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Giuseppe Albatrino

Escritor, Dramaturgo y Divulgador Científico

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Libros

Nobel de MVLL: ¿alcanza para todos?

11 octubre, 2010 by Giuseppe Albatrino

Al enterarme el jueves por la mañana que Mario Vargas Llosa había sido galardonado con el Nobel de Literatura, sentí una alegría que me acompañó el resto de la jornada, algo así como si un familiar hubiera recibido alguna recompensa. Mis emociones, impensadas y gratuitas, me decían que el premio era también de todos los peruanos. Al final del día, una niebla apareció y empecé a dudar un poco sobre la pertenencia del premio.

El Nobel, es sin lugar a dudas, uno de los mayores galardones que un individuo puede recibir en su campo de estudio, ya sea en Ciencias Puras, Literatura, Medicina, Economía o por contribuciones a la Paz Mundial. Su prestigio es inmenso y muchas semblanzas, biografías, documentales o noticias en que se hacen sobre alguien que lo ha ganado comienzan justamente, con la mención del premio. ¡Es uno de los mayores hitos en la vida de los recipientes!, indeleble e imborrable que opaca a casi todas las demás distinciones. (En algunos casos ocurre en sentido inverso: pocos recuerdan que el gran Winston Churchill ostenta así mismo un Nobel de literatura).

Creo que la distinción que ha recibido nuestro afamado escritor es un logro marcadamente individual en una larga carrera dedicada a las letras. Pero a diferencia de los entregados en los campos de investigación científica, aquí no se refleja el logro de un sistema, una sociedad o para tal caso una nación que, como las desarrolladas, vienen acaparando, año tras año, los Nobel de física o química gracias a sus estructuras académicas e inversiones que promueven concienzudamente estos intereses. Por el contrario, nuestros bajísimos índices de lectura no hablan nada bien del país de origen del próximo visitante a la academia Sueca.

Sin embargo, he podido ver en las librerías locales, el lugar destacado que ahora ocupan sus libros, reubicados para la ocasión. ¿Qué mejor oportunidad para conocer su obra y promover la lectura en nuestro medio?, ¿o para que aquellos que lo leyeron obligados en la escuela lo lean de nuevo pero sin desgano?. En lo personal, ahora que se desvelan detalles como su sencillez y dedicación incansable por escribir, encuentro una inspiración connacional.

Algunos aún se preguntan sobre si el premio alcanza para todos. Para jolgorio de muchos, el dueño de la fiesta ha invitado a los peruanos (y latinoamericanos) a celebrar con él su ascenso al templo de los escritores. ¿Cómo ignorar tamaño llamado?

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PS: ¿Quién diría que de un epitafio prematuro nacería uno de los mayores premios? Pero así fue. El pobre Alfred Nobel leyó en la prensa, ante la noticia errónea de su muerte, cómo un periodista se refería a él como un “mercader de la muerte” por su invención de la dinamita. En vez de demandarlo o comprar el diario para despedirlo, decidió reevaluar su legado para la humanidad. ¿Resultado? En 1901 se estableció los premios que llevan su nombre.

Publicado en: Libros, Vivencias y Opinión Etiquetado como: Actualidad, Libros ESP

Escribiendo biografías…

20 septiembre, 2010 by Giuseppe Albatrino

      Si bien en el omnipresente Facebook no he puesto el status “Escribiendo biografías…” ninguna de las semanas previas, esto hubiera descrito precisamente mi actividad de muchísimas noches, de las cuales me siento contento de compartirles hoy el resultado.

      Mi querido editor de “Caminando en la Luna” me invitó a colaborar con él en la importante colección “YoLeo” que publica el diario La República, así que no pude negarme ante la oportunidad de hablar de algunos de mis héroes personales, más aún, cuando fue en las páginas del mismo medio que mis primeros artículos fueron publicados más de veinte años atrás.

