline quien, a pesar de haber muerto, asesora constantemente a nuestro antihéroe dado que alguna vez éste permitió que se transfiriera a un computador la información de su cerebro. Quizá el problema con esta última aproximación es que si bien la información perdura, es de utilidad y es práctica, ya no está disponible para la persona que la originó; tanto aquí como en Final Cut el cuerpo ha desaparecido. Una solución a ello podría ser la concebida en la película Al Sexto Día (2000); en ella la información cerebral no es sólo almacenada instantáneamente sino que mediante la clonación se garantizan que los cuerpos sean reproducidos. En esta historia se cuentan con cuerpos adultos almacenados y listos para asumir la información genética deseada (a manera de matrices sobre las cuales moldear), para que una vez clonado el individuo y obtenido el nuevo cuerpo, pueda “subírsele” a este la información más actualizada del cerebro. Una forma bastante artificial de garantizar la eternidad física y mental al hombre, pero que de seguro podría encontrar clientes.

Publicado en: Sci & Tech Etiquetado como: ciencia, ciencia ficción

Exposición Da Vinci – El Genio

30 julio, 2009 by Giuseppe Albatrino

“El arte nunca está terminado, sólo abandonado”.
Leonardo da Vinci

        En la pérgola del Jockey Plaza y hasta el 09 de Agosto se está presentando una exhibición itinerante que muestra parte de la obra de Leonardo Da Vinci. Para muchos, este genio es únicamente el creador de “La última cena” y la “Mona Lisa”; sin embargo, este hombre del renacimiento tenía más de 20 profesiones que incluyen, además de pintor, el ser escultor, anatomista, ingeniero, escritor, músico y botánico. Si bien es imposible hoy en día cubrir en profundidad el desarrollo moderno de tantos campos, la obra de Da Vinci es una invitación a mantener una mente despierta y curiosa.

        Al ser Leonardo hijo ilegítimo, no tuvo derecho a acceder a una educación formal, algunos piensan que por esta razón tuvo el tipo de escritura que mantuvo (de derecha a izquierda), para otros pudo deberse a que sufriera de dislexia y para otro grupo el hecho es una demostración de su constante temor a que le roben sus ideas; sea el motivo correcto que fuese, en la muestra podremos apreciar mucho de su escritura en la forma de cuadernos, llamados códices, en los cuales anotaba sus ideas y en las impresionantes páginas en las cuales documentaba sus estudios del cuerpo humano.

        Luego de los códices, el visitante podrá apreciar prototipos de máquinas voladoras que implementan los bosquejos del maestro Florentino; si bien casi todos eran irrealizables, tanto ayer como hoy, el paracaídas piramidal fue el único que ha sido probado con relativo éxito. Mucho mejor le fue con las distintas máquinas que construyó para levantar grandes pesos o convertir el movimiento lineal en circular, las cuales se pueden ver confeccionadas en madera y que de seguro un ingeniero mecánico apreciará y entenderá mejor que mi persona.

        Una interesante mención de la guía era que a “pesar de ser vegetariano y pacifista”, Leonardo creó armas para sus mecenas; me parece curioso porque se asocia el no comer carne a la misma categoría de no matar personas. En todo caso, se aprecia en la muestra un prototipo de tanque, un traje de buzo, una metralleta y otras armas; quizá la más “inocente” de todas era una especie de “multi tambor” que usado por un solo hombre, simulaba el sonido de muchos de estos instrumentos, que en la batalla se empleaban para sincronizar las tropas.

        En el lado artístico, algunos nos enteramos por primera vez de su participación en el teatro, con el invento de un proyector que creaba distintos fondos para las escenas, consistente en una caja cerrada, una luna y en su interior una vela (¡sí!, como si se tratase de los Picapiedra…) que ilumina la figura que se le coloque.
También se aprecian réplicas de sus obras, en las que nos explican cómo se crearon clásicos como las pinturas mencionadas o el hombre del Vitrubio (en lo personal me cautivo “San Jerónimo penitente”). Es una lástima conocer que, por emplear algunas técnicas de su invención al momento de pintar, mucho de su trabajo no haya persistido en el tiempo como es debido.