      Mañana podrán encontrar en los quioscos el tomo 2 de la colección en la que participo con la vida de Albert Einstein, cuatro semanas después viene la de Van Gogh y poco después la de Leonardo da Vinci (información de la colección entera la pueden encontrar aquí)

      Como me ocurre usualmente frente al procesador de textos, vengo disfrutando el proceso de investigar y redactar la vida de estos personajes, de quienes conocía sus trabajos, tenía libros en mi biblioteca o parte de sus vidas me han parecido inspiradoras.

      En el caso de Albert Einstein, el genio por antonomasia cuya ecuación E=MC^2 es probablemente la expresión científica más estampada en camisetas, resulta sorprendente lo poco prometedora que parecía su carrera en un inicio, que lo llevó a trabajar como burócrata en la oficina de patentes y a preguntarse si no sería mejor dedicarse a vender seguros de vida de puerta en puerta. ¿Quién podría pensar que en un solo año escribiría cuatro importantes documentos científicos que cambiarían la forma como vemos al mundo?

      Escribir de Vincent Van Gogh fue una experiencia muy emocionante, sus cuadros me fascinan y empecé a conocer de él en mi visita al museo de Amsterdam que lleva su nombre, en aquél entonces me sorprendió ver a través de sus cartas a su hermano Theo, su proceso como artista. Espero que a través de mi texto, el lector conozca más de este maestro que en tan pocos años de vida de enormes conflictos internos y demonios interiores, nos entregó una numerosa y fascinante obra pictórica.

      Actualmente me encuentro cerrando la vida de Leonardo, uno de mis favoritos por representar a una mente curiosa que con igual alcance abarcó el arte y la ciencia. Inspirado en ello, previamente le dediqué un par de artículos.

      Considero que la iniciativa de ofrecer a precios asequibles fascículos dirigidos no sólo a niños sino adolescentes y a la familia, es estupenda para incentivar la lectura en nuestro medio. Espero que mi pequeña contribución sea de su agrado.

Publicado en: Libros Etiquetado como: Leonardo, Van Gogh

¿Qué libros de ciencia ficción leer?

13 septiembre, 2010 by Giuseppe Albatrino

      Quisiera responder al pedido que surgió en el post anterior respecto a qué libros de ciencia ficción recomiendo. Creo que al igual que el maridaje entre los vinos y quesos, cierta bibliografía aplica a ciertas personas y sus gustos, así que comentaré algunos títulos partiendo de los posibles gustos del lector.

      Si lo que se busca son historias de misterio en la que un inteligente detective resuelve algún complicado caso, asistido por un robot de apariencia casi humana, en planetas con culturas muy distintas a la contemporánea, “Bóvedas de acero” y “El sol desnudo”, ambas de Isaac Asimov, son dos buenas opciones. Nos presentan a los mismos personajes centrales descubriendo difíciles asesinatos de repercusiones globales.

      Si en lugar de Sherlock Holmes del futuro, se prefiere tramas que partan más directamente de nuestro pasado o presente inmediato, pueden encontrar interesante “El hombre en el castillo” de Philip K. Dick, que nos ubica en un Estados Unidos que pierde la Segunda Guerra Mundial y vive bajo el dominio Nipon. Así mismo, “Cántico a San Leivowitz” nos presenta un escenario post apocalíptico, en que un holocausto nuclear a acabado con el conocimiento humano y una orden de monjes, rodeada por bárbaros a la usanza de los de Mad Max, logrará mediar en la reinvención del progreso en una narración que cubre varios milenios de duración

      Antes que la Internet se convirtiera en una presencia tan ubicua en nuestras vidas, algunos autores incluyeron versiones avanzadas de la misma como parte fundamental de sus trabajos. La más emblemática de éstas quizá sea “El Neuromante” de William Gibson, la primera novela “ciberpunk” ampliamente difundida y que influyó en clásicos del cine como la película Matrix. Aquí, nuestro anti-héroe vive en una sociedad sobre poblada, decadente, gobernada por las corporaciones y en la que el Ciberespacio es un lugar al cual uno accede directamente desde el cerebro.