        El buen uso que se le dé a los 30 soles que cuesta la entrada dependerá mucho del visitante, en mi humilde opinión ésta debería costar menos dado el número de piezas y la duración de la muestra; esto no niega el hecho que los guías hicieron un buen trabajo con el material disponible.

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PS: Es lamentable notar que una exposición cultural de este tipo, entrega folletos con tantos errores tipográficos y de redacción.

Publicado en: Culturales Etiquetado como: arte, artista, ciencia, Da Vinci, genio, ingeniero, Leonardo, Renacimiento

Obra de teatro comentada: Copenhague

22 junio, 2009 by Giuseppe Albatrino

“Ahora estamos todos muertos y hemos partido. Nadie puede ser lastimado”.
Heinsenberg, en obra Copenhague.

      Copenhague es una obra con una propuesta muy original que trata un tema muy denso, en el que se mezclan la física, ficción histórica, la pasión por la ciencia y las relaciones humanas; para ello, el escritor inglés Michael Frayn nos entrega, en un solo acto, diversas especulaciones sobre un evento que sucedió en la capital de Dinamarca en setiembre de 1941, en que dos brillantes físicos se reunieron en plena guerra mundial para conversar sobre algo que hasta el día de hoy no sabemos a ciencia cierta, pero cuyo impacto, pudo influenciar el resultado global del conflicto.

      Es una propuesta original porque los personajes están muertos, Neils Borh, su dedicada esposa Margaret y el mismo Heisenberg se presentan de este modo. No existe una linealidad en el tiempo, muestran hechos presentes y pasados sin mayor aviso de cambio del que brindan los diálogos en si mismos; no existen buenos ni malos ni mayor razón de ser que buscar explicación a la pregunta de la mujer: “¿Para que vino Heisemberg a Copenhague?”; finalmente, cada uno de los actores se comunica indistintamente con el público, haciendo de narrador, o entre ellos mismos según su rol. Esto, que puede ser una virtud, por la cual la pieza teatral ganó el premio Tony, pude ser también una complicación dada la temática.
      
      Los parlamentos son muy ricos, los científicos debaten entre ellos principios científicos que muchos de nosotros hemos debido estudiar en la universidad, tal como el Principio de Incertidumbre (según el cual no podemos conocer con certeza la posición y velocidad de una partícula al mismo tiempo) pero también otros que seguramente alejaron a más de un asistente (¡aunque a mi me encantasen!) tales como el funcionamiento de un reactor nuclear, el empleo de barras de cadmio, agua pesada para retrasar la velocidad de los neutrones, la coraza necesaria para crear una bomba atómica entre otros. Si bien, me sentía muy a gusto y emocionado con la inclusión de esto, no pude evitar oír que una asistente literalmente… ¡roncaba!


      El contenido histórico igualmente fue tupido y formó parte del debate que los actores sostenían, para clarificar el papel de cada uno en el logro de la primera explosión nuclear y en la influencia que cada uno tuvo sobre los aliados o su propia nación; la mención de numerosos físicos nucleares, la vida subsiguiente tras el encuentro, la posibilidad de una Alemania nazi victoriosa o los limites de la ciencia y ética fue cubierto durante la hora que duro la función.


      En suma, es una obra estupenda para aquellos que disfrutan estos temas y mejor aun si se tiene conocimiento previo de los mismos. Es encomiable la calidad de las actuaciones para sostener tan original puesta en escena que al parecer no todos disfrutaron.

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Nota: las funciones se darán hasta el día 22 de Junio. Si compran el folleto de la obra, ¡reciben gratis un cupon para un café en el Starbucks!

Publicado en: Teatro Etiquetado como: actuación, arte, ciencia, Larcomar, Teatro

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