      La vida en otros mundos no podía estar ausente en las buenas obras. En “El fin de la infancia” de Arthur C Clarke, decenas de ciudades se ven ensombrecidas por enormes naves (a la manera de la famosa serie “V”, producida varias décadas después del libro), de las cuales la de New York pide la presencia del Secretario General de la ONU. Desde ese momento, la Tierra convivirá con estos observadores, cuyos aspectos nunca llega a conocer, pero que influirán enormemente en la evolución del hombre.

      Para aquellos que desean ver cómo la realidad en sí misma puede ser retada, en un texto en que los personajes (junto al lector) desconocen lo real de lo ilusorio en una trama contra el reloj, pueden contar con la excelente prosa del antes mencionado Phillip K. Dick en “Ubik”, comentado en este post.

      Evidentemente ninguna lista es perfecta ni completa, pero éste es un inicio que espero encuentren útil.

Publicado en: Libros Etiquetado como: ciencia ficción

Y a ti, ¿Te gusta la Ciencia Ficción?

8 septiembre, 2010 by Giuseppe Albatrino

Any sufficiently advanced technology is indistinguishable from magic.
Arthur C. Clarke

El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto
William Gibson, en el Neuromante

      Ha pasado en numerosas reuniones; me encuentro con un pseudo conocido, conversamos y de pronto planteo una pregunta como quien lanza un dado sin esperar ningún resultado, “Dime, ¿tú lees libros de ciencia ficción?”. En pocos casos, del otro lado surge una curiosa reacción en cadena que comienza con una genuina expresión de sorpresa, regocijo generalizado y una larga exposición de los títulos favoritos. Podemos decir que se han encontrado dos cofrades.

      Puede parecer exagerado el entusiasmo ante el hallazgo, pero no lo es. Luego de oír tantas veces, respuestas del tipo “no leo jamás libros porque…soy ingeniero (contador, abogado o lo que sea)”, “los libros son para consultarlos, nunca para leerlos” o “soy alérgico al papel y a la tinta”, es difícil no alegrarse no solo por hallar a un lector, sino a uno que comparte las historias escritas por maestros como Asimov, Bradbury, Clarke entre otros.

      Las obras de estos autores, y del género, componen un reto a la imaginación, una exigencia mental. Nos ubican en el mundo del mañana y en planetas distintos al nuestro; sus personajes pueden ser humanos, robots inteligentes, organismos humano-cibernéticos, infinidad de razas alienígenas y todas sus variantes, formas evolucionadas de conciencia, seres sempiternos, criaturas de otras dimensiones y todo aquello que la ciencia puede ver como posible. En cuanto a las tramas, éstas son ilimitadas, pueden incluir historias de detectives, guerras, colonizaciones, viajes en el tiempo y ¡al universo entero!

      Sin embargo, he notado que algunos lectores interesados rehúyen a la posibilidad de buscar el pequeño espacio dedicado al rubro en las librerías por dos preocupaciones frecuentes, que son una presunta falta de calidad literaria de los textos y a la posible relación con las películas de Hollywood.

      Recuerdo que en el colegio, mi profesor de lenguaje ni siquiera consideraba como literatura a la ciencia ficción y así como él, muchos piensan que al comprar un ejemplar de éstos, están comprando un libro de física, química o de ciencia del cual borraron las ecuaciones matemáticas y las fórmulas. Esto se encuentra lejos de ser cierto, si bien los fundamentos científicos están presentes en distinto grado, nos encontramos ante novelas (no libros de divulgación científica) con prosas del mejor nivel. Basta leer a William Gibson, Philip K. Dick u Orson S. Card (quien publica poesía también) para apreciarlo.

      Quizá la preocupación por la calidad se origina a su vez, en asociar a esta clase de libros con los blockbusters del cine en donde abundan las batallas con láseres mientras los personajes son bastantes superficiales. En realidad, son artes distintos e incluso muchos escritores miran con desdén a la mayoría de las películas “sci-fi” que mala propaganda les hacen, aunque no hay que negar que también existen algunas joyas en el celuloide.

      Ignoro si estas líneas podrán conseguir que alguien se atreva a probar la lectura de obras de ciencia ficción, pero creo que el hacerlo vale la pena y la experiencia será satisfactoria (gustosamente puedo recomendar algunos títulos a quien me lo pida). En todo caso, creo que ahora es más fácil comprender por qué me es emocionante encontrar seguidores del género en medio de una conversación casual.

Publicado en: Libros

Ganador del Nobel de física, pintor y abridor de cajas fuertes

21 marzo, 2010 by Giuseppe Albatrino

“What I cannot create, I do not understand”
Richard Feynman, anotación dejada en su pizarra antes de morir.

      Imagine esto: Un hombre en sus cuarenta intenta entregar un cuadro que le comisionaron para una casa de masajes, dado que el dueño fue arrestado, guarda su obra de nuevo en la camioneta y, con la bendición de su esposa, recorre los burdeles de Pasadena (California) para intentar venderlo. ¿Me creería que estoy hablando de uno de los mayores físicos del siglo pasado?, ¿de un ganador del Nobel de física?

      Tras leer sobre la vida de varios científicos e ingenieros, puedo decir que la de Richard Feynman (1918-1988), nuestro pintor, tiene una de las más coloridas y llamativas con las que me he podido encontrar; pareciese que su mente curiosa e inquisitiva nunca podía quedarse quieta, ya sea para ser el primero en descubrir una ley oculta del microcosmos, gastar bromas a sus colegas y funcionarios públicos o romper las normas que le impusiesen. Sus intereses fueron más allá de la física, cursó con los mejores temas de biología, matemáticas, psicología o filosofía, fuera del mundo académico aprendió a pintar y en Brasil, en una escuela de samba de las clases marginales, a tocar la frigideira lo bastante bien como para ser incluido en el carnaval de Río.

      Sus credenciales lo llevaron a participar como joven profesional en el proyecto Manhattan, que tuvo por meta el construir la primera bomba atómica, para lo cual se trasladó a los Álamos, a una pequeña ciudad cercada que los militares habían construido en secreto y en donde en su tiempo libre se empeñaba en cosas creativas como aprender a abrir cajas fuertes o reparar las calculadoras (en aquella época mecánicas) y computadoras que constantemente se malograban, a tal punto que si alguien necesitaba el documento de un colega que se encontraba de viaje y no podían ubicarlo, pedían los servicios del curioso profesor. Se entretenía probando los niveles de control que por la guerra habían impuesto a las comunicaciones, buscando los límites de lo permitido; esta libre actitud es clara cuando en la primera prueba de la Bomba no usó los lentes oscuros que le dieron sino que, luego de un examen lógico de la situación, se convierte en probablemente el primer observador en mirar una explosión nuclear con sus propios ojos.

      Siendo yo alumno universitario compré uno de sus textos de física, por entonces sabía muy poco de la fama que precedía al autor, pero entre los varios que leí por entonces, el suyo se diferenciaba del resto por la inusual profundidad con la que abarca cada fenómeno; podía decir las cosas más complicadas de la forma más clara posible por el simple hecho de que las entendía como pocos. Quizá por ello al leer hoy su semi autobiográfico “Surely You’re Joking, Mr. Feynman!” uno puede deleitarse, pero no tanto sorprenderse, al saber que de niño reparaba radios “pensando” o creaba sus propias demostraciones de teoremas que muchos años después encontraría en estudios superiores.

      Dos años antes de su muerte, el laureado Nobel, quien en su momento pensó en rechazar el premio por no gustarle las pompas, fue convocado para formar parte del panel que investigó la catástrofe del transbordador Challenger. Su participación fue fundamental y ya es legendario el experimento que realizó de improviso para demostrar la fragilidad a bajas temperaturas de un material de los cohetes: en una reunión de trabajo sumergió una muestra en un vaso de agua fría, tras lo cual era visible la fragilidad del elemento, que en su momento fue expuesto a las temperaturas que reinaron el día del fatídico despegue que acabó con la vida de siete astronautas.

      Al leer el sin fin de anécdotas que nos presenta en Surely, uno no puede dejar de hacerlo sin una constante sonrisa en los labios o sin sentirse invitado a conocer más del funcionamiento del mundo que nos rodea a traves de la ciencia, después de todo, parece que la mayor parte del tiempo le fue muy divertido.

________________________________

PS: Quizá algunos encuentren interesante saber que hay una obra de teatro que gira en torno a Feynman y en la cual es el único personaje en escena, se llama QED, y en el primer montaje lo interpretó el gran Alan Alda; apenas termine de leerla espero poder comentarla.

Publicado en: Libros, Sci & Tech Etiquetado como: Feynman

Libro comentado: El intermediario

14 diciembre, 2009 by Giuseppe Albatrino

       John Grisham es un autor americano bastante conocido por sus thrillers legales, muchos de ellos llevados al cine en películas como “El informe pelícano”, “Tiempo de matar” o “Jurado fugitivo”; en esta oportunidad, nos entrega una incursión al mundo de los espías internacionales quienes desean acabar con la vida de un abogado (lo cual no es algo negativo per se) quien es el responsable de haber robado un sistema de satélites que puede cambiar el balance de poder en el mundo.
       Joel Backman trabaja como un broker en Washington, no tiene más norte moral que el que señala el dinero, dueño de un rico buffet cae en desgracia cuando intenta comercializar con secretos de estado, traicionando a su país. Ante el repentino “suicidio” de su socio, cae en cuenta que su vida corre peligro, por lo que decide colaborar con su gobierno en búsqueda de, al menos, mantenerse vivo. Sentenciado a una prisión de alta seguridad y al aislamiento, cambiará los trajes de miles de dólares y un abundante sobrepeso, por el uniforme de la prisión y una dieta que lo cambiará sustantivamente.
       Su encierro terminará por una absolución de un iletrado y poco moral Presidente (una mezcla de George Bush con Bill Clinton), quien aconsejado por la CIA acabará sus días en prisión con un solo objetivo: ver quién lo mata primero. De esta forma, se podrán esclarecer muchas dudas no resueltas en torno al fabricante de la tecnología y a los compradores frustrados de la misma. Los países involucrados son Rusia, Israel y China. Para poder acelerar el exterminio, deciden colocarlo en algún lugar en donde su presencia, aún en un programa de protección a testigos, podría ser muy obvia (dado que los americanos hablan usualmente solo su lengua): Italia.

        A partir de allí Joel representa al individuo común y corriente, intentando ubicarse en un nuevo ambiente e idioma, de la mano de un traductor, una agraciada guía y de su entrenador de la CIA, podremos conocer junto a él más de Italia. Al igual que el personaje principal, el libro hace una transformación importante, deja de ser una novela para convertirse casi por completo en una guía de viaje de Bolonia, que expone a su gente, costumbres, hábitos, comidas e historia.
(Justamente, dado que el libro lo leí estando en Italia, me resultó muy útil, incluso una de las anécdotas del viaje las obtuve al comprobar una de las aseveraciones que éste hace sobre el café capuccino, los italianos, la hora de almuerzo y la forma de conducir)

        Con el tiempo, y con la mayoría de lecciones de turismo terminadas, nuestro corrupto abogado sospecha que en su espalda su gobierno ha pintado un cartel de tiro al blanco, y decide huir, por algunos países europeos, brindándonos una entretenida aventura que no llega a ser verdaderamente emocionante.

       Para quien espera una buena novela de espionaje, definitivamente le recomiendo acudir a otros autores como Fredery Forsyth o Tom Clancy, aquí Grisham se encuentra muy lejos de sus dominios. Sin embargo, para quien desea pasar un momento agradable conociendo más de una región tan bella como la Toscana, éste es un buen texto.
Calificación: 2.5 de 5.

Publicado en: Libros Etiquetado como: Bologna, espionaje, Grisham, Libros ESP, turismo

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